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Joaquín Izuibejeres, el adiós de un campeón

El base se alejó del básquetbol con tres títulos, 21 años de carrera y recuerdos imborrables que comparte con Referí
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13 de julio de 2019 a las 05:00

En sus comienzos como jugador de básquetbol algunos decían que Joaquín Izuibejeres jugaba en Trouville por ser hijo de Roberto, el presidente del club. Sin embargo, el tiempo le permitió demostrar que lo hacía por sus condiciones y este jueves, cuando anunció su retiro, completó una carrera de 21 años de la que no puede reprochar nada: fue campeón de la Liga Uruguaya con tres equipos, jugó en los dos que es hincha y defendió a la selección. 

Izuibejeres anunció el jueves su retiro del juego profesional a sus 37 años, aunque admitió que le hubiera gustado jugar un año más en el club en el que nació y retirarse allí. Por lo tanto, fue un alejamiento con dolor: el base no tenía pretensiones económicas ni deportivas, pero Trouville prescindió de él. 

“El club podría haber hecho el esfuerzo y tenerme a mí en el equipo, lo que no iba a cambiar mucho en la parte deportiva. Merecía otro final”, dijo el ahora exbasquetbolista a Referí. “Trouville es, fue y será mi casa, así que el tiempo curará el dolor que tengo. El sueño mío era retirarme ahí”, agregó. 

En 2018 el base pasó a jugar en Nacional, el equipo del que es hincha en fútbol y al que siguió en los últimos años en distintos partidos de Copa Libertadores en el exterior. Antes de pasar a los tricolores había intentado quedarse en en el rojo de Pocitos, pero su casa le había cerrado las puertas. 

La parte deportiva de Nacional le interesaba, entonces se fue para el club de La Blanqueada pensando en un retorno a su primer club. Los tricolores se prepararon en la temporada 2018-2019 para ganar la Liga y contrataron a Esteban Batista, que fue un condimento importante que sedujo a Izuibejeres. 

Nacional quedó afuera en semifinales ante Aguada en el quinto partido. “El año de Nacional no fue el mejor. No se dio el objetivo que queríamos todos y más para mi porque el campeonato llevaba el nombre de mi padre”, comentó Izuibejeres.

Su padre, quien jugó en Trouville y fue presidente durante 15 años en el club de Pocitos, además de un activo dirigente de toda la vida, falleció en 2018.

Dos décadas de carrera

Transcurría 1998 y Trouville jugaba la ronda de descenso en el viejo Torneo Federal de básquetbol. Un joven de 16 años, llamado Joaquín y de apellido ilustre en el club, dejaba grabado a fuego su nombre. Fue en un partido en el que el rojo de Pocitos jugó contra Larre Borges en la cancha de Platense -cuando el gimnasio de la calle Ferrer Serra era sede de los espectáculos de básquetbol- y ya había evitado perder la categoría.  

“Estaba en el banco de suplentes por primera vez y me tocó entrar unos minutos. Fue un sueño que tenía de chico y que pude cumplir. Ese año jugué muy poco minutos, pero los años siguientes pude actuar más”, recordó. 

En Trouville estuvo hasta 2008, cuando se fue a Malvín. Y en esa etapa su momento de más gloria fue el campeonato conseguido en la temporada 2004-2005 con él como capitán y su padre Roberto como presidente. Trouville venía de años en los que había llegado a semifinales en la novel Liga Uruguaya de Básquetbol (LUB) y tenía la espina de la final postergada. 

Para la temporada 2002-2003 llegó Paolo Quinteros a Trouville, el escolta de la generación dorada argentina. Izuibejeres no se anima a definirlo como el mejor jugador con el que jugó, pero sí reconoce que su llegada a un equipo de jóvenes fue todo un suceso.

En 2005 llegó, entre otros jugadores, Marcel Bouzout al rojo que apostó por el título y le terminó ganando la final a Aguada en los playoffs por 3-0. “Nos armamos como candidatos al título y desde el principio de la temporada demostramos que estábamos fuerte. Estuvimos todo el torneo en las primeras ubicaciones y fuimos justos campeones”, comentó el base. 

“Fue un sueño salir campeón en el club que soy hincha, como capitán y con mi padre como presidente. Para la familia fue una alegría inmensa que hasta el día de hoy la recordamos”, confesó Izuibejeres.  

Malvín logró el primer título de su historia en la temporada 2006-2007 y dos temporadas más tarde llegó Izuibejeres seducido por la apuesta deportiva de un “club modelo”, que en ese momento estaba por encima de Trouville. Allí quedó tercero, segundo y, en la temporada 2010-2011, logró el objetivo de ser campeón de la LUB. 

Al año siguiente pasó a Hebraica Macabi donde fue campeón por tercera vez en su carrera y consiguió el récord de ser el primer jugador en lograr ese registro. Las finales las jugó contra Malvin, donde estaban sus compañeros del año anterior.

Del macabeo volvió a su primer club con la intención de quedarse hasta el retiro. Pero su deseo no se pudo cumplir por la decisión deportiva de los dirigentes rojos. 

Durante esos años también jugó en la selección uruguaya. Entre 2003 y 2010 fue convocado para defender a Uruguay. Pero allí tuvo un rol secundario. “No tuve grandes posibilidades de jugar porque había mejores jugadores que yo en mi puesto, pero siempre es un honor vestir la camiseta celeste y representarla afuera del país. Jugar preolímpicos, panamericanos y sudamericanos no es para cualquiera”, dijo. }

En marzo de 2007 Izuibejeres se fue por dos meses a Venezuela y fue el primer uruguayo en jugar en ese país. Allí se había abierto el cupo para dos extranjeros más y un jugador comunitario (Argentina, Brasil o Uruguay). Entonces, el base fue a jugar a Marinos de Anzoátegui. El equipo “tenía una organización muy buena e iba a pelear el campeonato. Me sirvió para jugar en el exterior y para probarme en otros mercados”, contó. 

Un deporte de familia

Durante más de 15 años, su padre Roberto fue el presidente de Trouville. El crecimiento de Joaquín en formativas, su debut y el campeonato de 2005, se dieron con su padre como máxima autoridad de la institución. 

Sin embargo, padre e hijo evitaban hablar de los arreglos económicos. El jugador acordaba sus contratos con otros dirigentes. “Siempre él se mantuvo al margen y trataba de no hablar muchos sobre temas del club conmigo”, comentó el base. El básquetbol era el tema de las charlas de los almuerzos y las cenas, pero evitaban los asuntos Roberto manejaba en la directiva. 

“En algunos momentos hay gente que decía que jugaba por ser el hijo del presidente. Creo que demostré que no era así y jugaba por las condiciones que tenía”, recordó el deportista. 

Joaquín también compartió equipo con Matías, su hermano mayor que juega en la misma posición, en sus comienzos en el básquetbol profesional. Pero Matías se fue a jugar a otros equipos y no pudo estar en 2004-2005, cuando Trouville fue campeón.

Al final de la carta abierta en la que anunció su retiro, el base manifiestó su deseo de devolverle al deporte todo lo que le dio. Pero todavía no tiene claro desde que lugar se relacionará con el básquetbol, aunque adelantó que probablemente no sea desde el lugar de entrenador. 

Por lo pronto, su vínculo se da a través de sus hijos, de diez y ocho años, que están en premini de Trouville. Izuibejeres, que también es padre de una niña de seis y otra de tres, le ve condiciones para el deporte, pero sabe que todavía son chicos para saber si podrán jugar o no. 

“Lo que quiero es que hagan deporte, que tengan su grupo de amigos. El deporte es fundamental porque genera valores, disciplina, compañerismo, que es lo que les inculco. Después el tiempo dirá”, dijo. 

Es que para él, generar vínculos a través del deporte está por encima de los resultados. “De 21 temporadas que jugué profesionalmente gané 3 títulos y 17 años me tocó irme derrotado a mí casa”, comentó. Entonces, lo que pretende es ser recordado como un buen compañero y que sus rivales y jueces tengan una buena imagen de él. “Creo que hice las cosas bien como para ser considerado así”. 
 

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