La posibilidad de un acuerdo de desnuclearización de Corea del Norte, entre los gobiernos de Donald Trump y de Kim Jong-un, comienza a desvanecerse como una pompa de jabón y las esperanzadoras fotos de líderes sonrientes empiezan a ser ocupadas por imágenes lúgubres del pasado que retratan a un régimen de Pionyang que no cumple con sus compromisos o les pone un final abrupto, dos actitudes bastante representativas de la verdadera historia desde fines de la década de 1970.
El 28 de agosto se supo que funcionarios de Corea del Norte advirtieron en una carta al gobierno de Trump de que las conversaciones sobre la desnuclearización “podrían desmoronarse”, según información desde Washington. En la carta, que recibió el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se dice que el gobierno norcoreano considera que existe el riesgo de que el proceso no avance.
“Estados Unidos aún no está listo para cumplir con las expectativas (norcoreanas) en términos de dar un paso adelante para firmar un tratado de paz”, informó CNN. La guerra de Corea de 1950-1953 terminó en un armisticio en lugar de un tratado de paz, lo que técnicamente significa que las fuerzas de las Naciones Unidas (ONU) continúan en guerra hasta hoy con Corea del Norte.
Para el gobierno de Kim es clave poner fin a ese estatus de guerra para reducir las amenazas bélicas en la península de Corea. La Casa Blanca, en tanto, no quiere declarar el fin de la guerra hasta que Corea del Norte abandone su programa de armas nucleares.
En ese contexto, Trump canceló una visita de Pompeo a Corea del Norte después de la carta en la que Pionyang advierte sobre los inconvenientes para avanzar en un acuerdo de paz.
Según CNN, la carta también menciona que si no se llega a un compromiso y las incipientes conversaciones fracasan, Corea del Norte podría reanudar las “actividades nucleares y de misiles”. El domingo pasado, los medios estatales de Corea del Norte acusaron a Estados Unidos de “dobleces” y de “incubar un complot criminal”, según consigna la agencia Reuters.
Es por eso que el gobierno de Japón tiene toda la razón en creer que Corea del Norte sigue representando “una amenaza grave e inminente”, según surge del último informe anual del Ministerio de Defensa, pese al acercamiento inédito que ha habido en estos meses que culminó con una cumbre histórica, el 12 de junio en Singapur, entre Trump y Kim.
“No hay cambios en nuestra conclusión de la amenaza planteada por las armas nucleares y los misiles norcoreanos”, reafirma el informe oficial. El gobierno de Shinzo Abe sabe que por los antecedentes históricos no hay manera de no ser escéptico, y que por eso no se puede bajar la guardia.
En 2002, EEUU acusó a Corea del Norte de desarrollar un programa secreto para obtener uranio enriquecido, rompiendo un pacto de setiembre de 1999; en abril de 2009, el régimen de Pionyang pone fin a negociaciones para desmantelar su programa nuclear, iniciadas en 2003. Los avances diplomáticos entre EEUU y Corea del Norte no son para despreciar, pero aún falta mucho camino que recorrer para creer que Kim dejará a un lado su proyecto de Estado nuclear.
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