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A Gabriela Schimchak le preocupan mucho los temas medioambientales. Hace unos años llevó adelante, con una socia, la empresa Bienbebenido y ahora, mientras trabaja en su próximo emprendimiento (que tendrá que ver con lana), encontró una forma de unir su interés por el medio ambiente con la creatividad y la solidaridad. El upcycling es una forma de reutilización creativa, en base a la cual se transforman residuos en objetos de valor. Se crean objetos nuevos con otros ya usados, sin degradar el material. Este es el principio que sigue Schimchak con su proyecto voluntario La Sachetera de Montevideo.
El proyecto original nació en 2013 en Pacheco, una ciudad ubicada al noreste de Buenos Aires, cuando Goga Dodero, vestuarista de profesión, se dio cuenta de que podía coser los sachets de leche que ya se habían utilizado y ayudar con un elemento impermeable a personas en situación de calle. Schimchak replicó la idea en Montevideo hace dos años, ya que estaba buscando hacer “algún trabajo voluntario relacionado con el medioambiente”. “Googleando las encontré, me puse en contacto con ellas y lo copié en Montevideo”.
Bajo el nombre de La Sachetera de Montevideo, Schimchak confecciona capas para la lluvia, bolsos, sobres, sandalias, baberos, juegos y tejidos utilizando, únicamente, sachets de leche y yogurt, una tijera y una selladora de calor.
La materia prima son sachets de leche y yogur con el interior negro. Esto se debe a que la calidad de ese plástico, por su grosor, es mejor que el de los de leche fresca. "Primero se sellan los sachets, se hace una lona y de ahí se confeccionan los productos" contó Schimchak. Para crear una capa de lluvia son necesarios 40 sachets.
La Sachetera de Montevideo funciona como una red de ayuda: la distribución de los productos está en manos de diferentes grupos de voluntarios con los que Schimchak se contacta, que luego hacen las donaciones a escuelas. Además a través de sus cuentas de Facebook e Instagram, se dejan indicaciones de cómo donar los sachets para ayudar con el proyecto. “Es muy importante la manera en que nos entregues los sachets para que puedan ser utilizados” comienza diciendo el anuncio. El primer paso es abrirlos con tijera por los tres lados sellados, el segundo es lavarlos “como si fuesen un plato”, con esponja, agua y jabón, y por último se debe dejar secar, para que no tomen olor ni formen hongos por la humedad.
“Este es un emprendimiento cero comercial”, reconoció Schimchak que busca llevar adelante “un proyecto totalmente voluntario y solidario, en el que todos los productos son para donar”. Si bien comenzó sola, desde hace un año cuenta con la ayuda de “Hacete Cargo”, un taller de reciclaje que funciona desde 2016 en el Liceo Joaquín Suárez N°7 de Montevideo, al que ella asiste a trabajar con los alumnos.
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