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Macri, su discurso ante el Congreso y el arranque de la campaña electoral

El presidente argentino casi no mencionó proyectos de ley; en cambio, hizo una encendida defensa de su gestión y exacerbó las críticas con el kirchnerismo
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04 de marzo de 2019 a las 12:35

Clima de partido de fútbol, con hinchadas y cánticos incluidos. Insultos, gritos interrupciones, carteles con epítetos dirigidos al rival y consignas guerreras. Así se vive, desde que Mauricio Macri es presidente, el discurso inaugural del año legislativo en el Congreso argentino.

Los ciudadanos lo tienen asumidos como parte del folclore y de la ineludible “grieta” política que tiñe e invade todos los ámbitos de la vida nacional.

Pero esta vez, además de las “chicanas” tradicionales, se agregaba el ingrediente especial de la dura recesión económica que atraviesa el país.

Lo cual contrastaba fuertemente con el optimista discurso que Macri había pronunciado un año antes, cuando había declarado que “lo peor ya pasó” y que estaba por empezar un período de fuerte crecimiento.

De manera que el discurso del pasado viernes, el último de la gestión de Macri, se vivió con una expectativa propia de esas circunstancias.

Los legisladores opositores protestaron por el inusual despliegue de seguridad, que incluyó cacheos policiales y escaneos para detección de armas

En ese clima enrarecido, Macri decidió que su discurso inaugural fuera un verdadero inicio de la campaña electoral.

Porque, de hecho, su alocución tuvo todos los condimentos de una arenga destinada a levantar la moral de la “tropa propia” y muy pocos de los que suelen incluirse en una alocución que marque la agenda parlamentaria.

Casi no hubo nuevos proyectos que haya mencionado en su discurso, salvo por las menciones al incremento de la Asignación Universal por Hijo, al nuevo régimen penal juvenil y a la insistencia para transformar en ley el decreto sobre extinción de dominio para casos de corrupción.

El resto fue una encendida defensa de su gestión presidencial. Lo que hizo Macri fue lo que los expertos en comunicación política habían recomendado. Es decir, tratar de transformar sus puntos débiles en fortaleza, por la vía de señalar las actuales penurias de la recesión como un síntoma de que se están atacando los problemas de fondo del país.

Y, sobre todo, mencionar esos problemas él mismo antes que lo hiciera la oposición.

Por caso, dentro de tres semanas se conocerá el dato de pobreza correspondiente al segundo semestre de 2018, y Macri prefirió adelantar ahora que el registro será malo (probablemente un retorno a los niveles de 2016), para minimizar el efecto negativo que tendrá la publicación del dato.  

La recesión, ¿un síntoma positivo?

“Algunos me van a recordar que el año pasado dije que 'lo peor ya pasó'. Y tienen razón. Pero estamos haciendo crujir estructruas viejas y oxidadas”, enfatizó el presidente y se llevó los primeros aplausos.

También recordó la crisis de 2018, que estuvo marcada por una fuerte devaluación y una consiguiente inflación y pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores: “El año pasado nos puso a prueba en muchos sentidos. Todavía estábamos frágiles”. Acto sentido contrastó la realidad actual con la de la administración kirchnerista: “Hoy la Argentina está mejor parada que en 2015. Hemos salido del pantano en que estábamos”.

Su discurso fue enérgico, casi gritado por momentos, y con frecuencia interrumpido por abucheos de la oposición.

En particular, la bancada del kirchnerismo tuvo su momento de protagonismo cuando, en forma irónica, se puso de pie para aplaudir luego de una frase de Macri en la que se jactaba de cómo, hasta el momento de cambio de contexto internacional, el país estaba creciendo, con mayores inversiones y con 700.000 nuevos puestos de empleo.

Luego, al término de la alocución, los legisladores opositores acusaron al presidente de estar “desconectado de la realidad”. Y recordaron que mientras Macri habló de empleo, se acababa de conocer el dato de que se perdieron 200.000 puestos en el sector privado formal.

De la misma forma, su referencia a la importancia de defender a las pymes y ayudarlas a que se transformen en grandes empresas contrastó con el dato de que hay 3.000 empresas en concurso de acreedores, en su mayoría pymes.

Sacándole jugo a la “grieta”

Pero, más que nada, lo que deja el discurso de Macri es una marca sobre el tono que tendrá la campaña y cuál será el eje discursivo de Cambiemos para confrontar con las críticas de la oposición.

Según ese nuevo “relato” esbozado por el presidente, la gestión macrista será presentada como un punto de inflexión en la historia del país. No por casualidad, en el discurso ante el Congreso hubo abundancia de alusiones sobre “cosas que se habían postergado por 70 años”, desde el celo por el equilibrio fiscal hasta obras de infraestructura vial.

En otras palabras, la intención de Cambiemos es reforzar un perfil de estadista. Cuando Macri hace referencia a en su gestión se hacen obras que antes no se encaraban porque demandan muchos años y entonces no daban rédito político inmediato, está reforzando ese concepto. El mensaje entrelíneas es que este es un gobierno que sabe que su obra no se limita a los años de su gestión sino que está dejando bases para un crecimiento de largo aliento.

El otro eje discursivo que sustentará la campaña es el de la denuncia a la corrupción política del peronismo. Lo demostró Macri al enrostrarle a la bancada opositora haber votado en contra del proyecto de Extinción de Dominio, que prevé la recuperación para el Estado de los bienes comprados por los acusados de corrupción.

En lo que fue la “chicana” más directa de su discurso, desafió a la oposición a “que cada quién que se opone diga dónde está parado y a quién busca proteger, porque se acabó el tiempo de que los delincuentes se salgan con la suya mientras la enorme mayoría trabajamos para sacar el país adelante”.

Aunque no la mencionó, había una destinataria obvia de la frase: Cristina Kirchner. Que, por cierto, no estaba ocupando su banca de senadora. Lo cual no fue sorpresa para nadie, porque el año pasado había tenido la misma actitud, y dos días antes del discurso había tenido una fuerte intervención en el Senado, en la cual no sólo reiteró que sufre persecución judicial sino que hasta insinuó que la embajada de Estados Unidos estaba detrás de las acusaciones en su contra.

También en el tema de la corrupción, Macri eligió ponerse por delante de posibles críticas y ser él quien recordara que la justicia está investigando a integrantes de su familia.

Transformando el defecto en virtud, Macri presentó esa situación (su padre y su hermano indagados en causas de sobornos) como una muestra de la transparencia gubernamental y de independencia de poderes del Estado.

Una catarsis para la militancia

En definitiva, Macri dejó un discurso que evidenció la plena vigencia de la “grieta”, con una apuesta a exacerbar la lógica del “ellos y nosotros”.

Por eso, la mención al recobrado respeto internacional y el recuerdo del G20 le dieron pie para el final con la arenga emotiva y el coro de “Argentina, Argentina”, que sonó a catarsis para los legisladores y partidarios de Cambiemos, necesitados de una inyección de optimismo luego de la seguidilla de noticias negativas proveniente de la economía.

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