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La gran batalla de Game of Thrones terminó: ¿Fue lo que esperábamos?

Que murieron pocos o muchos, que no se vio nada o que fue la batalla más épica de la historia de la tv; el tercer capítulo de GOT da para hablar un buen rato y preparar lo que se viene
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29 de abril de 2019 a las 17:18

Advertencia: Esta nota contiene spoilers de The Long Night, el último capítulo emitido de Game of Thrones. Si no lo vio y planea hacerlo, no siga leyendo.

Venían preparando el momento desde que se estrenó Winterfell, el primer capítulo de la última temporada. Corrección: venían preparando este momento desde que la serie se emitió por primera vez, en aquel arranque de 2011 que situó la historia del otro lado del muro y que puso a un par de White Walkers todavía muy primitivos –tenían una especie de taparrabos, por ejemplo– masacrando a unos pobres miembros de la Guardia de la Noche. En resumen, este capítulo era el punto más alto de una historia construida durante nueve largos años y siete temporadas y media, y uno de los momentos más esperados por todos los fanáticos de la serie.

Las expectativas, entonces, eran demasiado altas para The long night, que fue como se llamó este tercer episodio de la octava entrega de Game of Thrones. Eran altas porque sabíamos que durante la batalla de Invernalia, el hogar de los Stark sería asolado por oleadas infinitas de muertos vivientes. También porque que la pelea iba a estar difícil, porque sería de noche y porque nos habían dicho que nos dejaría boquiabiertos. Eso, al menos, habían anticipados las numerosas notas de prensa que hablaban de una de las batallas más grandes filmadas en la historia del audiovisual, con un récord de 55 noches de filmación incluidas. Y se esperaba con ansias, también, porque el segundo y emotivo capítulo previo nos había preparado para la despedida de varios personajes claves y prácticamente ya los estábamos llorando. Estaba todo claro y todo listo.

Y ahora es lunes, la batalla ya pasó y el saldo es sorpresivamente positivo. No solo sobrevivieron los personajes más importantes de la historia con apenas algún rasguño, sino que el Rey de la Noche, el villano más grande e implacable de la serie, es historia. Arya Stark, la pequeña y norteña máquina mortal entrenada en las oscuras estancias braavosi del Dios de los Muchos Rostros, se encargó de ensartarle acero valyrio en los riñones y desaparecerlo en un estallido de hielo. A él, lo siguieron el resto de los White Walkers y los millones de muertos que tenían bajo sus órdenes.

Cierto es que para llegar hasta allí los personajes tuvieron que atravesar una hora y veinte minutos de batalla sin cuartel. Como lo habían anticipado, el encuentro entre el ejército de los muertos y la resistencia de los vivos fue colosal. Por momentos una batalla épica, por otros una película de terror, The Long Night presentó algunos de los mejores momentos de toda la serie –los dothrakis cabalgando con los arakhs encendidos; los dragones, primero, recortados por la luz de la luna, luego enfrentándose en el aire en medio de una lucha de fuego y sangre; los muertos haciendo estragos dentro de los muros del castillo; el terror debajo de las criptas–. Estuvimos, podríamos decir, al borde del asiento. Y nos dejó varios callbacks a las primeras temporadas, entre ellos el épico "not today".

Los últimos veinte minutos funcionaron como el pico de la tensión narrativa: Sansa y Tyrion dándose por vencidos en las criptas, Jon perdido en medio de la batalla, solo y frente a un dragón zombie, Daenerys y Ser Jorah acabados y rodeados por muertos, Theon atravesado por la lanza del Rey de la Noche, los muertos acorralando a los vivos, todo coronado por la efectiva composición musical de Ramin Djawadi, que anunciaba el final y algo más. Y el algo más fue Arya y una particular daga que atraviesa toda la historia de la serie, algo que nadie previó. ¿Podemos decir que ella es Azor Ahai, la princesa que fue prometida, o todavía no? Se abren las teorías. 

The Long Night fue un episodio casi perfecto, que marcó un hito en la serie y en las redes –fue el más tuiteado de la historia, con 7.8 millones de menciones–, pero tuvo sus aspectos negativos. Varios seguidores de la serie se quejaron en las redes de que en la transmisión en vivo de HBO la imagen se vio mal, que su calidad no era la mejor y que por eso mismo fue difícil seguir la acción en medio de la noche en la que se situaba la batalla. Fue, en efecto, un capítulo oscuro, pero quien escribe no puede hablar de la calidad de la imagen ya que lo vio on demand; en la plataforma de HBO GO no hubo problemas en ese sentido. La realización de la batalla, en cambio, si puede haber influido en esta percepción; por momentos fue un poco confusa y era dificultoso seguir a los personajes claves en medio del caos del lugar. ¿Fue algo buscado, para que los espectadores empatizaran más con la desesperación del momento? Habría que preguntarle al director del capítulo, Miguel Sapochnik. 

También se cuestionó la falta de muertes "importantes". Es cierto que Jon, Daenerys, Tyrion, Sansa y el resto siguen vivos y coleando, sin embargo, las muertes de Ser Jorah, Theon y Beric Dondarrion fueron dolorosas –los tres están desde el principio–, y las de Edd, Melissandre y Lyanna Mormont –que se fue matando un gigante– ayudaron a hacer más íntima la masacre circundante y a propulsar la trama. Ahora, ¡se murió el Rey de la Noche! ¿Alguien pensó que eso iba a suceder faltando tres episodios para el final? No de este lado del teclado. Además, los personajes principales todavía tienen algunos compromisos con Cersei que cumplir, que espera tranquila y sentada en el trono de hierro. Eso sí: que Sam no haya muerto en medio de la refriega es, por lo menos, un caso extremo de plot armor –cuando el argumento impide que un personaje muera, por más que sea lógico y esté cerca del final–.

Ahora queda la verdadera recta final. Solo tres capítulos de una hora y veinte para el final más final de todos los finales. Como dice Daenerys en el adelanto del próximo capítulo, "ganamos la Gran Guerra pero queda la última". El bando del Norte esta diezmado y herido, pero todavía le quedan dos dragones y varios muchachos y muchachas con ganas de bajar a Cersei de la Fortaleza Roja. En el quinto episodio de la serie –que también lo dirige el bueno de Sapochnik– se decidirá quién se queda con el trono. 

Y tiene sentido. Al final, Game of Thrones siempre se trató de las relaciones, de hombres y mujeres sin magia complotando entre ellos, de caballeros, caballos, espadas e intrigas palaciegas, de las fortalezas y debilidades que hacen a sus personajes humanos, y de un trono, que protagonizará la verdadera disputa final de la serie. En ese escenario, un demonio mudo de hielo azul capaz de dominar las tormentas de nieve, de montar un dragón y de revivir a los muertos, tenía poco que hacer. Arya Stark se lo dejó claro a todos ayer.

 

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