Hay algo que a Edgardo Novick le juega una mala pasada y lo sabe desde hace tiempo: ya no es “el nuevo” de la política como lo era en 2015, cuando su nombre, apoyado en la idea de que era un empresario enfocado en la gestión y la buena administración, determinó que el 24% de los montevideanos votara al entonces candidato a intendente de la capital.
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