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La increíble historia de Gio: pretendió retirarse para pilotear aviones y terminó en la selección

Giovanni González vivió la mayor parte de su niñez en España por la carrera de su padre; cuando volvió fue a Danubio, pero lo dieron de baja y reconstruyó su carrera en River
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15 de junio de 2019 a las 05:04

Juanchi andaba de compras por el supermercado. Llevaba el carrito mientras su señora miraba las góndolas. Moría la tarde en la fría Asturias, al noroeste de España, cuando de pronto se percataron que su hijo no estaba con ellos. Juanchi dejó el carro y salió a buscarlo. Al grito de “¡Gio! ¡Gio!”, se metió entre las góndolas. El chiquilín no aparecía. Los nervios lo entraban a gobernar. Fue entonces cuando decidió consultar al guardia de seguridad apostado en la puerta que lo tranquilizó: “Tiene que andar adentro, por acá no salió ningún niño”.

Hasta que allá, a la distancia, en una larga estantería plagada de juguetes lo divisaron. El travieso Giovanni Alessandro González, de apenas 3 años de edad, no tenía un autito, mucho menos un reconocido súper héroe de las historitas. No. Gio estaba con una pelota.

Fue el inicio de la historia. O, como reveló su padre Juan "Juanchi" González a Referí: “El indicio de que le gustaba la pelota”.

La historia del nuevo lateral derecho de la selección uruguaya es sumamente particular. La mayor parte de su niñez la vivió en Oviedo tras los pasos de la carrera de su padre Juan, aquel delantero surgido de Basáñez, que pasó a Nacional, jugó en Europa y en la selección. Luego, ya en Montevideo, Giovanni pasó por las formativas de Danubio y cuando le comunicaron que lo cortaban salió decidido a cumplir el extraño sueño de su vida: ser piloto de avión.

Giovanni no jugó al baby fútbol en Uruguay como lo hace la inmensa mayoría de los niños uruguayos.

Niñez en España

En 1997 el papá de Gio firmó contrato por cinco años con el Real Oviedo y los González emigraron a España. Paradoja del destino, el club había contratado como entrenador a Óscar Washington Tabárez que vio al pequeño Giovanni de chiquito corriendo atrás de la pelota cuando su padre lo llevaba a los entrenamientos. “Lo recuerdo como un niño con el pelo bien rubio”, dijo este año el director técnico.

“Lo llevaba a los entrenamientos de tarde y ahí corría en la cancha. Gio tenía el pelo rubio, largo, todo enrulado. Luego lo fichamos en los Alevines (categorías de niños en España) que jugaban en una cancha de césped sintético dentro del complejo del club". Allí, en la Ciudad Deportiva El Requexón, como se conoce al centro de entrenamientos del primer equipo del Oviedo y terreno de juego para todos sus equipos inferiores, Juan dejaba al pequeño Gio y se iba a entrenar. Cuando terminaba el movimiento con el primer equipo lo pasaba a buscar y volvían juntos a su casa.

El papá de Gio reveló que el niño pasaba todo el día con la pelota. “Nos dieron una casa de dos pisos. Y tenía espacio para andar correteando atrás de una pelota. Cuando tenía libre lo acompañaba a sus actividades y lo veía jugar. Metía como loco”, rememoró entre risas Juan González en la charla con Referí.

Pero en 1999 el delantero fue cedido a Atlético de Madrid y para no sacar a Giovanni del Colegio partió solo a la capital española. “Lloraba como loco, lo extrañaba al nene que se había quedado con su mamá y su hermanito porque en 1998 había nacido Bruno.

Cumplido su contrato con Oviedo, Juan González pasó a Granada en el año 2001 y narró a Referí que le pasó una cosa curiosa. “En Oviedo me pidieron que lo dejara jugando en el club pero era imposible, era muy chiquito”.

La historia de Juan en Granada duró poco por lo que en 2002 entendió que era el momento de pegar la vuelta.

El rubio de pelo largo

Juan regresó a Montevideo. Firmó contrato con Fénix. Y el pequeño Giovanni se tuvo que reinsertar en un nuevo mundo. Tenía 8 años.

Los González en ese entonces vivían en Camino Carrasco y 20 de Febrero por lo que Juanchi decidió llevar a su hijo a Danubio, porque le quedaba cerca debido a que los niños entrenaban en ese entonces en el Parque Forno.

“Recuerdo que lo llevaba todas las tardecitas. El monstruo tenía las piernitas bien flaquitas y el pelo largo bien rubio. No recuerdo quienes eran sus entrenadores en el baby de Danubio pero luego pasó a preséptima donde tuvo como compañeros a Josema Giménez y el golero De Amores”, reveló Juan González.

Cuando se le consultó de qué lo ponían, Juanchi respondió: “Él quería correr y hacer goles. Quería ir adelante, tipo 9, y allá iba. Pero viste como son a esas edades en las que corren todos en la cancha detrás de la pelota. Pero con el paso del tiempo se tiró más al medio, de volante”.

Penal por hamburguesa

Una lesión le impidió al papá de Gio tener continuidad en Fénix por lo que, para la temporada siguiente, se fue a River Plate donde estaba Martín Lasarte como entrenador.

En los darseneros Juanchi vivió una anécdota que tuvo como protagonista a Giovanni con el entonces golero titular de los darseneros, Alexis Viera.

Una tarde Juan llevó a su hijo al entrenamiento de River Plate en el Saroldi. Culminado el movimiento, como ocurre habitualmente, varios jugadores se quedaron en la cancha rematando tiros libres y penales. Y Giovanni le empezó a insistir a su padre que le quería patear un penal al golero. “¡Cómo no!”, le dijo Alexis Viera cuando escuchó al chiquilín. Acotando: “Vas a ver que te lo atajó”. En medio de las bromas de los jugadores el golero le tiró un desafío: “¿Qué apostamos que te lo atajo?”.

El chiquilín lo miró y respondió: “Una comida en McDonalds”.

Juanchi contó a Referí el final de la historia: “Gio era una ratita. Pateó y la clavó en el ángulo. El Gordo, como le digo a Alexis, se tiró pero no llegó y Gio salió corriendo, festejando el gol. ¿Si cumplió con la apuesta? Sí, le tuvo que pagar la hamburguesa en el Mac de Millán y Luis Alberto de Herrera”, concluyó entre risas.

El primer golpe

Una mañana de 2008, ya retirado del fútbol, Juan manejaba el ómnibus de Cutcsa en el cual desempeña tareas cuando un llamado lo sorprendió. Era su hijo Giovanni.

“Papá, te llamo para avisarte que no voy a ir más a Danubio porque vino un técnico nuevo y no me va a tener en cuenta. No me van a fichar, así que yo voy a seguir con los estudios porque quizás el fútbol no es para mí”. A Juan González se le hizo un nudo en la garganta. No supo qué responder. Solo atinó a tranquilizar a su hijo. “Vos quedate tranquilo que sé las condiciones que tenés, yo en algún lado te voy a conseguir”, le respondió.

Cuando Juan llegó a su casa el ambiente no era el mejor. “Gio estaba liquidado, lloraba, porque el fútbol es lo que ama”, contó el padre.

El “piloto” González

Giovanni lo tenía decido. Su padre contó que tenía todo pronto para continuar con los estudios apostando a un sueño que lo apasionaba: volar.

Pero, por esos días, el padre apeló a los amigos que fue cosechando a lo largo de tantos años jugando al fútbol. Llamó a Osvaldo Canobbio que en ese entonces era técnico de la Cuarta de River Plate. “Que venga y vemos”, le dijo su excompañero en Nacional en la década de 1990.

Cuando fue al club del Prado el chico tenía edad de Quinta división por lo que lo mandaron a las inferiores del club.

Cuando lo llevó a River en Quinta división estaba el Cascara Varelita. Canobbio era el técnico de Cuarta y en Tercera Edgardo Adinolfi. Hizo categoría por categoría hasta que Almada en 2013, lo hizo debutar en el Estadio en Primera contra Rentistas.

Y esa tarde estaba Juanchi, en el cemento. Allá en la Olímpica.

"A partir de allí no me perdí nunca un partido de él salvo que juegue en el interior. Al estadio de Peñarol voy siempre, ya me conocen y me tratan muy bien, aparte hace años que dejé de jugar y mucho no me recuerdan (por el pasaje en Nacional). A veces en alguna cancha chica media complicada me quedo en casa y lo miro por la tele", explicó.

En River, Gio fue realizando la escalera hasta llegar al último escalón previo a subir al primer equipo, la Tercera. En ese entonces el entrenador era Osvaldo Streccia.

“Recuerdo perfectamente cuando lo subimos. Llegó como un carrilero que jugaba unos metros más arriba del lateral. Pero con nosotros jugó todo el campeonato como lateral y se adaptó sin ningún problema, no le costó para nada el cambio”, comentó el entrenador a Referí.

Streccia agregó: “Gio era un jugador que se venía adaptado mucho a ese puesto. Tenía marca y la proyección que al día de hoy la mantiene. Mucha participación ofensiva, en Tercera marcaba una diferencia grande. Ese año ganamos el Apertura y la Tabla Anual”.

El ascenso

Al poco tiempo Giovanni fue ascendido al primer equipo por parte de Guillermo Almada.

“Lo venían siguiendo, tenemos buena vinculación con Guillermo y la Primera se nutre de jugadores de Tercera. Su ascenso se decide luego de la buena campaña que realizamos con la Tercera”, agregó Streccia.

Uno de los principales temores que se tiene cuando los jugadores de formativas son ascendidos es la adaptación al ritmo físico de Primera división.

El preparador físico de los darseneros en aquel entonces era Gonzalo Barreiro, quien explicó a Referí: “Era un jugador que estaba a la espera de su oportunidad y supo aprovechar su oportunidad. Siempre fue un gran profesional, un muchacho muy serio. Lo veía agazapado. River estaba consolidado ahí porque jugaban Herrera de un lado y Diego Rodríguez del otro. Pero después que entró no salió más”.

Barreiro acotó que se sorprendió con el crecimiento de Giovanni.

“Me llamó la atención lo que creció. Me fui al exterior y cuando volví lo vi exuberante. Esta chance en la selección se la ganó el gurí”.

Y lo que es el destino. De aquella tarde en la que Giovanni quería largar todo por no ser tenido en cuenta en las formativas de Danubio,  se terminó formalizando su pase a Peñarol.

Giovanni se enteró de la noticia estando de vacaciones con su hermano en Brasil.

La consolidación como lateral

Juanchi quisiera que Gio jugara más cerca del arco rival, pero ve bien su progresó como lateral.

“Hablando con él te dice que se está afianzado al lateral, que si tiene que jugar de volante lo hace, pero está afianzado de lateral. Le he corregido muchas cosas, no por el conocimiento del puesto, pero sí porque desde afuera se ven otras cosas”, apuntó.

Consultado sobre cuáles son esos detalles, el padre apuntó: “Los detalles que le dije son el tema de la ansiedad, que no suelte la pelota tan rápido, que piense un poquito, que tenga confianza cuando tenga oportunidades de definir, le digo que trate de pensar un segundito. Otra cosa: antes se tiraba al piso y apoyaba la mano y como que quería sacar la pelota y le dije que eso no. Tiene cosas para corregir”.

Su padre es su principal crítico. “Hablamos de fútbol y después de cada partido le digo las cosas que hizo bien pero le remarco más las que tiene que corregir. Nunca lo dejo allá arriba, sino que siempre le digo bien, pero… Él sabe que es para que mejore”.

Juan habla con orgullo y felicidad de su hijo. Dice que terminó los estudios secundarios y que cuando deje de jugar probablemente cumpla con su sueño de convertirse en piloto.

“Después de la carrera que hice, pensé que no había más nada después de todo lo que viví en el fútbol. Pero hoy soy más feliz que cuando jugaba. Como padre uno siempre sueña que el hijo va a seguir su carrera pero nunca pensé que iba a llegar este momento. Qué te parece, de llevarlo con 3 años de la mano a que llegue a la selección”.

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