Un ejército de militantes y candidatos recorren Estados Unidos para llamar a votar el martes en las elecciones de medio mandato, donde se elegirán legisladores, gobernadores y autoridades locales. La oposición demócrata lo presenta como un referendo sobre la administración de Donald Trump a dos años de haber ocupado la Casa Blanca.
La oposición es consciente de que la historia de estos comicios suele ser fatal para el partido en el poder y espera un voto castigo aún más categórico contra Trump, a quien varios legisladores y candidatos acusan abiertamente de mentir, enterrar el sistema de protección social y dar rienda suelta a la extrema derecha.
Barack Obama en 2010, George W. Bush en 2006, Bill Clinton en 1994 y Ronald Reagan en 1986: cada uno perdió la mayoría en la Cámara de Representantes, cuyos 435 escaños serán enteramente renovados por dos años.
El vicepresidente, Mike Pence, reconoció el riesgo de una ola azul, el color demócrata, y llamó a sus seguidores a no abstenerse, prediciendo que “esa ola azul se estrellará contra un muro rojo”.
La pelea es muy diferente entre las dos cámaras del Congreso. En la Cámara de Representantes, donde los demócratas deben ganar 23 escaños para lograr la mayoría, los sondeos les favorecen a nivel nacional.
Una encuesta publicada el domingo por el Washington Post y similar a otras les dan 50% de intenciones de voto a los demócratas contra 43% para los republicanos.
En el poderoso Senado, donde solo 35 bancas de 100 están en disputa para mandatos de seis años, los republicanos marchan con ventaja, porque las elecciones –azar del calendario– tienen lugar sobre todo en estados conservadores.
Estados Unidos podría entonces amanecer el 3 de enero de 2019 con un Congreso dividido entre los dos partidos. Ese escenario es suficiente para poner trabas al jefe del Ejecutivo, que verá su agenda legislativa completamente bloqueada durante los 22 meses previos a la próxima elección presidencial, en noviembre de 2020.
Consciente de que la votación es un referendo sobre su presidencia, Donald Trump fue el primero en instar a quienes votaron por él a ir a las urnas.
En el cierre de la campaña, su mensaje es “muy simple”, como dijo el sábado: prosperidad y seguridad, vanagloriándose de la salud de la economía y una tasa de desempleo en su nivel más bajo en medio siglo. Una derrota de los republicanos, advirtió en Florida, precipitaría la llegada del socialismo y de hordas de criminales provenientes de América Central. “Bienvenidos a Venezuela”, dijo.
Del lado opositor, Barack Obama salió de su reserva para movilizar al electorado demócrata.
“Estoy aquí por una simple razón: pedirles que vayan a votar”, lanzó Obama el viernes, en el acto de apoyo a la mujer que podría convertirse en la primera gobernadora negra electa en el estado sureño, Stacey Abram.
“Estados Unidos se encuentra en una encrucijada, los valores de nuestro país están en juego”, declaró.
Aunque no nombró a Donald Trump, denunció un discurso que “intenta generar miedo”.
Fuente: Basado en AFP
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