Personajes > ENTREVISTA

Nicolás Francella: "Soy un enfermo observador"

En su paso por Uruguay, el actor argentino habló con El Observador de sus comienzos, sus obsesiones y el vínculo con su padre
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30 de mayo de 2019 a las 05:04

Si no lo conoce y lo ve en alguno de sus papeles, no necesita googlear su apellido. Su mirada pícara, sus gestos, su tonada y su metro sesenta de expresiones corporales genuinas y simpáticas sostienen el sello Francella desde su génesis. A Nicolás no le molesta en lo más mínimo que se lo asocie con su padre, Guillermo. Pero desde hace un tiempo (2013), el argentino de 28 años logró despegar vuelo para comenzar a armar su carrera actoral.

Francella participó en ficciones televisivas que alcanzaron un buen caudal de popularidad como Aliados, Viudas e hijos del rock and roll y Las Estrellas. Ademásel cine se apoderó del interés principal del actor, que debutó en Corazón de León –película con la que justifica su primer salto a la fama–. Su trabajo más reciente fue en El cuento de las comadrejas, comedia dirigida por Juan José Campanella que cuenta con un reparto de lujo: Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni, Marcos Mundstock, Clara Lago y Francella. 

En su paso por Montevideo, donde estuvo para promocionar la película que lleva una semana en cartelera, Francella habló con El Observador de sus comienzos, sus obsesiones y el vínculo con su padre. Además, criticó la falta de trabajo y producción en la ficción argentina.

Arrancó el camino como actor hace relativamente poco y ya es parte de una película de Campanella con un gran elenco de actores. ¿Cómo visualiza hoy sus comienzos?

Con mucha emoción, por lo menos de estar teniendo continuidad laboral. Cada paso fue muy importante, desde mi primera experiencia televisiva, hasta la primera en cine y teatro. Son todos desafíos y todos los encaro de la misma forma. Si me pongo a pensar, pude transitar muchos proyectos en poco tiempo. Fui eligiendo y viendo qué camino quiero hacer para mi carrera.

¿Qué tanto tuvo que ver su trabajo en producción con que después pasara para el bando de los actores?

Ahí fue el clic. Cuando egresé empecé a estudiar publicidad, me gustaba la rama creativa, quería tener mi independencia y mis mangos y me puse a trabajar. Surgió la oportunidad de laburar en producción en Telefe. Y me inserté en este mundo. Siempre me generaba algo el entrar en un canal, estar en un decorado a oscuras, agarrar un handy o meterme en un control. Todo eso me generaba algo que no podía explicar bien, tampoco quería ser actor, pero con el tiempo todo me fue llevando a serlo.

Arranqué a tener textos reales en mis manos siendo productor y veía como los interpretaban y resolvían frente a cámara. Entonces, de a poco, yo pasaba y me fijaba cómo daba en cámara. Muchas situaciones me fueron llevando a tirarme para el otro lado.

Su debut televisivo fue con Cris Morena, ¿cómo recuerda esa experiencia? ¿Nunca se cuestionó si ese era realmente el tipo de producto en el que quería trabajar?

Me seducía mucho el personaje que tenía una doble personalidad y me permitía jugar entre lo tierno y el ser un miserable, típico chico rico maleducado. Después, lo que te garantiza el trabajar con Cris es la popularidad. Yo era chico, tenía 22 años. Antes de eso, ella me había llamado para pertenecer a Casi Ángeles y yo dije que no, porque todavía no era mi mundo.

Se dice que Cris Morena es estricta con sus elencos. ¿Es así?

Lo mejor que puede hacer es bajar esa línea. Porque agarrar chicos que recién arrancan y no tienen ningún hábito incorporado es difícil y Cris les instala una forma de laburo que va desde levantar una prenda y colgarla en el perchero hasta a llegar en hora y con los guiones estudiados.

¿En qué momento siente que conectó con un público más adulto?

La popularidad estuvo muy cercana a mí por mi vida. Corazón de León fue muy taquillera y desde ahí empecé a perder el anonimato. Después en Telefe, Viudas e hijos del rock and roll también marcó mucho. A Las Estrellas, que fue mi primera experiencia en Polka, le fue muy bien y era un elenco joven con historias con las que muchas chicas se sintieron identificadas.

¿Alguna vez le pesó ser “el hijo de”?

Lejos de eso.

En El Cuento de las Comadrejas y en varios trabajos más que realizó tiene gestos muy genuinos que son similares a los de Guillermo Francella. ¿Lo mira mucho?

Soy un enfermo observador todo el tiempo y mi padre es mi primera fuente de consultas siempre. Porque un compañero o amigo me puede dar una mano, pero tener el consejo de una persona tan cercana, con tanto tiempo de trabajo encima y con la carrera que armó, hace que sea mi primera fuente de consulta hasta que me muera.

Nosotros estamos todo el día leyendo y dándonos opiniones de los guiones que recibimos. A veces él lee un guión de un proyecto nuevo que me llegó y me dice, “¿estás seguro?”. Me condiciona porque son otros ojos.

¿Cuál fue el consejo de su padre que más lo marcó?

Todo lo que me advirtió sobre el mundo en el que me metí, que es muy particular. Nuestra profesión es muy linda pero en muchos momentos es muy ingrata, inestable y hay mucha competencia. Tenés que construir una personalidad fuerte. También me aconsejó mucho sobre la importancia de la credibilidad y el ser natural. Todas esas cosas ya las tengo agarradas al alma.

¿Cómo se define como actor hoy? ¿Hacia dónde quiere ir?

No tengo objetivos puntuales. Nunca en mi vida tuve metas. Vivo el día a día y voy armando mi camino con mis estrategias. Pero sí me veo anhelando tener la continuidad que tengo de trabajo, pudiendo vivir de esta carrera y llegando a elegir y seguir participando de proyectos que me desafíen. Siempre trataré de rodearme de buenos actores y de tener el sentido del humor que tengo. Quiero sostener mi obsesión por el trabajo y el hecho de ser tan detallista. Que se valore mi laburo y se vea mi crecimiento. Seguir con la búsqueda y la autogestión.

 “El galán” –para referirse a usted–, o “¿quién es la novia de Nicolás Francella?”, son parte de algunos titulares de medios argentinos. ¿Le molesta ese lado más superfluo de la sobreexposición?

No. Es parte. Uno va a pasar por tantos motes a lo largo de su carrera que hay que tomar un poco todo eso. El día que te están diciendo esto no lo aprovechás porque no querés ser parte y el día de mañana ya no lo sos –y vas a querer serlo–. Trato de ser muy reservado con mi vida personal porque considero que mucha gente que abrió la puerta de su intimidad después quiso dar vuelta hacia atrás y fue demasiado tarde. Respeto a los que hablan de su privacidad, pero no me siento cómodo desde ese lugar. Mi novia, por ejemplo, no es parte del medio y me gusta que sea así.

¿Tiene algún tipo de ritual detallista a la hora de encarar un nuevo proyecto?

Escribo mucho los libros, rayo mucho y por ahí uso solo tres cosas, pero escribo. Hay gente que le gusta leer un poquito y después va viendo como se da. A mí me gusta tenerlo todo para aferrarme primero al texto y después ver de qué forma lo interpreto. Hay gente que tiene la facilidad de no ser tan aplicado y que no se note, pero si yo juego ese papel hago agua.

¿Cómo ve actualmente la escena de la ficción argentina?

Seguimos con poca producción nacional. Creo que las latas (novelas extranjeras) tienen que dejar de existir aunque a la gente le gusten. Se tienen que ver proyectos nacionales, por la oferta de trabajo –que hay poco– y porque es ridículo escuchar una novela turca doblada, me parece lo más espantoso del mundo. Sin atentar contra el proyecto o su calidad. Evidentemente hay gente que lo ve y genera buen rating, pero si me preguntas a mí, no puedo ser careta: es patético.

De repente surge un proyecto de buen presupuesto pero con un elenco acotado. Pocos son los privilegiados que pueden pertenecer o se termina convocando siempre a los mismos actores. Hoy en día hay una sola tira al aire. Obviamente por parte del gobierno tiene que haber una bajada de línea o de darle más importancia.

En la familia Francella son tres actores contra una persona ajena a ese universo (su madre). ¿Qué temas se ponen sobre la mesa un domingo al mediodía?

Si nos ponemos a hablar de laburo mi vieja también participa. A veces cuando uno está grabando algo manda fotos al grupo de Whatsapp. Pero, en realidad, de lo que más hablamos es de temas de la vida. De vez en cuando mi viejo putea porque esta la tele prendida y quiere aprovechar para charlar bastante, porque ahora Yoyi (Johanna Francella) y yo vivimos solos y no nos vemos tan seguido.

¿Qué significó actuar para Campanella?

Fue un regalo que me llegó por parte de Juan y me dio mucha felicidad e hizo que fueran unas ocho semanas de aprendizaje, disfrute, de observar todo el tiempo y estar consciente del proyecto del que estaba siendo parte.

Me llegó la propuesta, leí el guión y al día siguiente tuvimos la primera lectura.  Graciela, que es una persona maravillosa, fue muy generosa conmigo. Cuando terminaba su plano venía mi contra plano y no podía dejar de alentarme, destacándome cosas o dándome consejos. Es muy divertida, tuvimos una complicidad inmediata. El primer día de lectura me dijo, “estamos en toda la película juntos, ya venite a mi casa y repasemos.” Todo eso sumó muchísimo.

Lo que se viene
Actualmente Francella se encuentra grabando una tira (sin nombre aún) para Telefe que se estrenará en Argentina en agosto. Se trata de una comedia dramática en la que una mujer quiere ser madre y la única forma de serlo es por medio de alquiler de vientre. La novela gira en torno a cuatro mujeres –Julieta Diáz, Natalie Pérez, Mariana Genesio y Inés Estévez– que se responsabilizan del cuidado de una nena. Francella, Luciano Castro, Facundo Arana y Daniel Hendler interpretarán a los personajes que tendrán una historia de amor con cada una de las protagonistas femeninas.
El actor de 28 años compartirá la relación amorosa ficticia con Pérez, con quién ya trabajó en Las Estrellas.

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