No puedo olvidar aquel arribo ruidoso del tren de Montevideo. Era verano y una salida divertida consistía en ir a esperar aquella llegada. Unas primas de mi abuela iban camino a Artigas y, en Salto, trasbordaban a otro tren. Era yo niño y era muy curioso. Aquellos encuentros terminaban ante la implacable señal de partida rumbo al norte. No sé cómo pero el encuentro tan breve daba tiempo para regresar a la casa cargados con risas, el buen humor y la alegría.
Montevideo, merecía respeto y consideración. Algún día iré por allá, me decía a mí mismo, y volveré también cargado de recuerdos. Tiene nuestra ciudad capital encanto. Basta conocer un poco su historia. Cada ciudad, cada pueblo tiene su historia. Por eso es bueno asomarnos a ella.
Los museos de una ciudad pertenecen al patrimonio de todos. En nuestra capital se dan cita más de setenta. Es muy loable la tarea que hacen los educadores cuando acompañan a grupos de niñas y niños cuando visitan los museos. La picardía siempre ha estado presente y por eso, como he sido niño, sé que es muy fácil tentarse y tomar asiento en una imponente sala de recibo del Museo Romántico mientras otro un compañero toma con su cámara la escena. Siempre han existido y dado cosas así. No obstante, lo visto queda en la memoria.
Me parece que Montevideo encierra verdaderos tesoros en sus innumerables museos. Una visita al Museo Romántico es deliciosa. Es dejar a un lado el bullicio propio de una gran ciudad, para entrar en la historia de siglos atrás. Una casa noble con terraza y mirador recuerdan que nuestro mar estaba al alcance de la mano. Dicen que los románticos se caracterizaron por privilegiar los derechos del corazón sobre los de la razón. No encuentro desatino alguno en ello y me reafirmo al pasar revista a algunos de nuestros museos.
No necesitamos recurrir a la inventiva sino solamente recordar algunos museos que han quedado un poco más alejados en la memoria. Allí están el Museo del Gaucho, el Museo del Automóvil, el Museo de Artes Visuales, el Museo de Peñarol, el Museo Juan Manuel Blanes, el del Fútbol en el Estadio Centenario, el Museo Naval, el Museo Zorrilla.
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