Uruguay no repitió ante Japón todo lo bueno que había mostrado ante Ecuador y cedió dos puntos en la segunda fecha del grupo C de la Copa América de Brasil.
¿Qué pasó? ¿Dónde estuvieron las fallas? ¿Fueron cuestiones colectivas o individuales? ¿Falló el entrenador?
Óscar Tabárez plantea sus partidos sobre las fortalezas del rival. "Minimizar para después atacar" es uno de sus dogmas que lo han consagrado como un estratega astuto y eficaz. Sin embargo, Japón sacó rédito del protagonismo asumido por Uruguay y le hizo pagar cada error en el manejo de pelota en el mediocampo con contragolpes rápidos y mucho aprovechamiento de los espacios.
A espaldas de Lucas Torreira y Rodrigo Bentancur, Japón encontró terreno fértil para lanzarse sobre el arco rival. Es un estilo del equipo con cartas que ya fueron mostradas ante Chile, con menor suceso, en este torneo. Uruguay extrañó a Matías Vecino y no encontró una circulación de balón adecuada en el mediocampo -como sí la tuvo ante Ecuador- para poder posicionar su bloque en campo rival con la intensidad que lo hizo en el debut, con desbordes constantes y un fluido abastecimiento para sus puntas.
Uno de los bajones más pronunciados fue el de Nicolás Lodeiro quien fue presionado constantemente por los rivales y no pudo generar desde la banda hacia el medio toda la magia desparramada ante Ecuador.
Si dudas que fue una fatalidad: abortar un contragolpe a pierna y banda cambiada y lesionarse le impidió al lateral recuperar su posición rápidamente para cubrir el espacio, así como también después ensayar un gesto defensivo en el mano a mano con el volante externo japonés que abrió el marcador (Koji Miyoshi).
Claramente el error no es achacable a un jugador que hizo un esfuerzo para retroceder lesionado. Pero la defensa toda reaccionó tarde ante la apertura de la jugada hacia el flanco ciego y el escalonamiento de la marca del zaguero, en este caso, Diego Godín, llegó tarde, más allá de que Miyoshi enganchó hacia afuera.
Además, la ayuda del volante en retroceso, en este caso Nicolás Lodeiro, jamás llegó porque fue una acción de manual japonés: velocidad extrema.
Óscar Tabárez optó por mandar a la cancha a Giovanni González en lugar de Laxalt moviendo a Martín Cáceres a la banda izquierda. Y así se volvió a la situación de los dos primeros partidos del Mundial de Rusia 2018: un lateral diestro jugando por izquierda.
Es cierto que Cáceres mostró la misma disposición para pasar al ataque por banda, pero el hecho de jugar con perfil cambiado le quitó al equipo amplitud de cancha y profundidad, ya que el Pelado para culminar sus subidas enganchaba en tres cuartos de cancha y mandaba los centros con la derecha al área favoreciendo el trabajo defensivo de los rivales a los que le caía la pelota de frente.
Para mantener la estructura y los perfiles naturales, el cambio debió ser Marcelo Saracchi, aunque Tabárez optó por lo probado -Giovanni Gozález en la China Cup- y lo conocido: Cáceres por izquierda.
A los 54 minutos, tras una acción ofensiva de Japón muy peligrosa donde fallaron en el último pase, Uruguay replicó con un ataque directo donde Luis Suárez puso a correr a Edinson Cavani cara a cara con el golero rival metiendo una habilitación notable entre los dos zagueros. El Matador, mano a mano, falló. Como pocas veces se lo ha visto, definió con displicencia y facilitó la buena reacción del golero Eiji Kawashima.
Al fallo puntual de Cavani hay que agregar que a Uruguay le faltó la cuota parte de suerte. Generó 11 situaciones de gol y marcó dos tantos, los mismos que su rival que creó solo tres situaciones de gol mostrando enorme eficacia.
Son contados los errores que ha tenido Fernando Muslera en su era como golero de Uruguay. Esa era está regada por la enorme seguridad que brinda y por un gran racimo de actuaciones consagratorias.
Sin embargo, después de aquel error garrafal contra Francia en cuartos de final del Mundial de Rusia, cuando tomó un gol evitable de Antoine Griezmann, el arquero de Galatasaray volvió a fallar. Esta vez rechazando un centro hacia el medio tras envío de Shoya Nakajima. Miyoshi tomó el rebote y facturó.
Sobre el final del partido, Luis Suárez se cargó de excesiva responsabilidad para comandar todos los ataques. Dio la sensación de que cada envió largo tenía que bajarlo, girar, maniobrar, cuerpear y meter la asistencia justa o culminar por sí mismo la jugada.
Evidentemente eso no puede ser el camino y más cuando se puede involucrar en el juego a un futbolista tan cerebral como Giorgian De Arrascaeta o también a Federico Valverde, cuando ambos ya habían saltado al campo de juego.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá