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Preocupantes ajustes en el stock de vacunos y ovinos

Faltan novillos, vaquillonas y ovejas; la faena descenderá durante 2019 y 2020
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28 de septiembre de 2018 a las 05:00

Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

Los datos de stock ganadero en Uruguay al 30 de junio de 2018 marcaron un descenso, tanto en vacunos como en ovinos, mostrando cambios fuertes en la producción ganadera. A partir de los mismos se puede proyectar que caerá la faena en 2019 y 2020 y realzan la importancia del entore por venir: es imperioso que se produzcan más terneros. Y el stock ovino sigue cayendo pese a los buenos precios de la lana y la estabilidad de los de la carne.

Según los datos recabados por el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) –presentados la semana pasada–, el stock vacuno al 30 de junio de 2018 bajó por segundo año consecutivo. Mostró una caída de 403.837 cabezas respecto al mismo momento de 2017 y quedó en 11,328 millones de animales, con una caída de 2,6%. El año anterior eran 11,73 millones y en 2016 la población de vacunos superaba los 12 millones. El 86% de la baja poblacional corresponde a novillos –1,994 millones–, con 349 mil menos que en 2017. Había más de 2,5 millones en 2016 y hay 1,99 millones en el presente. El resto de la caída es de vaquillonas.

En los novillos la caída se da en las tres categorías. Los de 1 a 2 años pasaron de 987.300 al cierre del ejercicio 2016/17 a 846.800 este año, una caída de 14%. Los novillos de 2 a 3 años bajaron de 1,356 millones a 1,148 millones en la comparación interanual (-15%). Los de más de 3 años pasaron de 568 mil a 484 mil. Los novillos de 1 a 2 años bajan en 140 mil, los de 2 a 3 años se reducen en 124 mil y los de más de 3 años son 84 mil menos. En conjunto son 350 mil novillos menos. Aproximadamente la cantidad de terneros machos y novillos que se exportan en 12 meses. Y ese es un motivo de preocupación para la industria respecto a la disponibilidad futura de materia prima.

El dato es interesante además porque la baja se da por segundo año consecutivo, pero en el último año agrícola la dinámica se acelera. La exportación en pie ha seguido creciendo y la faena se ha mantenido notablemente estable en torno a 2,4 millones de vacunos por año, en proporciones parejas de novillos y vacas, sobre 1,15 millones por año.

Es una estabilidad difícil de sostener. Porque, por ejemplo, también cae fuerte la población de vaquillonas en más de 100 mil animales. Pasó de 1,77 millones a 1,65 millones. Aquí se nota el impacto de la cuota 481, que ha captado una proporción creciente de hembras.

El descenso en la población de vacunos es consecuencia de una elevada extracción –la suma de faena y exportación en pie– que en el ejercicio 2017/18 se consolidó como la mayor desde que se tienen registros, con un 27% del stock, un punto más que el año pasado y superó al 24% promedio de los últimos 10 años.

Al cierre del año agrícola 2017/18 la faena fue de 2,33 millones de vacunos, 3% menos respecto al año pasado cuando se faenaron 2,41 millones. Pero el aumento en la exportación en pie más que compensa esa leve caída. En el año agrícola se exportó un récord de 451 mil vacunos, mayoritariamente novillos y terneros, pero también algunas vaquillonas. Esta cifra también es récord y marca un crecimiento de 62%, es decir 172 mil animales más que el ejercicio previo.

José Bervejillo, coordinador del grupo de estudios económicos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), destacó que “la faena de vaquillonas aumentó 23%, mientras la de novillos de sobreaño aumentó 10%. Si bien la faena total entre los dos últimos ejercicios no fue muy diferente una de otra, hubo cambios en la proporción de las categorías. En años anteriores a 2015 la tasa de reposición fue superior a la tasa de extracción, lo que permitió un aumento de los inventarios (25% versus 23%) y en los últimos dos años la tasa de extracción superó la de reposición (27% versus 23%), por lo tanto tenemos una reducción de los inventarios”.

La mortandad, según los datos del SNIG, fue de 259.504 animales, un 2,3% del total del stock. Y el consumo fue de 42.433 cabezas. Por lo tanto la extracción total del ejercicio fue de 3.078.756 y nacieron 2.762.695 terneros. Mientras que el ejercicio anterior la extracción fue de 3.012.365 y nacieron 2.700.506.

Una fuente industrial explicó que “hay preocupación respecto a un menor nivel de actividad en 2019 y parte de 2020. Va a haber una sustitución de novillos por vaquillonas pesadas –con pesos de novillos y al mismo precio–, tanto de corral como de pasturas, que ya se viene dando y se incrementará y un aumento en la faena de vacas adultas, lo que amortiguará parte de la menor faena por escasez de novillos”.

La alta extracción es interesante y la estabilidad podría lograrse si creciera la producción de terneros. Pero en el último ejercicio no crece ni la cantidad de vacas ni la tasa de terneros destetados por vaca entorada. En 2018 el destete fue de 64%, una tasa baja y llamativamente estable, casi idéntica a la de los dos años anteriores, e inferior a la que se dio en 2010/12 cuando se alcanzó un 67%. En 2019 se sentirá el efecto de la pasada sequía y será muy difícil que la producción de terneros crezca. Y para 2020, con un rodeo estable de vacas, la producción de terneros se empieza a jugar en esta primavera. Las  vacas de cría se mantienen en una cifra elevada 4,27 millones de cabezas, casi sin cambios en los últimos años y mostrando que el potencial para dar el salto productivo está, si se lograra un destete de –por ejemplo– 70%, que permitirían llegar a los tres millones de terneros. Con la caída en la cantidad de vaquillonas, parece poco probable que pueda aumentar en 2019 la cantidad de vacas de cría. Con las mismas o aún con menos vacas de cría se deberá abastecer al mercado en pie y a la industria.

El próximo entore, que empieza en noviembre, renueva la posibilidad de que la producción de terneros aumente, tal vez Niño mediante. Las lluvias deben permitir que se recupere el stock de vacas, castigado por la sequía y un invierno duro. Un buen entore este verano puede permitir a partir de 2020 un freno a la caída del stock. Pero inevitablemente habrá un ajuste en la faena, porque la industria frigorífica estará pescando en 2019 y 2020 en una pecera mucho más vacía que en años anteriores.

Para saber

A pesar de los elevados precios de la lana, con productores de Ideal y Merino vendiendo a más de US$ 10 por kilo sus vellones,  y de los precios de exportación de la carne ovina igualmente favorables, el sector atraviesa condiciones de desestímulo como el abigeato y los ataques de perros y jabalíes que provoca que el stock se ubique en mínimos históricos. Al 30 de junio había 6,334 millones de ovinos, 227 mil o 3,5% menos que el año pasado (6,561 millones) y la menor cantidad desde que se tienen registros fiables (1974).


La cifra


2% Caída. En ovejas de cría –la máquina de producir de la majada–. Es el menor stock desde que hay registros. Los corderos son 11% menos. Y hubo un alza del 15% en borregas sin encarnerar: el potencial productivo no se recupera.

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