Junto a un cuadro de Nacional

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Los 1.200 km en un Fiat Uno para jugar en la selección, los balazos en Medellín, Danubio 1988 y Nacional; la vida de Fernando Kanapkis

Durante el Mundialito de 1980 fue cuidacoches en el Estadio Centenario y estuvo a punto de fichar en Peñarol
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02 de marzo de 2024 a las 05:03

Fernando Kanapkis mantiene el número de celular desde 1995, cuando tuvo su primer Movicom, aquellos teléfonos enormes que parecían un ladrillo. Protagonista de un fútbol de otra época, el Caballo Kanapkis fue figura de la selección uruguaya en la Copa América de Ecuador 1993 y en las Eliminatorias 1994. Aquella que se desangró en una guerra interna entre futbolistas "repatriados", el técnico Luis Cubilla, el empresario Francisco Casal y los periodistas.

Una vez fue capaz de viajar más de 1.000 kilómetros manejando un Fiat Uno junto a Héctor Morán para ganar un día de entrenamiento con la selección.

Pero también fue uno de los futbolistas que más jugó en aquel equipo de Danubio de 1988, llamado "Los pibes de Walt Disney", que obtuvo la primera estrella de Campeón Uruguayo desarrollando un fútbol maravilloso y que llegó a semifinales de la Copa Libertadores 1989.

Danubio, un equipo que marcó la historia

En esta nota cuenta sobre los balazos en la madrugada previa al partido contra Atlético Nacional de Medellín, su pasaje por Nacional en 1995 y 1997 y una teoría que asegura sin dudarlo: "Si hubiera VAR en la época del quinquenio, Peñarol no es campeón todos los años".

El lituano que se instaló en el Cerro

El apellido Kanapkis es de origen griego, pero su padre era un constructor nacido en Lituania. Llegó a Uruguay después de la Segunda Guerra Mundial y edificó su casa en el Cerro. Cuando Fernando tenía un año y a raíz del cierre de los frigoríficos ubicados en esa zona, se mudaron al Parque Batlle.

"Nací en el Cerro pero soy de La Blanqueada", aclara Kanapkis, que a los 57 años sigue viviendo en la misma casa que también construyó su papá. Sus abuelos por parte de madre eran españoles.

Empezó a jugar al baby fútbol en el Intermezzo Pocitos, que tenía su cancha frente a la tribuna Olímpica del estadio Centenario. Una época en la que se podía jugar al fútbol y a la paleta en la calle hasta las 2 de la mañana, sin correr peligro.

Kanapkis sigue viviendo en la casa de su niñez en el Parque Batlle

Tiempos en los que junto a los amigos abrían la puerta de los taxímetros que llegaban con gente al estadio los días del partido para "hacer la plata para la pizza y la Coca Cola". Durante el Mundialito de 1980 Montevideo se llenó de extranjeros y Fernando, con 13 años, también cuidó coches a cambio de la propina, y en los últimos 15 minutos de los partidos, cuando se abrían las puertas del Estadio, corrían a ver el final de los partidos.

Cuando relataba Víctor Hugo Morales y sorteaba zapatos de fútbol, daban toda la vuelta hasta la tribuna América para participar. "Era una infancia sana, hoy estoy en el mismo barrio, mi casa la tengo con cámaras por todos lados, y no hay un día que no haya un problema, que entraron a una casa, que roban un auto", señala Kanapkis con cierta melancolía.

Los chiquilines que salían del Intermezzo iban a Peñarol y estuvo a punto de fichar en los aurinegros, pero su mamá no lo dejó porque los horarios de entrenamiento no eran compatibles con los del estudio.

Aníbal Arbelo, exjugador de Fénix y vecino del barrio, lo llevó a practicar a Capurro cuando tenía 15 años. Entrenó en Quinta, pasó a Cuarta que era la reserva porque Fénix competía en la B y el técnico Manolo Keosseian lo ascendió a Primera con 17 años.

En Danubio marcando al Pompa Borges

Después se quedó seis meses sin jugar porque un tío lo quiso llevar a Venezuela y no llegaron a un acuerdo con Fénix. Así que consiguió para practicar en Danubio. Era otro incentivo, de jugar en un equipo de la B a pasar a uno de la A.

"En Danubio me querían y yo quería quedarme, aunque fuera de suplente. Me había sentido muy bien ahí". Un ciclo tremendamente exitoso del equipo de Maroñas en juveniles. 

Kanapkis ingresó a la Tercera división y en 1986 el equipo estaba complicado en el descenso y el técnico Luis Cubilla ascendió a Primera a varios juveniles  para jugar unos partidos decisivos. Entre ellos estaban Kanapkis, Polillita Da Silva, Edinson Suárez, el Pompa Borges.

Para el año siguiente Cubilla jugó con toda aquella camada de juveniles y no le fue tan bien, pero cuando le dejó el equipo a Ildo Maneiro a principio de 1988 le dijo: "Tenés el mejor equipo de América".

El Danubio que hizo historia en Uruguay y en América

"Como quien dice, Cubilla pagó el derecho de piso, el fogueo, el primer año -recordó Kanapkis-. El segundo año de ese equipo fue en 1988. Había algunos jugadores grandes, como el Rata Dalto, Zeoli, pero el promedio era de 22 años. A ese Danubio lo iban a ver hinchas de todos los equipos. Llenaba los estadios. No creo que haya otro equipo menor con semejante campaña. Les ganamos a los grandes, fuimos campeones del Competencia y del Uruguayo y llegamos a semifinales de la Copa Libertadores".

Después de empatar 0-0 en Montevideo contra Atlético Nacional de Medellín, Danubio fue a buscar la clasificación a la final del torneo continental al Atanasio Girardot. Una utopía: al club colombiano lo financiaba Pablo Escobar, líder del cartel de Medellín.

"El día antes del partido fuimos a un hotel que quedaba en una montaña, creo que se llamaba El Balcón, para salir un poco de la ciudad. Cada habitación tenía hasta dos policías vigilando. A eso de las 2 de la mañana empezó un estruendo de bombas y bombas. Para no dejarnos dormir los hinchas se acercaron hasta donde pudieron y empezaron a explotar bombas. Los policías que estaban en las puertas de cada habitación salían al balcón y disparaban. Una locura. Después les preguntamos si eran balas de verdad y nos decían que sí, porque tenían la obligación de cuidarnos ,que nadie se acercara. En realidad se durmió bastante incómodo esa noche", contó Kanapkis.

Kanapkis en un rincón de los recuerdos

Hace unos días vio una película de narcos, que están de moda en las plataformas, y vio escenas de ese encuentro. "Además está el cuento de los jueces (argentinos) de ese partido, que les entraron en la habitación y les dejaron una valija con 1 millón de dólares", pero de todas formas, "no perdimos por culpa del juez; Usuriaga pateó de la mitad de la cancha y la metió en el ángulo, lo que era la cancha, era imposible", recordó. Atlético Nacional, que luego se consagró campeón de América, le ganó 6-0 a Danubio.

Cuando empezó el año 1988, el presidente de Danubio, el ingeniero Arturo Del Campo (padre del actual presidente franjeado), no solo les ofreció a los jugadores premios por ganar, también por hacer tres goles o más por partido. Un gran incentivo para el plantel.

"La gente no entendía que nosotros íbamos ganando 2-0 y jugábamos como si estuviéramos perdiendo, eso fue increíble. Ahí tenés la mentalidad de un dirigente y de ese equipo, que jugaba y goleaba porque teníamos premios por hacer tantos goles", explicó.

Además, "en la Copa Libertadores no era como ahora que pagan platales; nosotros íbamos a un porcentaje de las entradas vendidas, entonces cuando jugamos contra Nacional, que venía de ser campeón de América y del Mundo, me acuerdo que fue a estadio lleno y nosotros estábamos preocupados por saber cuántas entradas se habían vendido, que no hubiera ninguno colado, que pagaran todos, así cobrábamos más. Hoy hay plata por todos lados en el fútbol, hay copas de toda índole, hasta los que pierden ganan plata, la televisación, las aplicaciones...", señaló.

Una caricatura de su época en Mandiyú de Corrientes

Danubio eliminó a Nacional de aquella Copa, empatando 0-0 en la ida y ganando 3-1 en la revancha.

"Cada vez que hacemos las comidas, porque todos los años nos juntamos los del 88, recordamos las anécdotas".

Mandiyú de Corrientes y la molestia con Danubio

De Danubio, Kanapkis salió a préstamo a Mandiyú de Corrientes del fútbol argentino. Un equipo que siempre tenía varios jugadores uruguayos. "Me fue muy bien, me adapté rápido y fue impresionante lo que crecí".

Al final del préstamo quería quedarse en Mandiyú, pero el equipo no hizo uso de la opción a tiempo y cuando intentó hacerlo, Danubio subió la cotización. "Lo que había ganado en seis meses en el fútbol argentino no lo había ganado en seis meses en Danubio, saliendo campeón de todo".

Pero tuvo que regresar a la franja, aún contra su voluntad. "No quería venirme, estaba mal. Y me convenció el Ingeniero Del Campo diciéndome que me iba a vender a Europa, aunque yo quería seguir en Argentina. Seguí cuatro o cinco meses acá (en Uruguay); había vuelto de Argentina con ritmo impresionante porque en aquella época había una diferencia abismal en canchas, en todo, te hacía jugar a un ritmo más rápido. Cuando volví jugué bastante enojado y una vez con Claudio Biaggio nos echaron a los dos en un partido con Cerro. A mi me habían echado en un partido anterior, entonces me dieron como nueve fechas de suspensión. Como el equipo argentino seguía interesado a fin de año y como en Danubio veían que yo estaba enojado, me vendió a Mandiyú".

Kanapkis con la camiseta de Mandiyú

Participó de las mejores campañas del equipo correntino en Primera división. En 1991 terminó tercero en el Clausura detrás de Boca Juniors (campeón) y San Lorenzo.

Continuó su carrera en Atlético Mineiro, que adquirió el pase en 1993. "Quedé asombrado de la gente. Al jugador lo tienen como un Dios, más que un ídolo. Viste que en el fútbol uruguayo dicen, este se droga, chupa, anda en la joda. El primer día que llegué a Belo Horizonte estaba en el hotel y ahí el portugués es muy cerrado, no entendía nada. Me fueron a buscar a la habitación porque por teléfono no entendía lo que me decían y me bajan porque me buscaba gente. No me olvido más, una multitud, una calle cortada, para pedirme autógrafos, sacarme una foto. Y ahí las redes no existían".

En el clásico contra Cruzeiro le tocó sufrir a un delantero que estaba apareciendo en el fútbol brasileño y que tenía 17 años: un tal Ronaldo Nazario de Lima.

Los dos ciclos en Nacional y el quinquenio de Peñarol

Nacional se interesó en Kanapkis en 1995 y el futbolista dio un paso del que se arrepiente: "Siempre le digo a los jugadores jóvenes que cuánto más puedan estar afuera, mejor. Porque cuando volvés, es muy difícil salir otra vez. Volver tenés que volver y terminar acá la carrera, pero siempre hay tiempo. Tendría que haberme quedado un par de años más y me vine", expresó.

Jugó en Nacional ese año, en 1996 pasó a Huracán Buceo y regresó a los tricolores en 1997, cuando Peñarol logró el quinquenio.

"En Nacional había mucha joda, en todo. Hay cosas que no las sabía, como hoy, pero en otro nivel. Si hubiera VAR en la época del quinquenio, Peñarol no es campeón todos los años, eso lo aseguro. No por goles tan inválidos, sino por temas de expulsiones, por offside. Peñarol era puro pelotazo y hoy están midiendo el dedo de un jugador. Se enojan los de Peñarol cuando lo digo, pero es la verdad. Aparte, si me decís que ese Peñarol era el Danubio de 1988... Buscame un gol de 1988 a ver si hay alguno de pelotazo. O cuántos goles de pelota quieta, de tiro libre. Todas eran jugadas, Danubio jugaba al fútbol. Eso fue pelotazo, arreglos, el partido de Defensor. Aquellos partidos suspendidos", analizó Kanapkis.

Kanapkis durante un clásico en 1995

Acotó que "en las últimas épocas la vez que lo vi jugar bastante al fútbol a Peñarol fue con Larriera. Jugaba al fútbol. Ahora, que le quiten lo bailado, no es que esté llorando, estoy diciendo una realidad. Te pongo un ejemplo: si el presidente de Nacional en esa época era Damiani, ¿qué hacía con el partido con Defensor? Pone un jugador inhabilitado o sin ficha médica y después llama por teléfono al de Defensor para que haga la denuncia. En esa época había todo eso. El presidente de Nacional era Ceferino Rodríguez, con todo respeto".

Se refiere al partido por la penúltima fecha del Clausura 1997 que Nacional le ganó 1-0 al violeta con gol de Juan Ramón Carrasco. Si ganaba Defensor eliminaba a Peñarol de la definición del Campeonato Uruguayo.

Manifestó que no tuvo ni buena ni mala relación con Ceferino, "no tuve relación". El dirigente que lo llevó las dos veces a Nacional fue José Da Fonte.

"Antes en el fútbol valía todo jugando de cualquier forma, ahora tenés que tratar de jugar mucho mejor y las picardías no pasan porque paran el partido 10 minutos igual. Que me disculpen, pero en los cinco años no sé si alguno de esos Peñarol jugó bien. Andá a decir ahora 'salimos', 'segunda pelota'. ¿Era válido? Si, no lo discuto, pero hoy en día no es campeón. Después tenía mucho peso y mucha inteligencia afuera, porque antes se jugaba mucho afuera. Ahí está la muestra de lo que era Damiani y lo que era Ceferino Rodríguez, en conseguir logros fuera de los 90 minutos y ese era buen equipo de Peñarol. Las épocas son diferentes", añadió.

En el último tramo de su carrera defendió a Rampla Juniors, Paysandú Bella Vista, Racing y terminó en Alianza con 40 años.

Su etapa de en la selección de los 'repatriados'

Cuando Kanapkis jugaba en Fénix fue convocado a la selección juvenil por Aníbal Gutiérrez Ponce. Compartió equipo con Ruben Sosa y con Daniel "Coquito" Rodríguez.

Luis Cubilla lo convocó a la selección mayor cuando jugaba en Danubio y en 1993 fue un pilar de la celeste que participó en la Copa América 1993 y las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos 1994.

Selección uruguaya de 1993; Kanapkis el segundo de los parados desde la izquierda

Contó que cuando firmaba un contrato con un equipo ponía a la selección en primer lugar y recordó una anécdota: "Cuando estaba en Mandiyú nos citaron a la selección con el Indio Morán para jugar un partido contra Argentina en el Centenario. Nosotros estábamos en pleno campeonato y el partido era un jueves. Teníamos que tomar un vuelo de Corrientes a Buenos Aires y otro a Montevideo. Perdíamos un día. Entonces le dije al Indio, 'vamos en auto'. Arrancamos en un Fiat Uno, toda la madrugada manejando. Son unos 1.200 kilómetros y le dije el Indio para manejar la mitad cada uno, pero al final manejé más yo porque él era un desastre, me tenía a los saltos. Íbamos a terminar jugando con el barbudo arriba".

Ese partido, donde estuvo en disputa la Copa Lipton, se jugó en setiembre de 1992, terminó 0-0 y Kanapkis fue expulsado.

Luego llegó una época conflictiva de la selección: "Aquella selección se hizo daño porque de repente Cubilla tenía una forma de ser muy especial y dijo que quería jugar solo con jugadores locales y era imposible. Creo que él también se dio cuenta que se equivocó, pero en sí después eso trajo una guerra entre Casal que era representante de todos esos jugadores que estaban en Europa y esos problemas se reflejaron en la selección. Teníamos una muy buena selección, Francescoli, el Pato Aguilera, Siboldi, Fabián O'Neil. Eso le hizo daño, pero yo que estaba adentro aseguro y pongo las manos en el fuego que esa selección siempre jugó a ganar. Porque en algún momento se decía que los repatriados no jugaban con ganas. Al contrario, fue impresionante, jugábamos todos al máximo. Se terminó pagando y quedamos afuera del mundial", repasó.

El curso de entrenador y el error de Bielsa

Antes de terminar su etapa de futbolista tuvo escuelitas de fútbol en Paysandú, en Young y en Montevideo, junto a Juan Ravera. Llegaron a tener 329 niños. Luego se recibió de Entrenador. "Hice el curso tarde, porque siempre mi madre me decía hacé el curso de entrenador y yo no quería. Después que falleció mi madre lo hice".

Antes de la pandemia de covid-19 trabajó dos años en las inferiores de Miramar Misiones y el año pasado dirigió en la Cuarta de Fénix.

El año pasado Kanapkis dirigió la Cuarta de Fénix

"Me gusta, lo que veo que hoy tenés que estar muy bien rodeado, tener un buen grupo de trabajo y tener suerte con la elección de los jugadores en todos los sentidos. Eso influye mucho, hay muchos contratistas. Antes uno hablaba del Paco y dos más. Ahora, yo te digo porque trabajé inferiores, ya en Sub 16 tienen todos representantes. Todo eso juega otro papel, hay que tener suerte, mucha inteligencia y estrategia. No solo el técnico dirige, implica muchas cosas. Por ejemplo lo de Bielsa: trata de rodearse bien y el hombre indudablemente fue puesto para hacer una limpieza, pero también por la importancia y la forma de trabajar. No es muy simpático a veces para la gente o los periodistas, pero ahora veo que todos nos equivocamos; Bielsa se equivocó en el Preolímpico, dicen que el dulce pica los dientes. Venía bárbaro, y ¡qué necesidad tenía de complicarse la vida! Si él está de costado es lo mismo. Esperemos que no pase a mayores", señaló.

Durante su etapa de técnico en juveniles tuvo que llevar pelotas o inventar pesas porque no había gimnasio. "Hoy en día el técnico no solamente tiene que trabajar bien, sino que tiene que lidiar con muchas cosas. Imagino lo que deben ser los clubes, hace muchos años estando por Europa veía que todos los cuadros eran SAD, hoy en día es mucho negocio, pero los clubes tienen que crecer. Por eso no entiendo esto de la AUF de ahorrar plata en inferiores: somos campeones del mundo sub 20 y no les importa que los clubes tengan Tercera división. Por eso el nivel futbolístico de Uruguay fue en decadencia y ves como crecen otros países que estaban abajo nuestro. Cada vez hay más plata y los clubes están peor. Es importante que estén bien administrados; tampoco todas las SAD son buenas".

También estuvo vinculado a la Mutual de Futbolistas Profesionales y echa de menos aquellos tiempos de futbolista, aquellas épocas en las que si atendía una llamada con su Movicom, tenía que pagarla. Pasaron 30 años, pero parece una vida.

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