"Tengo la absoluta convicción de que el Frente Amplio está pronto para perder en la próxima instancia electoral. ¿Eso significa que la oposición está pronta para ganar y para gobernar? Creo que no. Me parece que ese el gran desafío", dijo el senador blanco Jorge Larrañaga en una nota en el canal de cable VTV.
Más de un compañero de partido le salió al cruce porque, claro, cómo va a decir que quienes van a disputar en un tiempo la presidencia no están en condiciones de gobernar.
En política hay que vencer el absurdo, por eso en campaña electoral se escuchan discursos de candidatos que según las encuestas tienen un 5% de las adhesiones diciendo cómo van a gobernar el país. Así es la política.
Pero, tras las primeras reacciones, Larrañaga salió a precisar sus afirmaciones y, en realidad, su explicación fue aún más preocupante. Dijo que se refirió a "la oposición" y no al Partido Nacional. "Claro que la oposición no está pronta, ningún partido solo tendrá mayoría, por lo que es necesario construir una alternativa", agregó. Ese parece ser el quid de la gobernabilidad del próximo período.
El sistema político, en su juego de gobierno y oposición, no ha completado todas las posibilidades que permite el sistema. Blancos y colorados se unieron para hacer mayoría cuando les tocó gobernar, y el Frente gobernó solo porque logró mayoría a absoluta en el Legislativo. Pero a la izquierda nunca le toco gobernar en minoría y tampoco los partidos tradicionales accedieron al gobierno obligados a negociar con el Frente Amplio porque entre los dos no logran mayorías parlamentarias.
¿Cómo serán las cosas cuando eso pase? Y por ahora todos los expertos coinciden en que eso es lo más probable que ocurra tras las elecciones de 2019.
El país ya vivió momentos de trabas política cuando la izquierda se oponía y el gobierno de turno precisaba mayorías especiales.
Si blancos y/o colorados vuelven al gobierno y no logran mayoría, ¿cómo gobernarán? Una alternativa, reclamó Larrañaga. Esto también vale para el Frente Amplio.
En el caso de los partidos tradicionales que es dónde se generó este pequeño alboroto tras las declaraciones de Larrañaga, tendrán que convencer al Frente Amplio o a algunos de sus sectores. El pasado reciente muestra que aún los sectores moderados de la coalición que serían los que podrían dar apoyo a un gobierno de los partidos tradicionales, terminan votando con los grupos ortodoxos porque el frenteamplismo está primero. Después de todo, primero el sector, luego el partido y por último el país.
Un país en el que algunos cambios ya no admiten más demoras y que con el panorama político que se presenta en el horizonte las trancaderas políticas pueden ser algo de todos los días.
Las declaraciones de Larrañaga se pueden tomar al pie de la letra o se las puede poner en este contexto de un futuro para nada venturoso en lo que a gobernabilidad se refiere.
Al margen de las acciones políticas cotidianas, el gobierno y la oposición deberían estar pensando en cómo se van a lograr los consensos necesarios para que el país avance, porque sino, con estas peleítas menores, lo van condenar a una encerrona y un congelamiento político destructivo.
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