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Peñarol establece un nuevo reinado en el fútbol uruguayo, que queda marcado a fuego
Las sensaciones de los hinchas que, como un péndulo, se hamacan entre la imagen que devuelve la televisión que confirma la posición adelantada de Carlos Rodríguez -en la jugada que terminó en el empate de Fabricio Formiliano- y la gloria que los jugadores de Peñarol ofrendan con el trofeo desde la cancha a sus fieles, inevitablemente salpicaron de polémica el cierre de un Uruguayo que no puede desemerecer el bicampeonato de Peñarol.
Sería injusto encuadrar el partido más importante del año en ese rincón, porque tuvo un cierre perfecto, con una catarata de emociones que fueron regando un partido que Peñarol manejó desde el primer minuto regulando sus fuerzas y concentrando su mejor expresión para casi todo el segundo tiempo y el alargue.
Tras una buena lectura del entrenador Diego López, que sabía las limitaciones físicas con las que llegaban sus principales figuras, planteó el partido en un lugar en el que se sintió cómodo. Recostado en su cancha. Con una estrategia defensiva perfecta, una figura táctica siempre bien dibujada, con rendimientos individuales determinantes (Kevin Dawson, Ezequiel Busquets controlando a Gonzalo Castro y Fabricio Formiliano como patrón del fondo) y con el carácter de los equipos que están para hacer historia, Peñarol manejó el juego. A su manera.
Es cierto que no la pasó bien en el primer tiempo, porque Nacional, mejor arropado físicamente, generó cinco situaciones de gol, que bien podrían haber entregado a los tricolores la satisfacción de un triunfo transitorio. Sin embargo, la atajada de Dawson a Oliva a los 3’ y el anticipo a Zunino a los 35’, más esos dos goles increíbles que en el cierre del primer tiempo se perdieron Bergessio y el cabezazo de Zunino, pusieron el partido en un lugar incómodo para Nacional. Jugó bien pero no pudo quebrar la resistencia de un Peñarol que reguló sus fuerzas.
Cuando en el inicio del segundo tiempo, Zunino tomó desatenta a la defensa rival, en uno de los pocos errores que cometió, y anotó el 1-0, parecía poner el tanteador en el lugar apropiado. Sin embargo, Peñarol sabía el camino que quería recorrer y que le llevaría a buen puerto. A partir de los 50 minutos empezó su partido. Cebolla Rodríguez y Gargano soltaron el freno con el que habían recorrido el campo hasta ese momento, y se puso en marcha la arremetida. Casi como una reproducción de lo que fue el cierre de la temporada. Encendidos, los aurinegros definitivamente mostraron su carácter.
Esta vez, un error del línea -que no vio una posición adelantada en el gol de Formiliano- le permitió llegar al empate a los 71’. Si existiera el sistema VAR sin dudas hubiera sido otra final. Sin embargo, fue un partido de fútbol a la uruguaya, con los errores (que un día benefician a uno y al siguiente al otro) como protagonistas del espectáculo. Entonces, el empate estaba bien, por las pelotas en los palos y por la arremetida de los aurinegros.
El punto de quiebre para Nacional, más allá del error arbitral, terminó siendo la salida por lesión de Alexis Rolín a los 81’, quien había sido una de las figuras tricolores. Sin quien había establecido el orden y equilibrio defensivo, el equipo tricolor empezó a sentir el esfuerzo de haber jugado todo el partido con la misma intensidad desde el primer minuto, pero sin fortuna porque hasta los 60’ había generado el doble de situaciones de gol que su rival.
Peñarol se sentía cómodo en su propuesta, en la que había reservado lo mejor para el cierre. Por eso el alargue le brindó el penal que Cebolla Rodríguez transformó en gol, y una superioridad en el planteamiento, que Nacional no pudo vulnerar. Por eso la copa, la vuelta y la felicidad del tercer título en los últimos tres años y medio.
Peñarol festeja que cerró la temporada con el empuje que le brindó esa arremetida en la que le arrebató la Tabla Anual a Nacional en el cierre de la temporada. Aplaude ganar de atrás el clásico del año, para quedarse con el título. Celebra la inteligencia con la que jugó con el contrapeso de un equipo disminuido físicamente por contratiempos y adversidades con las que llegaron sus principales figura. Disfruta el carácter de un equipo que parece hecho a la medida de su historia, y que con el bicampeonato en la temporada 2018 se empieza a adueñar de una nueva era en el fútbol uruguayo luego de sufrir aquella entre 1998 y 2014.
Hoy los aurinegros celebran un merecido título, a la uruguaya (con polémicas), y empiezan a marcar a fuego un nuevo reinado mirasol.
Peñarol 2-Nacional 1
Nacional: Esteban Conde; Marcos Angeleri, Rafael García, Alexis Rolín, Alfonso Espino; Matías Zunino, Santiago Romero, Christian Oliva, Gonzalo Castro; Gonzalo Bergessio y Sebastián Fernández. DT. Alexander Medina.
Banco de suplentes: Luis Mejía, Rodrigo Erramuspe, Luis Aguiar, Pierre Webó, Tabaré Viudez, Carlos De Pena y Leandro Barcia.
Peñarol: Kevin Dawson; Ezequiel Busquets, Fabricio Formiliano, Carlos Rodríguez, Lucas Hernández; Giovanni González, Walter Gargano, Cristian Rodríguez, Agustín Canobbio; Lucas Viatri y Gabriel Fernández. DT. Diego López.
Banco de suplentes: Thiago Cardozo, Carlos Matheu, Marcel Novick, Maxi Rodríguez, Fabián Estoyanoff, Ignacio Lores y Darwin Núñez.
Goles: 47’ Matías Zunino (N); 71' Fabricio Formiliano (P), 95' Cristian Rodríguez (P)
Amarillas: 17’ Christian Oliva (N), 57’ Matías Zunino (N), 88’ Rafael García (N), 110' Fabián Estoyanoff (P).
Rojas: 88’ Diego López (P) y 100’ Alexander Medina (N)
Cambios: 55’ Maximiliano Rodríguez x Giovanni González (P), 66’ Fabián Estoyanoff x Agustín Canobbio (P); 69’ Luis Aguiar x Christian Oliva (N); 115' Darwin Núñez x Gabriel Fernández.
Árbitro: Daniel Fedorczuk
Hora: 16.30
Cancha: Estadio Centenario
