Santiago Paiva

Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

La promesa de Danubio que creció admirando al Cacique Medina

Santiago Paiva salió de Unidad Casavalle, sufrió de chico cuando a su primo le pegaron un balazo y le amputaron una pierna, pensó en abandonar y encontró en Alexander Medina un espejo y un consejero
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07 de mayo de 2019 a las 05:03

La vida le pegó a Santiago Paiva. Se crió en Unidad Casavalle. A su primo le dieron un balazo y perdió una pierna. Como su padre no tenía trabajo, muchas veces no había plata para el boleto y se iba a entrenar en bicicleta. Cuando arrancó no lo ponían y muchas veces ni siquiera lo citaban, lo que lo llevó a pensar en abandonar el f’utbol.

Pero en su camino se encontró con un consejero de lujo para no claudicar en su sueño: el Cacique Alexander Medina.

La curiosa historia del Cacique de Danubio va de la mano del hombre de quien heredó el apodo.

Santiago Paiva jugó al baby fútbol en La Luz Tacurú, el club de la Unidad Casavalle. Cuando marcaba un gol, apoyaba una rodilla en la cancha y simulaba sacar el arco, poner la flecha y lanzar. El mismo festejo del Cacique Medina.

Un día su padre, sabedor de la admiración de su hijo por el entonces delantero de Nacional, lo llevó a Los Céspedes a conocer a su ídolo. El chiquilín quedó sorprendido por la forma en que lo recibió Medina. Le regaló una camiseta y alguna vincha.

Los captadores de Danubio, el Cholo Trueba, Daniel Burgos y Tito Larrosa, se enteraron del botija que metía goles y lo fueron a buscar. Lo inscribieron en el baby del club de Maroñas. Fue el inicio de una relación que se mantiene al día de hoy luego de recorrer todas las formativas con la franja en el pecho. Durante ese tiempo perdió contacto con el Cacique Medina.

Aquellos primeros años en Danubio no fueron sencillos. Su padre a veces no encontraba trabajo y su mamá es empleada doméstica.

“Fue sacrificado, como toda familia de un barrio humilde. Cuando había, había y cuando no había mala suerte. Pero el apoyo de mi familia para ir a entrenar lo tuve siempre”, contó Paiva a Referí.

Agregó que varias veces se fue en bicicleta o le pedía dinero prestado a sus familiares para el boleto. “Los zapatos me los compraba mi representante Gustavo Santorini con el que estoy desde los 7 años. Eso no me faltó nunca”.

Pese a las carencias, Paiva reveló que el plato de comida jamás falto. “Eso nunca, jamás me acostó sin comer”. Y reveló que en Tacurú, tenían un comedor donde luego de los partidos les daban de merendar.

El balazo al primo

El barrio se empezó a tornar complejo. Los episodios de violencia y delincuencia eran reiterados. A la familia de Paiva le tocó vivir una situación que los marcó.

“Un primo, lamentablemente, estaba en un plaza y lo encaró otra persona. Le dieron un tiro y le tuvieron que cortar una pierna… horrible. Le pegaron un balazo. Eso me marcó, fue un momento horrible para toda la familia, para todos. De ahí hablamos con mi representante que no daba para más. El barrio estaba complicado en ese momento, estaban pasando muchas cosas y no daba para estar ahí”, contó Paiva a Referí.

Fue entonces con el contratista le consiguió una nueva vivienda a la familia Paiva en la Unión.

“Cada tanto voy al barrio porque tengo a mi familia allí, mis abuelos, mis tíos, toda la familia de mi padre. Mis amigos son de Unidad Casavalle. Ahora por suerte está más tranquilo”.

Los consejos del Cacique

Cuando estaba en las formativas de Danubio rastreó a Medina a través de Facebook y retomaron la amistad que mantienen hasta el día de hoy.

Santiago reconoce que se iba a mirar los entrenamientos de Nacional para ver al Cacique.

“Siendo jugador de Danubio iba a verlo. Iba para conocerlo, me daba consejos. Yo lo admiraba y él sin tener por qué hacerlo me daba consejos, me ayudaba, me habló de niño. Es admirable todo lo que hizo por mí”, contó Paiva.

Aquellos primeros pasos en Séptima y Sexta no fueron sencillos. No jugaba y muchas veces ni lo citaban. “Me costó, yo no jugaba, era suplente. Hubo momentos que decía ‘no voy más’, pero mi familia siempre me apoyó y yo  siempre calladito, laburando con paciencia”.

En las formativas de la franja Paiva jugó más de 80 partidos donde marcó más de 60 goles, según se consigna en la página web del club. Fue goleador del Campeonato Uruguayo sub 17 de 2016 con 35 tantos. Paiva acotó: “Fueron 36 en total porque anoté uno en la final contra Peñarol en el Capurro donde salimos bicampeones”.

Ascenso, sueldo y selección

Cuando jugaba en la Quinta división de Danubio el técnico Leonardo Ramos lo ascendió al primer equipo. Tras su alejamiento tomó la conducción el argentino Pablo Rodríguez con el que realizó la pretemporada. Tras el cambio de entrenador, Gastón Machado lo mandó a Tercera. Y fue recién en el interinato de Roberto Roo cuando debutó en el primer equipo.

En juveniles recibía un viático que le ayudaba a pagar los boletos para ir a entrenar. En junio de 2017 lo llamaron para que fuera a la sede a firmar su primer contrato. “Pah, fue increíble, un momento soñado, de lucharla de chico, de soñar en el baby de Aufi a jugar en primera división y tener un contrato era algo increíble”, recordó.

Paiva contó que con el dinero del contrato pudieron salir del barrio. “Mi representante nos sacó a vivir a otra casa. Mi madre pudo conseguir otro trabajo y pudimos mantenernos mucho mejor”.

Sus actuaciones lo llevaron a la selección sub 18 de Uruguay. Estuvo un mes y medio donde tuvo la chance de jugar defendiendo a la celeste en amistosos contra Inglaterra y Chile.

“Pah, entrás ahí (al Complejo Celeste) y no querés salir nunca más, es algo impresionante, increíble, inolvidable. Es tremendo. Sé lo que se siente porque lo experimenté”

El pasado fin de semana, con 20 años recién cumplidos, Santiago vivió otra experiencia nueva. Danubio perdía 3-1 con Juventud en Jardines. Grosmüller descontó antes del cierre del primer tiempo. Paiva lo empató a los 65 y a tres del final apareció otra vez para darle la agónica victoria a la franja.

Paiva recordó ese final a pura adrenalina diciendo a Referí: “Pah, el gol más importante que he tenido en toda mi carrera, la verdad que me emocioné un montón, se me cayeron las lágrimas. Un sueño para mi, de chico que soñaba con debutar en primera y hacer un gol en la hora para la victoria es algo que no me lo olvido nunca más. Me emocioné, se me pasaron mil cosas por la cabeza, la lucha de chico, los buenos y malos momentos, no fue fácil para mí y ver a toda la gente contenta fue increíble”.

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