El público acribilló a fotos a Invasor en su regreso a Maroñas<br>

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La mirada del campeón

Invasor regresó a Maroñas y paseó por el costado de la pista ante la ovación de los aficionados
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29 de junio de 2015 a las 05:00
Antonio Gandolfo trabajó 42 años en el Hipódromo de Mercedes. Ante la falta de tecnología, era el juez que dictaminaba en qué orden cruzaban los caballos el disco. Su hija, Olga, de 84 años, conoció ayer Montevideo por primera vez. "Vine a ver a Invasor", dijo desde la tribuna del Hipódromo de Maroñas.

Invasor se había despedido de Maroñas con la Triple Corona en 2005 y volvió ayer con un palmarés único. Triunfó en 11 de las 12 carreras que disputó. En 2006 ganó la Breeder's Cup y fue consagrado como el caballo del año en Estados Unidos. Al año siguiente, ganó la Dubai World Cup y se retiró por una fractura.

Con motivo del 12º aniversario de la reapertura del Hipódromo de Maroñas y en el intervalo de dos carreras, Invasor paseó ayer por la rotonda de espera. Generó en principio mutismo. El chasquido de sus herraduras contra el asfalto se mezclaba con los disparos de las cámaras de fotos. Alto, elegante, de patas majestuosamente largas, parece realmente de otro planeta. Paseó luego junto a la pista y fue ovacionado por el público.

Maroñas
Rosa Sejas junto a su suegra, Olga Gandolfo
Rosa Sejas junto a su suegra, Olga Gandolfo

"Se me erizó desde la punta de los pelos a los pies", confesó Gustavo Duarte, el jockey que lo montó en Uruguay. "Estoy por llorar, pero no quiero", dijo Duarte a El Observador luego de tocarlo y fotografiarse otra vez con el campeón.

Duarte asegura que apenas lo subió se dio cuenta de que era "de otro planeta". Basta mirar al caballo para entender al jockey. Invasor parece realmente una bestia divina. "En vez de cuarta y quinta, tiene sexta", cuenta el jockey que probó todas sus marchas sobre la pista de Maroñas.
Cerca del disco lo esperaban los hombres que lo vieron ganar sus primeras carreras.

Juan Luis Vio viajó en 2004 a Argentina, junto a Pablo Hernández y su hermano Luis Alberto, que falleció, para comprar un potrillo. Juan Luis, que tiene 78 años, y desde los 8 pasa sus fines de semana en Maroñas, lo eligió por la mirada. "Él no te miraba a vos. Miraba a lo lejos. El finado Pico Oribe me había dicho que caballo que mira a los lejos es un caballo bueno y se dio", contó ayer. Invasor sigue con la mirada a lo lejos mientras los flashes lo bombardean.

Juan Luis Vio Bado
Juan Luis Vio Bado compró a Invasor en 2004 por su mirada
Juan Luis Vio Bado compró a Invasor en 2004 por su mirada

Hernández, el socio de los hermanos Vio, vio ganar a Invasor en una de las carreras más importantes de Estados Unidos. "Fue el gol de Uruguay en un mundial faltando dos segundos", recuerda.
Para ellos, Invasor es Ghiggia, Maradona y Gardel. "Es el noveno caballo en cifras ganadas en la historia del mundo", advierte Hernández.

El campeón regresó a Uruguay para trabajar como padrillo. Hernández informó que su servicio cuesta entre US$ 2.000 y US$ 3.000. Su sangre es leyenda viva. l

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