Nacional > 500 votos

Nació el Partido de la Gente y Novick agradeció a la militancia por el trabajo “espectacular”

El precandidato cerró una etapa luego de una crisis histórica que se considera superada
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01 de julio de 2019 a las 05:00

Traiciones, desmembramientos, cuestionamientos a su líder, encuestas que muestran a un candidato incapaz de superar el 1% de intención de votos: crisis. Edgardo Novick debió sortear este año todos esos obstáculos y ahora puede decir lo que venía anunciando en las últimas semanas: que el Partido de la Gente nació electoralmente. Que su partido superó los 500 votos que exige la ley electoral para poder competir en las elecciones nacionales, y que tanto Novick como sus principales dirigentes nunca temieron no superar. “Vamos a votar mucho mejor de lo que dicen”, repetían.

Fundado en 2016, luego de que su líder debutara en política como candidato a intendente de Montevideo en 2015 por el Partido de la Concertación, el Partido de la Gente fue un proyecto al que se fueron sumando políticos de otras tiendas. El senador Daniel Bianchi, el diputado y exvicepresidente de la colectividad Guillermo Facello –ambos venían del Partido Colorado–, el diputado Daniel Peña –hoy el principal dirigente luego de Novick– y el economista Javier de Haedo –exnacionalistas ambos–, fueron algunas de las incorporaciones más importantes dentro del primer grupo. Y el experto en seguridad y expolicía Robert Parrado, y el exfiscal Gustavo Zubía, son ejemplos del segundo caso.

Pero entre enero y marzo una tormenta sacudió al partido y de esa lista de nombres quedó la mitad. “Hoy lo salvamos, hoy somos una realidad política”, celebró Peña en diálogo con El Observador, cuando llegó a la casa central del partido a las cinco y media de la tarde. “Hoy dejó de ser el partido de Novick y pasó a ser el de la Gente”, agregó el legislador.

Novick llegó casi tres horas después, minutos antes de que las encuestadoras comenzaran a lanzar las primeras proyecciones. Pero Novick no estuvo entre sus seguidores cuando se conocieron los primeros números. Mientras los militantes aplaudían las victorias de Lacalle Pou y Talvi -y se manifestaban indiferentes ante la de Martínez- el empresario fue a observar las repercusiones en una televisión de una sala ubicada en la planta alta de la sede. Peña, otros dirigentes cercanos y parte de su familia lo acompañaron.

Luego bajó y felicitó a la militancia por el trabajo. En un discurso de siete minutos les dijo: “Ya sabemos que sean los votos que hayan salido, nosotros hoy ganamos porque todos los votos de hoy son de miles de dirigentes que van a preparar una gran campaña”.

La crisis

El primer nubarrón que anunciaba el tambaleo de Novick apareció el 22 de enero, cuando Bianchi chocó alcoholizado en Punta del Este. Esa misma tarde, por incurrir en una conducta que está “en contra” de algunos principios fundamentales del partido –como el respeto y la honestidad de los políticos– Bianchi fue expulsado, y el Partido de la Gente se quedó sin su único senador.

Exactamente dos meses después, el nubarrón largó el aguacero. La Mesa Ejecutiva del partido se reunió de un momento para otro y resolvió el cese de Facello de su cargo como vicepresidente por haber mantenido, según dijo Novick en más de una oportunidad, “varias reuniones de negociación política para irse a otro partido”. A los días, luego de que el entonces precandidato anunciara que estaba estudiando la forma de echarlo del partido, Facello se fue de la colectividad y, con él, el exfiscal Zubía, el rostro mediático que había sido elegido para elaborar la principal propuesta programática: 50 medidas para combatir la inseguridad.

Además, mientras Novick trataba de reponerse y repetía ante la prensa que estaba acostumbrado a levantarse de las caídas, El Observador informó que al menos dos de los asesores del empresario decidieron por entonces abandonarlo y sumarse a las filas del millonario nacionalista Juan Sartori.

Fue por eso que el 4 de abril en Pocitos el líder debió apelar a la unidad en un acto que tuvo el único propósito de “demostrar que estaba fuerte”, según reconoció a El Observador ese día, y a sus seguidores les dijo que enfrentaba la crisis como un capitán “que agarra el timón cuando hay tormenta y viento”. Sin embargo, el efecto duró poco porque cuatro días después apareció Fernando Carotta, un dirigente ignoto que decidió disputarle la precandidatura al fundador del partido, y lo hizo con frases que valieron titulares, como que “la billetera no asegura la lealtad política” o que Novick había “provocado también una concatenación de errores”.

El barco del candidato todavía no llegó a su puerto, pero superó la primera parada.

Lo que se viene

“Hicieron un trabajo espectacular y me llena de orgullo porque hicieron lo que siempre digo que hay que hacer en la vida: trabajar, administrar bien y ser honestos”, les dijo Novick a los cincuenta militantes que lo escuchaban.

Carotta, como nunca tuvo dudas Novick ni su entorno –de hecho, nunca lo consideró un competidor en serio– , quedó por el camino, y el partido afronta ahora una segunda etapa, con una estrategia que estaba planificado desplegar a partir de este lunes pero que se decidió anticipar días atrás.

El discurso centrado en el incremento de la delincuencia abrió su abanico. Con la contratación de la agencia de publicidad Key, se conformó un equipo de comunicación que, manteniendo el concepto de “tolerancia cero”, se lo extendió a otras áreas, como a la exigencia absoluta de la honestidad del político o el rechazo a toda clase de corrupción.

Este domingo, sobre las 21.30, cuando el frío comenzaba a copar la planta baja de lo que alguna vez fue un banco, el candidato del Partido de la Gente cerró su breve alocución con un concepto al que también apelaron otros precandidatos que, como él, venían de afuera de la política: “Una nueva forma” de hacerla.

“¿Y cuál es esa otra forma de hacer política? Nosotros venimos y lo vamos a decir: los partidos grandes tuvieron tiempo y oportunidades y dinero: pudieron bajar la delincuencia, la desocupación, pudieron mejorar la educación o dar mejor atención de salud. No han podido”, dijo Novick, hizo un silencio y concluyó: “¿Y por qué es una ventaja ser un partido chico? Porque tenemos las manos libres y no tenemos compromisos políticos y no vamos a poner a nuestros amigos o parientes. Vamos a hacer lo posible para que Uruguay pueda mejorar".

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