Dos organizaciones, 24 productores y mil limitantes. La clave no está en la escala ni en el tamaño, sino en las ganas de hacer las cosas y en el esfuerzo por llegar a la meta.
En la mañana del jueves 25, un grupo de 24 pequeños productores –en su mayoría colonos– del departamento de Florida–, llegaron mucho más lejos de lo que podrían haberse imaginado: fueron los responsables del primer envío de carne ovina con hueso a EEUU, proveniente del compartimento ovino de productores de San Gabriel (Florida). Con el respaldo y compromiso de la Asociación Rural de Reboledo y la Juventud Agraria, además del apoyo del Instituto Nacional de Colonización (INC) y del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP), el primer mundo degustará la carne premium de unos 780 corderos criados a pulmón y paciencia.
Javier De León es un productor colono de las cercanías de Casupá (Florida) y se dedica a la producción ovina. Alfonso Castro, es otro productor familiar que trabaja en un predio de 49 hectáreas con su madre y su hermano. Accedieron a una fracción del INC y ahora es vecino de Javier. Ambos son remitentes de corderos del compartimento.
Los productores relataron a El Observador que todo empezó en 2014 con un curso que brindó el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), donde tuvieron la oportunidad de dar a conocer sus inquitudes y sus necesidades. Así fueron los comienzos de este grupo ovino que encontró una espalda fundamental en Asociación Rural de Reboledo y en la Juventud Agraria. Por su parte, el INC percibió que esto era una herramienta de enorme utilidad para que los productores chicos pudieran progresar.
Normalmente, el destino de un productor pequeño es colgar el cordero debajo de un eucaliptus y venderlo de manera informal porque es la única manera para que subsistan. Lo que no se puede vender se termina “regalando” en un local feria.
Ricardo García Pintos es productor rural de Florida y fue uno de los impulsores y coordinadores del compartimento de San Gabriel. Desde su óptica, es una herramienta que prolifera realmente y el plus en el precio obtenido hace que el productor apueste e invierta más. Sin embargo, sostiene que el sobreprecio es importante, pero todo lo que viene atrás es “muchísimo más relevante”.
En una primera negociación se manejó entre 15% y 20% por arriba del precio del cordero que paga hoy la industria (US$ 3,52 kg carcasa).
Los ovinos de este embarque alcanzaron un peso promedio de 41 kilos en pie y fueron pagados a US$ 4,13 por kg a la carne. Además, la lana (de 25,1 micras) cotizó US$ 6,80.
El jueves 25 fue un gran día para esos pequeños productores ovinos: consiguieron la meta después de atravesar un proceso bastante escabroso, que mucho tuvo que ver en el desconocimiento de los tiempos públicos que son significativamente diferentes a los que maneja un ganadero de pequeña escala.
De hecho, varios de los remitentes iniciales no llegaron al embarque porque, debido a la larga espera, se vieron obligados a vender sus corderos. Aseguran que solo en la marcha continúan aprendiendo y que todo el entusiasmo del principio ha sido multiplicado. Hoy se consideran un plan piloto para futuros compartimentos.
El técnico Jorge Bonino fue uno de los impulsores de la figura del compartimento en todas las especies. Desde su punto de vista, gracias a la integración de muchas instituciones y al trabajo de productores de baja escala, se concretó algo de “muchísimos años de trabajo”. Además, considera que la figura sanitaria será de gran importancia, así como también la experiencia de sumar fuerzas para lograr los objetivos.
Según las cifras de exportaciones de carne ovina a EEUU del Instituto Nacional de Carnes (INAC), en lo que va de este 2018 se han exportado US$ 163 mil de carne ovina con hueso; el total de los envíos (con hueso y sin hueso) es de US$ 895,6 mil.
En cuanto al volumen, se han exportado un total de 29 toneladas peso carcasa de carne ovina con hueso; la suma de las variedades es de 171 toneladas peso carcasa.
Los números son, para Bonino, “muy buenos” y alientan porque significa que sigue habiendo demanda e interés.
La figura sanitaria alcanzada en nada menos que en el prime mundo podría servir para otros mercados, como por ejemplo lo ha insinuado México.
El compartimento ovino se ha vuelto –o al menos así se espera–, una manera de dinamizar el sector ovino que ha sufrido importantes caídas en el stock.
Según datos difundidos por el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) del MGAP, al 30 de junio de 2018 se cuantificó la existencia de 6,33 millones de lanares, es decir 227.400 menos que un año antes. Lejos quedaron los 25 millones de lanares de principios de la década de 1990.
Los compartimentos funcionan bajo estrictas normas de bioseguridad. Según informó Eduardo Barre, director de los Servicios Ganaderos del MGAP a El Observador, se trabaja con una subpoblación diferenciada del resto.
En Uruguay, los ovinos no son vacunadas desde el año 1988, pero sí pastan conjuntamente con el bovino. En este sentido, el MGAP junto con los Servicios Ganaderos hacen un trabajo de serología previa en el que se analiza si hay circulación viral. Los animales que aprueben los análisis pasan a estar solos en un compartimento de alta biosegiridad.
Los compartimentos deben tener un doble alambrado, estar alejados de la producción bovina y son a cielo abierto, algo que podría ser cuestionado porque un virus no respeta el doble alambrado. Sin embargo, Uruguay ha demostrado que es posible contar con la alta bioseguridad a cielo abierto. El compartimiento está avalado por la Organización Mundial de Sanidad Animal.
Enzo Benech, ministro del MGAP, destacó la nobleza del ovino, pero si el productor es chico no tiene mercados, no tiene futuro. Por lo tanto, este primer embarque es para ellos “la frutilla de la torta” porque tienen un mercado que les paga más por sus productos.
El jerarca recordó que Uruguay bastante más de lo que es capaz de consumir, entonces señaló que es de crucial importancia tener destinos para vender. El hecho de que paguen mejor es la herramienta que se viene buscando desde hace tiempo desde el ámbito público como privado. Benech aseguró que el envío a EEUU es la demostración de que se puede hacer y que los productores chicos, si se organizan, pueden tener escala.
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