Ricardo Peirano

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La pelota no entra por azar

La selección argentina, las posibilidades de seguir en el Mundial y un país dotado de todos los recursos naturales y gran potencial, pero que ha involucionado y perdido posiciones de privilegio
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24 de junio de 2018 a las 05:00
Mirando el pasado jueves el partido en que la Argentina cayó derrotada ante Croacia por 3 a 0 y puso en riesgo inminente su clasificación a los octavos de final, algo que sería catastrófico para el país, para la selección, para Leo Messi, para el descontrolado Jorge Sampaoli y para muchos directivos de la AFA, recordé el título de un libro muy interesante y apropiado a la ocasión. Se llama La pelota no entra por azar. Ideas de management desde el mundo del fútbol. Su autor es Ferrán Soriano, actual CEO del Manchester City y anteriormente Vicepresidente y Director General del F.C. Barcelona entre 2003 y 2008.

En ese libro, Soriano expone con claridad "cómo hacer de un club de fútbol una empresa exitosa, usando para ello las mismas estrategias, herramientas de gestión y sentido común que se usa en las grandes empresas del mundo". Y charlando con algunos amigos, convinimos que eso era lo que le estaba faltando desde hace mucho tiempo a la selección argentina de fútbol. Teniendo al mejor jugador del mundo, y seguramente a muchos jugadores exitosos que pudieran acompañarlo, es difícil explicar por qué la selección argentina estuvo penando hasta último momento en las eliminatorias para clasificar al mundial de Rusia, por qué tuvo que emplear a tres técnicos en ese período, y por qué todo dependió de la magia de la zurda de Messi en el último partido frente a Ecuador.

Durante ese tiempo la AFA careció de conducción, estuvo intervenida por la FIFA, fue rehén de las disputas entre los principales dirigentes que aspiraban a heredar el poder omnímodo y, por tanto, nefasto que tuvo por casi cuatro décadas Julio Grondona. Hombre al que hay que reconocerle una gran virtud: la sabiduría de saber morirse a tiempo para que no lo condenara el escándalo de la corrupción en la Conmebol y en la propia FIFA.

Falta de estrategia, falta de orden, falta de dirección y de objetivos. De todo ello careció la AFA en estos últimos años y, como dice el refrán, cuando las cosas se hacen mal, terminan mal. Salvo que Messi saque algún conejo de la galera, cosa que no siempre puede hacer y que tampoco se le puede exigir. Y menos aún, echárselo en cara cuando no lo hace como si él tuviera que cargar encima con todo el peso de la losa de la desorganización y el caos directriz. Como si, cual Superman, tuviera que solucionar todos los desaguisados de los demás. O, con su talento genial, tuviera que superar la falta de juego en equipo, de trabajo serio.

Si Argentina queda eliminada pronto, o incluso un poco más tarde, serán muchos los argentinos que dispararan contra su genial capitán. Pero en el fondo, estará bien que Messi no haya podido salvar a su cuadro porque su cuadro no merecía tal salvación. La selección argentina tiene todo para salir campeona siempre y cuando haga las cosas bien.

Y por hacer las cosas bien, me refiero a entender que "la pelota no entra por azar" sino por hacer las cosas adecuadas para que entre. Ferrán Soriano dice en su libro: "Si juegas bien, las marcas quieren asociarse contigo, y eso genera dinero para invertir en mejores jugadores, lo que te hará crecer. Si trabajas a largo plazo, la pelota entra". Y a contrario sensu, se podría decir que en Argentina predomina el cortoplacismo y que el cortoplacismo, aunque tengas al mejor jugador del mundo, es contraproducente para alcanzar buenos resultados. La pelota no entra.

Esta situación de desorden y desorganización, que frustra los talentos individuales y que impide alcanzar metas colectivas, nos remonta de alguna manera a lo que es la Argentina. Un país dotado de todos los recursos naturales, con una población educada (al menos formalmente), con un potencial enorme, que supo estar allá por comienzos del siglo XX entre los cinco principales países del mundo si los medimos por el ingreso per cápita. Pero también un país que hoy ha involucionado, que ha perdido posiciones de privilegio, que tiene un 30% de pobres, que ha sido superado por sus vecinos de América del Sur. Un país al que, como a su selección de fútbol, le falta institucionalidad, orden y dirección. Un país que no termina de encontrar su verdadero lugar en el concierto de las naciones.

No sé que ocurrirá con Argentina en este Mundial de Rusia. Pero en el mundial de la prosperidad económica y del desarrollo social, sí que debe reaccionar y reaccionar decididamente. Talento hay. Lo que hacer falta es sustituir ese "espíritu de la factoría", individualista y peligroso por el cual cada uno tira para su lado, que detectaba Ortega y Gasset en sus visitas a la Argentina allá por los años 30, por "un sugestivo proyecto de vida en común" que para el filosofo español debía ser el fundamento de toda nación bien constituida. Y si eso se consigue, seguro que "la pelota entra". Y no por azar, como otras veces.

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