La felicidad tiene un museo y está en Madrid

En lugar de obras de arte, el Museo de la Felicidad ofrece a sus visitantes de entre 3 y 105 años con más de 20 estaciones para redescubrir la propia felicidad.

Camas elásticas, toboganes y colchonetas son los pasaportes hacia esa sensación indispensable.

Pablo Claver es el director del Museo de la Felicidad, desde hace tiempo, se especializa en crear ambientes felices en el ámbito laboral. Inspirado en el primer museo, que funciona desde 2020 en Copenhague, abrió una sede en Madrid, con la premisa de “democratizar” las técnicas que se usan en las empresas para generar espacios de bienestar y alegría.

Claver cuenta que, al ver las caras de las familias y grupos de amigos, se puede comprobar que el movimiento, puede cambiar el pensamiento y las emociones.

Un enorme tobogán que atraviesa dos plantas del edificio devuelve, a los adultos, aquel momento feliz de la infancia.

Una máquina para reírse, la “máquina de la risoterapia” confirma que la risa es muy contagiosa: “El cerebro no distingue si la risa es verdadera o falsa, por eso sea cual sea su causa, es yoga para el cerebro”

Siguiendo el recorrido nos encontramos con un gran teléfono, para llamar a aquellas personas que se extraña.

El “abrazódromo” es otra de las paradas obligadas.  “La pandemia ha sido un disparador” que puso en evidencia la necesidad que los seres humanos tenemos de liberar las emociones y estar con otros” cuenta Claver.

“La felicidad no es un estado que se vive todos los días ni a todas horas, hay que vivir las emociones, pero nada nos impide buscarla”, explica el director.

Desde hace más de 30 años, la psicología positiva, combinada con la neurociencia, comenzó a estudiar la felicidad y a un “gran desconocido: el cerebro”. “No existe una receta mágica, pero proponemos que la gente tenga herramientas en la vida cotidiana” para buscarla, cuenta Claver.

Por el Museo de la Felicidad pasan familias enteras, grupos de estudiantes, amigos que se reúnen para celebrar un cumpleaños y también un público de entre 70 y 80 años que se anima y disfruta volviendo a tirarse por el tobogán de dos pisos.

Se trata de sumergirse en unas sensaciones más buscadas en estos tiempos y el objetivo es que los visitantes se vayan con la premisa de buscar, fuera del museo, aquello que puedan experimentar por primera vez.

Museo de la felicidad

Ronda de Valencia 8, Madrid
 www. museodelafelicidad.com