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La maldición de Hill House, el último y terrorífico éxito de Netflix

En esta serie original, la plataforma se metió con el terror y con Shirley Jackson, una de las escritoras más importantes del género
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10 de noviembre de 2018 a las 05:04

Aveces pasa. Hay un escritor, una escritora, que tiene una bibliografía extensa, seductora, pero que, sin embargo, le cuesta emerger de un círculo contenido de lectores. En ocasiones es el propio lenguaje lo que condiciona; otras veces es el carácter de la obra. Por algún motivo la masividad se les escapa. Pero esos autores consiguen cruzar esas fronteras difusas cuando otro medio aparece para expandir su alcance. Pasó con Margaret Atwood, por ejemplo. La veterana escritora volvió al primer estante de las librerías más comerciales después de que la serie The Handmaid’s Tale se convirtiera en uno de los grandes sucesos televisivos de los últimos años. Sus libros se reeditaron con abundancia, se adaptaron más títulos suyos y los nuevos libros se promocionaron con entusiasmo.

Algo parecido sucede por estos días con la estadounidense Shirley Jackson (1916-1965), conocida por ser la madre del terror contemporáneo, pero poco leída por estas tierras. El legado de Jackson en la literatura actual es innegable: sin ir más lejos, Stephen King ha dicho que es una de sus máximas inspiraciones.

Shirley Jackson

Hace algunas semanas, Jackson volvió a la vida en Netflix. Como si de uno de sus tantos fantasmas se tratara, esta mujer –que se murió a los 48 años de un ataque al corazón ayudado por el sobrepeso, la ansiedad, los infinitos cigarros que se había fumado y los psicofármacos– está presente en una de las ficciones más populares del momento. La maldición de Hill House, adaptación libre de su libro homónimo, resultó ser un inesperado éxito de la plataforma, con varias reseñas positivas apuntalando la calidad de la serie y un grupo importante de seguidores que se entusiasmó y lo expresó sus redes sociales. 

Esta producción significó un nuevo impulso para la primavera que vive la obra de Jackson, que entre otras cosas tendrá su propia película biográfica. Elizabeth Moss –más guiños a The Handmaid’s Tale– se pondrá en su piel.

Volviendo a Hill House, en esta historia de fantasmas creada por la promesa consolidada del cine de terror Mike Flanagan, Netflix se sumerge en un universo escabroso, viciado de miedos humanos y terrenales, entre cuyas rendijas se cuelan el duelo, las relaciones familiares quebradas y las mentiras. Y sí, también los fantasmas. Porque los hay y tienen varias formas.

Los domingos en familia

En algún punto de la década de 1980, papá y mamá Crain, junto a sus cinco hijos, deciden mudarse a la enorme Hill House, una residencia señorial que planean remodelar y vender. Los Crain nunca fueron muy normales, pero desde el momento en que ponen un pie en Hill House, la palabra “raro” pasa a tener otro significado. 

Las cosas se complican. De a poco, todos comienzan a ver y experimentar encuentros cercanos con figuras aterradoras. La que está peor es mamá Crain (Carla Gugino), que empieza a verse influenciada por las visiones y a tener turbias conversaciones con sus hijos. Sí: se vuelve loca. En una noche muy extraña, donde nadie tiene muy claro qué sucedió, los espectros se sueltan y la casa muestra su hilacha. El padre –que es el actor que hace de Elliot en E.T el extraterreste– decide cortar por lo sano y salir corriendo con sus hijos. Su esposa, ya totalmente desequilibrada mentalmente, tiene un accidente en la casa y nadie la vuelve a ver. Y a partir de allí todos comienzan a vivir vidas separadas y marcadas por esa noche.

La serie viaja al presente, donde todos parecen haber pasado raya. Pero la tragedia vuelve y los afecta de manera directa. El pasado regresa para vengarse y atormentar a los miembros del clan Crain y estos deben unir fuerzas para encararlo y terminar lo que comenzó esa noche que todos intentaron olvidar. Porque si algo une a estos hermanos –ahora adultos– son los destrozos internos que el no saber qué fue lo que pasó les ha producido.

La maldición de Hill House de Netflix mantiene algunos nombres, el espíritu de la casa es el mismo y, en esencia, los miedos, productos naturales del hombre generados a partir de su experiencia con el mundo, están inalterados. Pero hay cambios y son muchos. 

Sin embargo, es un gran punto a favor. Flanagan  –que además de producirla, dirige varios episodios– logra readaptar la truculencia de la historia a tiempos modernos, y con eso jugar con varios tópicos más contemporáneos, como la incidencia de las drogas en sus personajes, sus dilemas sexuales y el aislamiento producido por las enfermedades mentales. Que cada uno de los miembros de la familia tenga un episodio para presentar su historia personal con la casa es otro punto que –en los papeles– podría resultar cansino, pero que en la práctica funciona y genera más empatía con esas personas que gritan, se pelean y se asustan a través de los diez capítulos de una hora.

A Hill House le sucede, sin embargo, lo que le sucede a varias series de Netflix. Su primeros seis capítulos son, de verdad, excelentes. Las historias encajan sin forzarse, los sustos son muchos y bien construidos, el ambiente es opresivo y inquietante. No se puede apartar la mirada de lo que sucede en pantalla. Pero esa tensión, ese ritmo envidiable y conquistador empieza a ceder ante parlamentos que se hacen demasiado largos y que explotan una veta teatral que no necesariamente es benigna. La serie se empantana, la sobre explicación pasa a dominar y el ambiente terrorífico pierde pie. Y es una pena, porque el final sortea el pozo y es bueno, pero no llega a estar a la altura de las excepcionales primeras seis horas de serie. 

Aún así, es una producción para destacar. En un mundo donde el terror aparece prostituído con frecuencia por la venta de entradas y los productos sin alma, La maldición de Hill House llega para mostrar que sí hay lugar para el género en el creciente mundo del streaming. Que el terror bien contado, el que ahonda en las miserias humanas y las expone, sí tiene espacio. Esta familia, que se desnuda por completo para el espectador y evidencia que los verdaderos fantasmas están en sitios próximos, es la prueba. Como escribió Stephen King en su Twitter tras ver la serie, Shirley Jackson estaría orgullosa. Y no se precisa mucho más que eso.

A tener en cuenta

El libro

A diferencia de lo que sucede en la serie, en el libro no hay una familia, sino que los que se meten en la casa a investigar son un grupo de cazafantasmas.

Jacksonmanía

Hay algunos libros de Shirley Jackson que se pueden encontrar en librerías. La editorial argentina Fiordo, por ejemplo, editó El reloj de sol, uno de sus más famosos. El de La maldición de Hil House no está.

¿Segunda temporada?

La historia de los Crain es bastante autoconclusiva, pero de seguro Netflix aprovechará el envión. En ese sentido, el creador de la serie dijo que le gustaría continuarla como producción antológica.

Más de Mike Flanagan

El creador de la serie ya tiene experiencia en el terror. Es uno de los directores jóvenes del género y entre sus películas destacadas se encuentran Oculus y El juego de Gerald, basada en una novela de Stephen King.

Mike Flanagan

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