Agro > TRIBUNA / LUIS ROMERO ÁLVAREZ

La cadena agroindustrial

"La realidad le está dando una lección al gobierno”
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14 de diciembre de 2018 a las 05:03

Por Luis Romero Álvarez, especial para El Observador

El Uruguay se salva con el agro o con él perece. Esta vieja frase resonó muchas veces en generaciones anteriores, repetida por grandes referentes como el doctor Eduardo J. Corso.

Luego la atención fue pasando al turismo, la logística, el software, los negocios inmobiliarios y otras actividades, todas válidas e interesantes. Pero está llegando el tiempo en que la gente verá qué tan importante es la cadena agroindustrial.

Creo que tenemos problemas de medición a nivel de cuentas nacionales con respecto al peso del agro y su cadena en la economía del país. A grandes rasgos, el agro podría estar representando (con estas limitaciones de cálculo) en el orden de un 8% del Producto Bruto Interno (PBI), a lo que debe sumarse su cadena de industrias, su logística de transportes y su generación de servicios que van desde la contabilidad a los seguros, pasando por asesorías y servicios bancarios. No está bien calculado a mi juicio el peso de esas cadenas en el PBI, pero a ojo de buen cubero sostengo que debe entrar en la zona del 50%.

Por otro lado, si miramos las exportaciones del país, allí su importancia se agiganta, representando en el orden del 75% del total exportado.

Cualquier país bien pensado daría clara prioridad a semejante motor de su economía. En el caso uruguayo, la triste realidad es exactamente al revés.

El gobierno ha hecho todo lo que está a su alcance para perjudicar al agro en lo importante mostrando que intenta ayudarlo en lo intrascendente.

Repasemos lo que ha sucedido: el tipo de cambio se ha mantenido por años atrasado, por culpa de un gasto público excesivo que obliga al gobierno a emitir pesos que luego debe esterilizar, sacándolos de plaza gracias a la colocación de letras en pesos a tasas de interés muy altas, lo que lleva a que vengan dólares de afuera para cambiarse a pesos y así capturar esos retornos altísimos.

De paso, se genera igual una inflación muy alta (siempre por encima de la ya generosa banda del propio Banco Central del Uruguay), lo que golpea al agro porque suben los precios de los bienes que no se pueden comercializar al exterior (esos tienen su precio marcado por el mercado mundial), sino los bienes no transables locales que el agro debe pagar con subas por inflación que no aplica a sus productos de venta.

Y el argumento que señala que en realidad el gobierno sostuvo al dólar (después de derrumbarlo) porque compro dólares es impresentable para gente que sabe de economía.

Ese gasto público excesivo (que se puede visualizar claramente en el ingreso de 70.000 funcionarios adicionales e innecesarios, lo cual ha sido reconocido por el propio ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, lleva también a más endeudamiento, más altas tarifas de electricidad y combustible y, de paso, a más regulaciones inútiles pero costosas para el sector, creadas siempre por funcionarios proclives a justificar su puesto.

A esta ya grave situación se agrega una agresividad sindical nunca vista, tolerada y hasta patrocinada desde el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que muestra su cara más inaceptable en los interminables conflictos en Conaprole y en la ocupación de plantas arroceras justo cuando el sector está muy malherido por todo lo anterior. El gobierno creyó ingenuamente que se pueden subir salarios por decreto indefinidamente, sin considerar la productividad del trabajo (que viene en caída) o la situación comercial y financiera de sectores y empresas.

La realidad le está dando una lección al gobierno: sólo hay 70% de acuerdos en los Consejos de Salarios y poquísimos evitando caídas de salario real y todavía pagando el costo social terrible de pérdidas de empleo y cierre de empresas.

Hay que volver a las bases sensatas: Uruguay debe ser un gran exportador y para eso se precisa gasto público acotado, tipo de cambio conveniente, tarifas y combustible baratos, pocas regulaciones y combate a las trabas inútiles, educación de alta calidad y promoción de los valores del trabajo responsable. Prácticamente todo lo que nos está faltando.

La cadena agroindustrial se está desmoronando. Si no se revierte la situación pronto, el país sentirá su real importancia. 

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