La Expo Prado casi siempre es una fiesta. Desde los tiempos de la aftosa la exposición crece en genética, público y camaradería que no conoce de grietas. Y hasta un mes atrás esta exposición apuntaba a ser una fiesta total, porque el trabajo ganadero nunca había sido tan bien premiado en los mercados del mundo y eso se trasladaba a todos los precios, desde la tonelada exportada al precio del ternero y por lo tanto, la expectativa de precios excelentes para la genética que se pone en consideración a partir de estos días hasta el final del año.
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