Una recuperación esta semana en Chicago alejó las referencias locales de la soja del piso de US$ 300 por tonelada, pero no mucho, lo que limita la oferta cuando ya se apronta la cosecha. Con buenas perspectivas de rendimiento, resta por ver a qué niveles de precios podrían activarse más negocios, con valores que en el corto plazo estarán por debajo de lo presupuestado por los agricultores.
En los últimos días se afianzaron las señales sobre un posible acuerdo entre China y Estados Unidos. Este jueves culminó una nueva ronda de conversaciones entre funcionarios de los dos países que se cerró con una reunión con el presidente Donald Trump. Se especula sobre cuándo se daría la reunión entre los presidentes de ambos países y sobre lo que se comprometerá China a comprar de productos estadounidenses.
Más allá del impacto del acuerdo, lo cierto es que la oferta global sigue siendo abultada, cuando ya entra la cosecha argentina que se suma a la brasileña.
En Estados Unidos el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) proyectó una caída de 5,1% en el área de soja en 2019. Todavía resta por ver si se cumple esta proyección, en función del clima en Estados Unidos.
Tomando los stocks que quedarían de la actual zafra, aún con una caída de área la oferta estadounidense seguiría siendo elevada si se obtienen rendimientos promedio en ese país.
En Uruguay se han dado cosechas puntuales de cultivos de ciclo corto implantados temprano, pero el impulso de los trabajos se consolidaría sobre la segunda parte de abril. Los precios llegaron a testar y quebrar el piso de US$ 300 por tonelada, aunque en esta semana se dio una valorización que podría acercar las referencias a US$ 310 base acopio sobre Nueva Palmira. Se trata de valores que están por debajo de lo presupuestado originalmente, aunque es posible que en un porcentaje relevante del área los rendimientos terminen por encima del promedio. Si hubiera un avance adicional, se podrían cerrar negocios especialmente para cumplir con las obligaciones financieras aunque hay plazo hasta el cierre de mayo.
Los agricultores aspiran a tener plazos de almacenaje y anticipos para poder esperar a alguna valorización futura de la soja. Los exportadores necesitan que, al menos, los productores fijen en primas (la diferencia del valor local respecto a Chicago) como para poder cerrar barcos.
Habrá fuerte presión logística en la medida que entre la cosecha a cobrar fuerza, dado que hay previstos en el corto plazo un número reducido de embarques.
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