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Mujeres en la política: paso lento en el poder

La presencia femenina tuvo dos décadas de pobres resultados pese a la intención de la ley de cuotas
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08 de diciembre de 2016 a las 05:00

En los últimos años Uruguay vivió una avalancha de políticas sociales que hicieron que, desde afuera, se viera como un país liberal. La regularización del mercado de la marihuana –aprobada en 2013 durante el gobierno del presidente José Mujica– fue uno de los puntos más álgidos de esa faceta, aunque el rótulo ya venía encaminado por la aprobación del matrimonio igualitario apenas unos meses antes, y por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, en 2012. Sin embargo, cuando se trata del acceso de las mujeres al poder político, los uruguayos siguen mostrando su faceta más conservadora.

En las elecciones de 1990 las mujeres no consiguieron ni un solo lugar en la Cámara de Senadores y tampoco lo hicieron en el gabinete ministerial seleccionado por el presidente electo, Luis Alberto Lacalle. La participación femenina en aquel momento apenas alcanzaba el 6,1 % en la Cámara de Diputados, según el Sistema de Información de Género del Instituto de Mujeres (Inmujeres).

A lo largo de dos décadas, las mujeres fueron aumentando su presencia en los cargos políticos, tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo, aunque sus pasos han sido más cortos de lo esperado. Desde la última elección nacional de 2014, la bancada femenina en el Parlamento representa el 18,6 % del total de legisladores. El mayor impulso lo tuvo principalmente en la cámara baja, aumentando su presencia de 12,9 % en 2010 a 29 % en el último gobierno.

De todos modos, la presencia de mujeres en cargos políticos sigue siendo reducida si se la compara con la del resto de los países del mundo. El ranking de la Unión Interparlamentaria sobre participación política de las mujeres señalaba en 2014 que Uruguay ocupaba el lugar 60 –de un total de 90 países– en cuanto al acceso de mujeres al gabinete ministerial. En el mismo ranking, pero en lo que respecta a la participación parlamentaria, Uruguay se ubicaba en el lugar 103 de un total de 144. El listado no toma en cuenta el avance de las mujeres en el último período, aunque sí refleja que Uruguay aún está lejos de destacarse por su presencia femenina en el poder político.

A nivel ministerial, la representación femenina llegó un poco más lejos: de no aparecer en el Ejecutivo en 1990, pegó un salto y hoy, 25 años más tarde, el 38,5 % del gabinete lo conforman mujeres.

A la hora de buscar el porqué de la poca presencia femenina en el poder político, Mariella Mazzotti, directora de Inmujeres y especializada en temas de género, advierte que el motivo radica en que Uruguay "todavía mantiene una estructura de organización social muy tradicional, muy vinculada a los patrones hegemónicos de una cultura más de tipo machista patriarcal". "Como Estado, en términos de nuestras políticas públicas, todavía no hemos logrado incidir a nivel de la educación y la cultura" para modificar esos patrones de comportamiento, reconoce.

Por otro lado, Niki Johnson, coordinadora del área de investigación sobre política, género y diversidad del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, considera que la respuesta a la escasez de mujeres en el Parlamento debe buscarse en los propios partidos políticos. "Hay una resistencia masculina a ceder lugares. Las personas que controlan los procesos siguen siendo dirigentes hombres. El acceso a los cargos es el acceso al poder. Si entran mujeres, tienen que salir hombres, y eso hace que haya una resistencia mayor", explica.

La ley y las trampas

En 2009 se aprobó la ley de cuotas que obligaba a los partidos políticos a incluir en las listas electorales a personas de ambos sexos en cada terna de candidatos. Se aplicó por única vez en las elecciones nacionales de 2014 y departamentales de 2015, y su objetivo era aumentar la representación equitativa de hombres como de mujeres. Algo que, en los hechos, no se cumplió.

La primera trampa a la ley llegó cuando muchos sectores políticos organizaron sus listas de forma tal que en los primeros lugares quedaban hombres y recién aparecía la mujer en el tercer lugar, lo que disminuía sus posibilidades de salir electa. Las probabilidades se reducían todavía más para el caso de la Cámara de Diputados, dado que los departamentos con menor población tienen menos representantes en el Parlamento.

La segunda trampa apareció una vez que los cargos ya estaban definidos. Hubo casos en que a pesar de que quien había salido electa era una mujer, en vez de asumir, dejaba su lugar al suplente hombre. El caso más recordado fue el de Graciela Bianchi, quien cedió su banca en el Senado para asumir como diputada en representación del Partido Nacional. "Las debilidades de la legislación electoral uruguaya evitaron el impacto de la cuota, porque se permite el uso de candidaturas repetidas y sistema de suplentes. La combinación de esas dos características permitió maniobras que hicieron que la cuota no llegara ni siquiera al impacto mínimo que podía tener", concluye Johnson.

Los resultados pobres obtenidos con la aplicación de la ley de cuotas provocó que Uruguay recibiera observaciones de la Organización de las Naciones Unidas –a través del Comité para la eliminación de todas las formas de discriminación a las mujeres– por la escasa representación femenina en la vida política del país. Entre las recomendaciones del organismo se encuentra la necesidad de adoptar un sistema de paridad de género, para lograr que los cargos políticos se dividan de manera equitativa entre mujeres y hombres. Hoy la comisión de Constitución y Códigos del Senado tiene dos proyectos a estudio: uno es una ley de paridad y el otro propone extender por un período más la ley de cuotas. Sin embargo, dichos proyectos aún no han sido tratados.

Marina Arismendi

Marina Arismendi
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Integra el Partido Comunista. En el primer gobierno del Frente Amplio, entre 2005 y 2010, ejerció como la primera ministra de Desarrollo Social, cargo que volvió a asumir en 2015 con el segundo mandato de Tabaré Vázquez. De culminar el quinquenio, será junto con María Julia Muñoz la mujer que se desempeñó durante más tiempo en el Poder Ejecutivo. También fue senadora durante 10 años, entre 1995 y 2005.

María Julia Muñoz

María Julia Muñoz
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Militante independiente dentro del FA. En 2005 se convirtió en la primera ministra de Salud de la historia de Uruguay. Completó todo el período de gobierno y volvió al Ejecutivo como ministra de Educación y Cultura en 2015. De completar el período, será junto con Arismendi la mujer que más tiempo se mantuvo en el gabinete ministerial. Antes estuvo en la Intendencia de Montevideo como secretaria general, directora de Alimentación, Recursos Humanos y prosecretaria general.

Adriana Peña

Adriana Peña
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Integra el Partido Nacional. En 2010 fue junto con Patricia Ayala, en Artigas, y Ana Olivera, en Montevideo, una de las primeras mujeres en convertirse en intendenta. En 2014 fue reelecta en su cargo, por lo que, de terminar su mandato, será la mujer que se mantuvo más tiempo como intendenta.

Martha Montaner

Martha Montaner
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Integraba el Partido Colorado. Se desempeñó como diputada durante 15 años: primero entre 1994 y 2004, y luego volvió al cargo en 2010. En 2014 fue electa senadora, por lo que transitaba su cuarto período en el Parlamento. De haberlo cumplido, hubiese sido la legisladora mujer con más tiempo en el Poder Legislativo de los últimos 25 años. Fue la primera mujer en integrar el cargo de secretaria ejecutiva del Partido Colorado, en 2012. Murió de cáncer en marzo de 2016.

Mónica Xavier

Mónica Xavier
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En el año 2000 se convirtió en la primera mujer del Partido Socialista en integrar el Senado, cargo que mantuvo durante 13 años. En 2013 renunció para continuar únicamente con la presidencia del Frente Amplio, cargo que había asumido un año antes y que se extendía hasta 2015. Luego volvió al Senado, donde se mantiene hasta hoy. Además, en 2016 fue elegida secretaria general del Partido Socialista, un rol que en 105 años solo había sido desempeñado por hombres.

Esta nota forma parte de la publicación especial de El Observador por sus 25 años.

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