Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > LA VIDA DESPUÉS DE JUSTICIA INFINITA

Salvador Banchero: "Este proyecto de El Espectador me genera un respeto muy grande"

El conductor inaugura nuevo ciclo de entrevistas y prepara su retorno a la radio, luego de un entreacto de un año en España
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11 de febrero de 2019 a las 05:02

Salvador Banchero estaba cansado de escucharse. A veces le pasa. En los últimos tres años sentía que lo mejor que tenía para hacer era no decir nada sobre ningún tema. Y eso, obviamente, no corre en la radio.  

Tenía la necesidad de hacer una pausa y el contexto le era favorable. Sin hijos ni parientes de los que hacerse cargo, la posibilidad de vender todo y mantenerse durante un tiempo con sus ahorros, el comunicador de 42 años se fue a principios de 2018 a Madrid, la ciudad donde vivió su infancia por el exilio político de sus padres. 

Un año después, está otra vez en Montevideo, su otro hogar. “Fue el sabático menos sabático del mundo, porque no tenía rentabilidad, pero seguí trabajando”,  dice sobre su estadía en España. “Escribí cuentos, porque quería dedicarle tiempo a eso. Desarrollé la plataforma Amenaza Roboto con Miguel Dobrich, que implicó muchas horas de trabajo, de teléfono, de decisiones. También la grappamiel Rosa Negra. No es que estaba trabajando diez horas por día, pero hacía cosas todo el tiempo”, contó.  

El retorno a la radio de Salvador Banchero será el próximo 1° de abril en El Espectador, donde estará acompañado por la locutora y conductora española Penélope Saray

Pero no todo fue trabajo. Leyó –mucho– y viajó por España y el resto de Europa. “Fue una mezcla. No es que estuve de vacaciones, me estaba comiendo los ahorros mientras dedicaba tiempo a lo que quería y podía”, dijo.  

A la vuelta encaró múltiples proyectos, que lo separan del perfil que construyó en el programa por el que es más conocido, Justicia Infinita. El programa Divino Tesoro en Vera TV, en el que entrevista a figuras de edad avanzada con el objetivo de hablar sobre la vida y las grandes preguntas de la existencia; un nuevo ciclo radial (esta vez en El Espectador); y su aporte en Amenaza Roboto, son los que más destacan entre otros que emergen por ahí, como la realización de un podcast. Sobre esos proyectos, Banchero dialogó con El Observador

¿Cómo nace Divino tesoro?

Un día nos pusimos a hablar con el realizador Diego Martino, que además es muy amigo mío, sobre que en Chile había un reservorio de ancianos a los que se le daba voz, gente muy interesante, había una intención de rescate de esa gente. Y quedó la idea de replicarlo. Él la continuó desarrollando. Yo me iba a España, ya lo sabía, y le dije, te ayudo, pero hay que filmar antes que me vaya. La gente que ya ordenó el mundo, de la edad que sea, me parece genial, pero no me interesa. Es difícil encontrar veteranos que tengan la puerta abierta al asombro, a cambiar de opinión, a reformular una visión. Pasa menos. Te vas poniendo viejo y vas ordenando en función de tu comodidad, y me parece que eso muestra valentía.

Es darle voz a un grupo etario que se suele ignorar.

Si, es muy curioso lo que pasa en Uruguay, porque tiene una población muy envejecida desde hace muchísimos años, hay como una idea establecida de que es una suerte de gerontocracia. Y, sin embargo, salvo aquellos puestos de decisión, la tercera edad no parece ser un insumo de información relevante para la gente. Es bastante contradictorio.  

¿Le cambió la percepción que tenía sobre la vejez y la experiencia de vida?

No sé si me cambió, porque es algo que me interesa y siempre he pensado en ello. Lo que sí me pasó fue que tuve una confirmación de la sospecha de que si envejezco quiero llegar así. Y ver una diversidad grande de cómo se aborda el fenómeno de la vida. A mí me divierte eso, a otro le puede resultar angustiante. Ha sido muy enriquecedor, porque me gusta mucho conversar. No siempre fue así, pero desde hace un tiempo me interesa el ejercicio consciente de la conversación.  

¿Cómo se dio ese cambio?

De forma natural, por amigos. Pasaba mucho tiempo conversando. En algún punto no tenía muy claro que eso me pasaba, e igual me pasaba. Años de tertulia de bar, y cuando me cansé de eso, ya más de grande, pasamos a las casas, pero me acerqué a gente, o ellos se acercaron, que propiciaban ese tipo de relación. Es algo cada vez menos frecuente la conversación, hay como un mandato de concentrar la atención en pocos minutos, pero disfruto de lo otro. Un punto medio. 

Está solo frente a la cámara y es más habitual verlo trabajar en dupla. ¿Qué diferencia los dos desafíos?

Creo que una conversación se enriquece con más participantes, pero el mano a mano te da la posibilidad de tener un grado de atención más fino, de parte de los dos. En radio ya había pasado, pero es distinto. Acá realmente había una finalidad, la de construir una conversación libre pero con una idea de hacia dónde quiero que vayamos, y respetando los tiempos del otro. Eso para mí sí es nuevo, y recién estoy empezando a tener herramientas. 

Divino tesoro. Este ciclo de entrevistas, compuesto por seis capítulos de menos de media hora, pone a Banchero frente a personajes como Daniel Vidart, José Mujica, Ventura Rébori, entre otros. Está disponible en Vera TV, con un capítulo de 25 minutos cada semana.  

¿Este proyecto, así como otros como Amenaza Roboto, lo forzaron a cambiar el rol y el perfil con el que se le asocia?

Supongo que sí, pero siempre lo viví naturalmente. Mi preocupación siempre ha sido de que lo que haga acompañe mi honestidad del momento. Cuando empecé a trabajar de esto tuve un conflicto interno con el tema del humor, porque no sentía que fuese alguien vinculado al humor, por decirlo de algún modo. Pero me di cuenta de que todo lo matizaba a través del humor, que si tenía que dejarle una carta a mi vieja para avisarle de algo cuando era adolescente, tenía algún chiste. Fue hacerse cargo. No soy humorista, pero me vinculo con el humor y no hay problema. En los últimos años de Justicia Infinita se fue viendo eso, no solo de mi parte, también de mis compañeros. El programa fue reflejando los cambios. Quizás uno le vea una continuidad y una lógica, y la tiene, pero si comparás un programa del año pasado con uno de hace 10, son personas distintas. Y es que lo somos. Me ubico en otro lugar pero no es una decisión, es porque naturalmente se ha dado así. No es una reinvención consciente, porque eso implicaría mirar con arrepentimiento lo hecho, y si bien me equivoqué, también me representa como fui en ese momento. 

Amenaza Roboto. En la plataforma de noticias tecnológicas, Banchero escribe una newsletter sobre los nuevos medios de comunicación. “Son inquietudes que tengo hace 10 años pero nunca las había propuesto públicamente como parte de mis intereses. Pude tomar contacto con interlocutores con los que en el intercambio salgo ganando, porque saben más, y me da confianza y respaldo saber que interactúo con ellos”, dijo. 
¿Cuando tomó la decisión de volver a Uruguay?

Me pasaron dos cosas. Cuando llegué allá apareció muy rápido una posibilidad de involucrarme con la radio. No llegó a ser ni siquiera algo formal, pero me obligó a preguntarme si quería hacer eso. Me di cuenta de que no me interesaba, entonces no lo seguí. ¿Para qué hacerlo allá si lo puedo hacer en el lugar del que vengo? Tenía la idea de que fuera una experiencia de un año, pero estaba abierto a que fuera de menos o de más tiempo. Y ya sobre octubre me di cuenta de que algunos proyectos, como Roboto y Rosa Negra, implicaban un tiempo de atención que hacía que mis compañeros de proyecto trabajaran un montón. Me sentí culpable, ya había hecho todo lo que quería y no pensaba radicarme y trabajar allá. Entonces decidí volver. Y volví con ganas. A mi me encanta Uruguay. Pero también España. Y tener un pie en cada lado, con un océano en el medio, es complicado. Si el día de mañana quiero ir de nuevo, lo haré. 

¿Cómo será su vuelta a la radio?

Está en proceso de armado. Empezamos el 1° de abril, hay cosas que se están definiendo,  por lo que no está todo súper claro. Me dieron ganas y apareció esta oportunidad. Me gusta muchísimo la radio. De toda la vida. Y este proyecto de El Espectador me genera un respeto muy grande. Hay mucha historia ahí adentro. Por suerte me sacaron los miedos. Estoy contento, y en proceso de armado de equipo. Intuyo el tono y el aroma, pero no se cosas aún estrictas. Me cuesta horrible explicar cómo va a ser, y lo mismo me pasa con lo que hice antes en radio. Justo coincidió con la venida de Penélope Saray, una mujer que conocí hace tres años. Es locutora pero trabajó en radio acá y en España. Y le ofrecí acompañarme y le encantó, estoy muy entusiasmado de sumar una voz extranjera al panorama radial local, mucho más ahora que somos un país con una nueva corriente migratoria. Si pudiera ir sumando más me encantaría, que la radio refleje lo que está pasando. 

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