Cuando el primero de febrero jugaron Catar y Japón en Abu Dabi la final de la Copa Asia, Alejandro Domínguez presidente de la Conmebol, estaba en la tribuna. Se tomó fotos con los presidentes de ambas federaciones, que allá por mayo del 2018 habían sido invitadas a la Copa América de Brasil.
Desde que en 1993 Conmebol decidiera aumentar a 12 los participantes de la Copa América, han pasado varios países como invitados. México el que más veces participó, pero también estuvieron: Estados Unidos, Costa Rica, Honduras, Panamá, Jamaica, Haití y Japón. La de este año será la primera vez en la historia sin invitados miembros de Concacaf. Se puede entender porque coinciden en el tiempo ambas copas continentales, la Copa de Oro y la Copa América se juegan en el mismo momento del año, por lo que invitaban selecciones que no hubieran clasificado a la Copa de Oro o, como hizo México más de una vez, enviar un plantel sub 23.
En esta ocasión el máximo organismo del fútbol sudamericano decidió invitar a Catar como próximo organizador del Mundial, y a Japón, asociación con la que mantienen vínculos históricos desde que en 1980 la empresa Toyota comenzó a patrocinar la Copa Intercontinental y se disputó a partir de allí en Tokio.
La década de 1970 había sido caótica en cuanto a la organización de la final, en dos ocasiones ni siquiera se disputó porque los equipos no se pusieron de acuerdo en las fechas, y en otras cinco el equipo europeo campeón renunció a participar, yendo el vicecampeón en su lugar. Todo se terminó con la solución japonesa, y la disputa de un partido único en el estadio Olímpico Nacional de Tokio.
Los japoneses pateaban una pelota muchísimo antes que existiera el fútbol, allá por el siglo VII los monjes japoneses jugaban un deporte llamado kemari, que consistía en formar un círculo y pasarse por aire una pelota, evitando que tocara el suelo. Cuando en 1873 unos oficiales de la armada inglesa apostados en Japón jugaron un partido de fútbol entre ellos, el público que asistía pensó que estaba viendo una variante del legendario kemari.
El fútbol nunca fue tan popular como el béisbol en tierras niponas, pero en la década de 1930 se comenzaron a formar varios equipos ligados a empresas. La guerra y la posterior ocupación estadounidense retrasaron el avance del deporte. En 1965 se forma la Japan Soccer League, predecesora de la liga japonesa actual.
En 1993 las autoridades del fútbol japonés deciden barajar y dar de nuevo, fundan la Japan League, los equipos pasan a ser profesionales, se les exige que jueguen en estadios con capacidad para más de 10 mil personas y que abandonen los nombres empresariales.
Era tanto el entusiasmo de los japoneses, que por aquellos años hicieron volver del retiro a Zico. El grupo bancario Simatomo le ofreció US$ 3 millones por dos temporadas para jugar en el Kashima Antlers.
Zico llegó en 1991 y un año después iría el uruguayo Eduardo Acevedo a jugar al equipo de Toshiba. Eran tiempos donde el “fútbol estaba recién formándose” en palabras de Acevedo, que destaca la rapidez y la precisión en velocidad de los jugadores, pero también la inexperiencia y la inocencia. Continúa diciendo el uruguayo: “Yo pensaba que con las condiciones que tienen iban a evolucionar, lo han hecho, pero no tienen la liga todavía fuerte. A mí lo que me llamaba la atención es la precisión en velocidad, jugadores que no tienen miedo. Pensé que con el tiempo iba a ser una potencia Japón, pero veo que otros mercados han crecido más que el japonés”.
Para finalizar, Acevedo concluye: “Es un fútbol en el que hay que tener cuidado por sus características y porque no les pesa jugar con quién sea, ellos siguen jugando de la misma manera”.
La reorganización interna dio sus frutos a nivel de selecciones, los japoneses ganan su primera Copa Asia en 1992, la primera vez que llegaba a una final y la segunda vez en su historia que participaban en ese certamen. Francia 1998 fue el primer mundial para los nipones y desde entonces no faltaron nunca.
Un año después de Francia y ya sabiéndose organizadores del mundial 2002, la Conmebol optó por invitarlos a la Copa América organizada en Paraguay ante la baja de Estados Unidos. Compartió grupo con Perú, Paraguay y Bolivia, logró un punto solo al empatar con los bolivianos.
En ese torneo la selección uruguaya estuvo a cargo de Víctor Púa y contra todo pronóstico llegó a la final. Con el 3 en la espalda jugaba Fernando Picún, su pase pertenecía a Feyenoord aunque estaba a préstamo ese semestre en Defensor. El equipo japonés Urawa Reds de la ciudad de Saitama se interesó por él y lo contrató.
Picún recuerda de aquella experiencia con palabras similares a las de Acevedo: “Siempre se caracterizó el fútbol japonés por ser un fútbol rápido y técnicamente muy bueno. Tal vez pecaban en aquel momento por ser inocentes. No inocentes en cuanto a la persona, me refiero a la búsqueda de ser leales, no verás hacer mucho tiempo a los jugadores. Japón fue importador de jugadores, buscaron recibir ese tipo de picardías que en ese momento carecían”. Esa falta de picardía aún se sigue viendo por ejemplo en el Mundial de Rusia cuando empatando a dos contra Bélgica de un córner a favor en el minuto 94, llegó el tercer gol belga.
Un aspecto que destacó el defensa uruguayo fue la profesionalidad “desde el que va a entrenar hasta el que te alcanza el agua. Se informan muchísimo, es una de las grandes cosas que tienen, siempre queriendo recabar información para hacer las cosas lo mejor posible”.
Uno de los temas más curiosos del fútbol japonés es la organización de las barras. Utilizan las mismas melodías que las hinchadas sudamericanas, pero están perfectamente coordinados. Picún también se refirió a ello: “Viven el fútbol con una intensidad que es impresionante, muy profundamente. Alientan al equipo como cualquier otro lugar de Sudamérica. Si bien a veces surgen problemas, tienen una mentalidad mucho más avanzada en no generar disturbios, es otra cultura totalmente distinta. No digo que no haya problemáticas en la sociedad japonesa, pero sí hay un control muchísimo mayor”.
La liga japonesa en la actualidad es una mezcla de buenos talentos locales con veteranos de guerra que van a dar sus últimos pasos, como lo hizo Diego Forlán en 2014. Esta temporada están Iniesta, Fernando Torres, Lukas Podolski, el brasileño Jo o el colombiano Víctor Ibarbo. Las últimas dos ediciones de la Champions de Asia fueron ganadas por equipos japoneses: Urawa Red Diamonds y Kashima Antlers.
La selección cuenta con muchos jugadores militando en equipos europeos, los delanteros Muto y Osako juegan en Newcastle y Werder Bremen respectivamente. El mediapunta Minamino en Red Bull Leipzig alemán, Haraguchi en Hannover 96, el volante central Shibasaki comparte mediocampo con Arambarri y Cristóforo en el Getafe, y el zaguero y capitán Yoshida juega en Southampton.
Werder Bremen ya anunció que no cederá a Yuya Osako para la Copa América.
Luego del Mundial de Rusia asumió la conducción Hajime Moriyasu, de los 12 partidos que lleva dirigidos hasta el momento, solamente perdió la final con Catar, ganó 10 y empató con Venezuela.
En un principio se manejó la posibilidad de acudir a Brasil con una sub 23, pero sobre fin de año se confirmó que Japón presentará a la mayor. Esta Copa América es el tercer intento por invitarlos, para Argentina 2011 tuvieron que desistir por el desastre del terremoto que afectó a Fukushima. Para Chile 2015 se volvió a intentar, pero no pretendieron encarar dos torneos continentales el mismo año, algo que sí harán en 2019.
Consultado Hugo Figueredo, director de competiciones de Conmebol comentó que “por el lado de Japón tenemos historial de buen trabajo con ellos, en torneos como Copa Intercontinental en su momento, y Copa Suruga últimamente. Tuvimos siempre un relacionamiento institucional muy bueno con ellos”. En cuanto al nivel que se espera, Figueredo remarcó que “será de gran aporte en lo deportivo. Nuestros equipos deberán tomar todos los recaudos para enfrentarlos. Serán grande rivales de los sudamericanos”.
Uruguay jugará con Japón en la segunda fecha del grupo, el 20 de junio en Porto Alegre. El último enfrentamiento terminó con victoria de los orientales de allá por 4-3 en la gira asiática de octubre. Será el quinto partido de Tabárez (uno de los partidos fue dirigido por Celso Otero) frente a los nipones, a la última derrota se le suman tres victorias, 2-0 en 2014, 4-2 en 2013 y 3-1 en 2008.
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