Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Los mil proyectos de Abel Pintos

El músico argentino se presenta en el Antel Arena el sábado 15; fantasea con meterse en la actuación, la literatura y prepara editorial y sello discográfico propio
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04 de diciembre de 2018 a las 05:00

Le gustaría empezar a actuar, producir sus propias obras audiovisuales, escribir libros, publicar sus fotografías y seguir haciendo música. La lista de proyectos de Abel Pintos incluye todo eso, aunque aún no ha avanzado en profundidad. Pero están en carpeta. Lo que sí ya está en una etapa más concreta es el establecimiento de su propia editorial y sello discográfico. Está cursando producción musical y aprendiendo lo básico de masterización y mezcla para poder producir discos de otros artistas.   

En el medio de todos esos planes, el músico argentino sigue girando. Su regreso a Uruguay está marcado para el sábado 15 de diciembre. PIntos llega al Antel Arena con el show derivado de su libro-disco-DVD La familia festeja fuerte, una gigantesca edición de lujo que registra uno de los picos de la carrera del cantante– que nace del registro de sus presentaciones en el estadio Monumental de Buenos Aires. 

Pintos estuvo en Montevideo, para promocionar su show, y habló sobre proyectos, el trabajo en La familia festeja fuerte y el vínculo con su público.

¿Editar La familia festeja fuerte es contrarrestar con un objeto tangible la predominancia de lo digital?

Eso surgió en una segunda instancia, lo primero que sucedió fue que los conciertos en River eran muy simbólicos y consideraba que merecían registro en vivo. Pero al mismo tiempo, en 2014 había editado Único, mi primer CD y DVD y  me parecía muy pronto para volver a ese formato. Los libros de fotografía, sobre todo los de fotografía de música y la fotografía de música en vivo, es un género que me gusta mucho. Tengo muchos en casa y nunca me canso de verlos. Entonces dijimos, en lugar de editar un disco y DVD, hagamos un libro de fotografía para este concierto que es tan importante y en el que quiero transmitir el vínculo que tengo con el público, y de qué manera se viven los conciertos. No busquemos que se vea solo el escenario, sino más bien los distintos estadios emocionales de un concierto. Fuimos a buscar a dos artistas que admiro mucho y que consideraba que podían lograrlo: Guido Adler y Martín Bonetto. No fue tanto contrarrestar al mundo digital, porque no estoy en ninguna crisis con eso, al contrario, lo aprovecho mucho. Simplemente quería editar algo en un concepto nuevo. 

¿Cuáles fueron sus referencias al momento de armar el libro?

Tengo varios. Uno que me gusta mucho es de fotografías de giras de 20 años de Babasónicos. Es una banda que estéticamente siempre me atrajo, hacen un trabajo muy fino no solo en la vanguardia, también en el entramado entre su estética, su lírica y su música. Entonces es un trabajo que fue una referencia; ellos son muy simbólicos y quería que este libro tuviera más símbolos que imágenes concretas. 

¿Siempre le prestó atención a la imagen?

Siempre me gustó, como también me gusta el cine. Me gustaría alguna vez poder incursionar en la actuación. Me gusta la literatura, querría alguna vez poder editar algo. Pero no considero que el hecho de ser un artista valorado por el público me dé las credenciales para hacer lo que se me cante en el momento que se me cante. Necesito sentirme seguro de que es el momento para poder arriesgar un primer paso. Este libro pretende ser un primer paso de un camino que me gustaría recorrer ahora dentro de la fotografía como expresión artística.
 

¿Cuál es la fotografía que más lo atrajo de este libro?

La de la tapa es el mejor ejemplo de lo que quería a modo conceptual, le dije a Martín y Guido que quería que en la tapa estuviera el público. Pero que no fuera "Miren cuanta gente convoqué". Que se viera el protagonismo y el espíritu del público. Ellos vieron dos conciertos, y cuando terminaron me dijeron: "Tenemos la tapa del libro". Me imaginé que era una foto del vivo. Les pedí que la mostraran y me dijeron: "La tenemos que hacer". Buscaron un portón rojo y me llenaron de papel picado y espuma, para representar el espíritu de festejo del público. Me pareció supersimbólico; no hay que mostrar al público para verlo perfectamente. Y estoy cubierto de ese público. 

Sus fanáticos se refieren a sí mismos y usted se refiere a ellos como "familia". ¿Dónde estuvo determinado ese componente de cercanía en el show de River?

Cuando lanzamos la primera función de River, se agotó muy rápido. Contábamos con que se llenara, pero no que fuera cuatro meses antes, entonces nos sorprendió. Pusimos una segunda para el día siguiente. Se venden 25 mil entradas y nos avisan desde el club que había que cambiar la fecha para el día siguiente por un tema político. No había forma de evitarlo. Fue un trastorno para nosotros y mucho más para el público que viajaba. Avisamos que el que precisara devolver la entrada lo podía hacer y pedimos mil disculpas. Un día veo en Twitter una conversación entre un chico y una chica de Córdoba, que viajaba. Él era de Buenos Aires, y le decía que viajara el día de la primera función, se encontraban, intercambiaban entradas, ella iba el sábado y él iba el lunes. Pero ella le decía que era injusto porque tenía una entrada más barata y más lejos del escenario. Y él cerraba diciendo: "El tema es estar con el Flaco, no importa si más cerca o más lejos". Hay un código en el que yo no tengo nada que ver, no intervine. De hecho, mi primer impulso fue comentarles algo, pero no lo hice porque me parecía que era contaminarlo. 

¿Y como fue estar en ese escenario, en ese estadio?

Es simbólico. La puesta en escena que armamos me planteaba cosas que nunca había hecho, como, por ejemplo, aparecer en escena con una plataforma que me elevaba. Tenía que cantar y bajar una escalera, que puede parecer una pavada, pero la verdad que no lo era. Fue un desafío, pero lo viví también con mucha alegría. 

¿Hubo una preparación diferente para esos shows?

Aeróbicamente me preparé de forma particular porque sabía que las dimensiones del escenario eran muy generosas y no quería que la adrenalina ni la emoción me terminaran ahogando. Me ocupé de tener un espacio donde ensayar que tuviera las dimensiones de esto y lo caminé 60 millones de veces. Y musicalmente fue armar un repertorio que tuviera un cuento, un hilo conductor. Pero lo especial fue lo aeróbico. 

Practica yoga. ¿En qué lo ayuda?

Ayuda al ejercicio de enraizarte en el momento presente, es lo holístico y lo místico. Pero lo hago más que nada porque es una forma práctica de mantener una tonicidad física y, al mismo tiempo, la elongación, porque soy un tipo alto, no tengo un cuerpo particularmente hábil y, sin embargo, le doy el uso de un tipo superhábil. Le exijo cosas para las que no está hecho. Bailo pésimo, pero lo hago todo el concierto. Entonces necesito sí o sí mimarlo mucho y el yoga me permite practicar eso sin cansarme. 

Tiene la intención de meterse en la literatura. ¿Ya hay algo escrito?

No tengo nada. Tengo cosas planteadas. Me gusta mucho un autor que se llama Karl Ove Knausgård. Y él en su novela autobiográfica hace referencia a que tiene un apartamento alquilado al que va cada día, ocho horas, para trabajar en lo que va a escribir. Y me hace mucha ilusión pensar en lo que algún día va a ser mi primer libro, de esa manera. Para eso voy a buscar el momento para poder detenerme seis meses, ir a un lugar donde pueda dedicarle ocho horas a eso sin celular, sin computadora, sin nada. Y sé que va a significar un viaje espiritual. Entonces quiero conjugar todo. Me hace ilusión y algún día va a suceder. 

¿Busca convertirse en un artista integral?

Me interesa divertirme, aprender y explorar. Porque mis intenciones son serias en cada una de esas ramas, sea la literatura, la actuación, o la que sea. Ahora estoy por crear una editorial y un sello, y pretendo producir artistas. Estoy en el viaje de aprender, por ejemplo, a mezclar y masterizar un disco, con mi hermano estamos en cursos de producción. Quiero crecer. 

Una nota del medio argentino La Voz lo define como "más cerca de David Bowie que del Chaqueño Palavecino". ¿Lo ve así?

Son dos personajes muy pintorescos. El Chaqueño es muy creativo a su manera. Digo a su manera porque es muy tradicionalista, pero dentro de eso y sus reglas es muy productivo y creativo, como Bowie, un tipo más abierto en sus estéticas. Admiro a los dos. Estoy más conectado con Bowie, conecto más con su obra, pero sí admiro el trabajo de Oscar Palavecino, que siempre está haciendo algo. 

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