Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano > OPINIÓN

La esperanza vuelve a sonreír

El sábado pasado un político legendario comenzó su campaña presidencial rumbo a la Casa Blanca
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04 de marzo de 2019 a las 15:30

Bernie Sanders tiene 77 años. De ser electo en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, tendrá casi 80 al momento de la toma de mando. Nació en 1941. Como todos los grandes políticos de la historia, a los cuales la edad  les teme, parece ser una persona atemporal. Tiene tanta energía y entusiasmo, que el sábado pasado, en un feroz día invernal, miles de personas se dieron cita a la intemperie en el campus de Brooklyn College para estar presentes en el acto inaugural de la campaña presidencial del senador por el estado de Vermont.

Con cero grado de temperatura y parados en el pasto congelado del recinto abierto donde se realizó el acto, los presentes desafiaron al clima inclemente, mejor dicho, se olvidaron de que era un día helado porque la esperanza ha regresado. En verdad, nunca se ha ido, pues en todo este tiempo, desde las elecciones presidenciales de 2016, la población estadounidense ha tenido la impresión de que la campaña presidencial anterior nunca se detuvo, de que el ciclo “contra lo mismo” continúa. Tan desastroso ha sido el gobierno de Donald Trump, sobre todo en lo más importante de todo, en el estímulo de la moral colectiva, que la presencia de Sanders jamás ha perdido protagonismo en todo este tiempo. Ahora, nuevamente, vuelve a estar bajo los reflectores principales.

El acto del sábado comenzó alrededor de las 11.50, hora del este (dos horas más en Montevideo) y concluyó cerca de las 13.30. El discurso del candidato presidencial tuvo varios oradores teloneros, que fueron calentando las mentes y los corazones de quienes fueron a ver y oír a Sanders, para darse un baño de ideas y entusiasmo en tiempos en que ambas cosas faltan. Moralmente, el país del norte va camino a la bancarrota, y seguramente ese será la alternativa de fondo para las próximas presidenciales que presentarán los demócratas a la ciudadanía: seguir con un presidente del cual se puede esperar lo peor, desde la mentira institucionalizada hasta la propagación de sentimientos racistas, o bien regresar a las ideas originales de la nación basadas en la unidad, por encima de todo ética. Tal como la realidad actual lo indica, Estados Unidos ha ido tan atrás en tantas cosas, que resulta no menos que extraordinario que un candidato, como Sanders, sea vitoreado por recordar que la unidad nacional solo puede ser posible con tolerancia y generosidad de espíritu, no bajo las invisibles leyes del miedo y del odio.

Con afirmaciones contundentes como, “debemos crear una economía y un gobierno que funcione para todos los estadounidenses, y no solo el 1 por ciento”, “Los principios de nuestro gobierno se basarán en la justicia: justicia económica, justicia social, justicia racial y justicia ambiental”, y “Quiero darles la bienvenida a una campaña que dice a los poderosos intereses especiales que controlan gran parte de nuestra vida económica y política que ya no toleraremos la avaricia de las empresas estadounidenses y la multimillonaria avaricia que ha llevado a que en este país haya más desigualdad de ingresos y riqueza que cualquier otro país importante en la Tierra”, Bernie se metió a la audiencia en el bolsillo y calentó los motores de cara a una campaña que será de las más duras en la historia de la Unión Americana. Todo indica que la base de sus votantes, que en las últimas primarias lo llevó a ganar en 22 estados, se mantiene intacta. Por lo tanto, parte de entrada como gran favorito, en un momento de creciente radicalización, peligrosa como toda radicalización, y más en un país que ya tuvo una guerra civil en la que murieron unas 620 mil personas.

La energía de Bernie Sanders es admirable. Si Joseph Biden (un año más joven, nació en 1942) decide postularse, como todos los signos provenientes de su campamento lo indican, la definición por la nominación del partido demócrata a la presidencia se definirá entre ellos dos. La juventud de hoy, la que va a votar por primera vez, recurre a la figura inspiradora de los abuelos para encontrar la alternativa a la ruina en desarrollo que preocupa seriamente a la mayoría. Trump, el presidente más improvisado en la historia estadounidense, ha dejado en claro, para la gente que todavía piensa, que el sillón presidencial solo lo puede ocupar alguien con trayectoria, inteligencia, sensibilidad y visión de futuro, precisamente, todo lo que en la actualidad falta.

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