La historia, triste, vuelve a repetirse para Nacional. El tricolor cerró su segundo año con las manos vacías luego de su eliminación en la Copa Sudamericana y de perder la final del Uruguayo, tras dominar la anual durante la mayor parte de la temporada y cederla en las últimas fechas a Peñarol, que se la arrebató y terminó quedándose con su bicampeonato gracias al beneficio de la tabla acumulada.
Fue una tarde para el olvido de los albos, que nuevamente comenzaron arriba en el marcador pero que no lograron mantener la ventaja, como en el clásico del Clausura, y esta vez, para peor, sufriendo la remontada aurinegra.
Todo venía bien, con el 1-0 de Matías Zunino, una de las figuras tricolores en la tarde de ayer, que era acorde a lo que se había mostrado en cancha, donde los albos tuvieron una mejor primera parte.
Pero a los 72’, llegó el 1-1 de Formiliano, tras un claro fuera de juego de Carlos Rodríguez que no vio el asistente Miguel Nievas, lo que cambió el clima en filas tricolores con el árbitro Javier Fedorczuk.
En el cierre, los albos se quedaron sin Rolín, lesionado, que había sido el patrón de la defensa y que con sus mano a mano ganados al Toro Fernández había levantado al equipo y a la hinchada.
Con el 1-1, la final se fue a alargue y en el comienzo Alfonso Espino cometió un claro penal que el Cebolla Rodríguez convirtió en gol para dar vuelta el marcador.
Nacional sintió el golpe y luego se fueron expulsados el asistente técnico Fernando Machado y Medina, tras un reclamo enardecido a Fedorczuk. Además del fuera de juego en el 1-1, los albos pidieron un penal a Sebastián Fernández.
Sin muchas ideas, cerraron el alargue con pases largos y frontales para que Gonzalo Bergessio y Rodrigo Erramuspe intentaran bajar alguna pelota, lo que ocurrió pocas veces. El delantero argentino tuvo una, pateó desde el borde del área y pasó muy cerca, tocando la red luego de rebotar en la estática, lo que confundió a hinchas de la Colombes que gritaron como si hubiera sido gol.
La nublada tarde fue llegando a su fin para los albos, que se quedaron sin ideas y sin piernas para intentar forzar los penales.
Fue el cierre de una temporada en la que ganaron el Apertura y el Intermedio. En el plano internacional lograron una dura clasificación a la fase de grupos de la Libertadores pero quedaron afuera en esa instancia. Luego, en la Sudamericana, avanzaron dos llaves y cayeron en cuartos.
Pasando raya, los bolsos terminan el año con sabor amargo, desilusionados por la Sudamericana y por perder el Uruguayo ante su clásico rival, al que no le pudieron ganar en todo el año. Y el futuro es una interrogante, con elecciones en diciembre y una nueva directiva que deberá cambiar la pisada para volver a los triunfos
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