Por Lic. en nutrición Maren Torheim*.
Las semillas son de los superalimentos más prácticos y fáciles de usar – van con todo, no cambian demasiado el sabor y un par de cucharadas mejora el nivel nutritivo de todos tus platos.
Las de lino hace tiempo que tienen buena reputación y andan por la vuelta, es posible que ya hayan encontrado su camino a tu cocina. ¿Pero las estás usando regularmente?
Cuando se trata de superalimentos, el uso regular es la clave para sentir los beneficios. No tenés por qué usarlas todos los días, puede ser alguna vez por semana mientras vas alternando con otras fuentes saludables, pero si sentís que tu alimentación está siendo particularmente pobre últimamente y querés una fórmula rápida para cambiarlo, o si estás con tránsito lento y nada te funciona, vale la pena sumarlas de forma diaria.
Te contamos de sus grandes beneficios para motivarte y nuestras tres formas favoritos de usarlas.
Los estudios las relacionan con mejorar la salud cardiovascular, la prevención de la diabetes y algunos tipos de cáncer. También son muy recomendadas para bajar de peso por su alto contenido de fibra y de grasas buenas (omega-3), que nos dejan satisfechos por más tiempo.
Su fibra soluble, entre muchos beneficios, es excelente para regularizar el intestino, logrando el combo perfecto para deshincharnos y sentirnos livianos.
Sus poderes antioxidantes (lignanos), las mismas grasas buenas y su aporte de vitaminas del complejo B le ganaron el nombre de anti-age, y motivan a muchos con problemas de acné, rosácea o eczemas a comerlas regularmente.
También son recomendadas durante la menopausia para colaborar a la regulación del estrógeno, así como para mujeres con ciclos de menstruación alterados.
3 cucharadas de semillas de lino cubrirían de un 30 a un 20% de tus necesidades diarias de vitamina B1, magnesio, manganeso y fósforo. También aportan selenio, hierro, potasio y zinc, entre otros.
Cuando escuchamos que hay que comer 3 cucharadas de lino por día para sentir la diferencia, nos podemos imaginar a nosotros mismos con el pote de semillas y embutiéndonos el cucharón. Se puede, pero no sería la mejor idea. Si bien tienen un sabor relativamente neutro, su tipo de fibra nos obliga a masticarlas mucho y comerlas de a mucha cantidad junta puede resultar un poquito incómodo.
Probá estas cuatro formas en cambio.
El tema de si comer las semillas crudas, tostadas o activadas está muy en boga y puede marearnos en este tema de si tostar o no tostar. Como recomendación rápida, la variedad también en la forma de preparación es una buena guía. Para las semillas de lino en particular nos gusta tostarlas porque su cascarita dura la hace de más difícil digestión y al tostarlas solucionás el problema (además quedan delis!).
Un plus: las semillas de lino pueden mejorar la calidad proteica de tus platos vegetarianos o veganos, por la combinación de semillas + cereales que forma una proteína completa (por ejemplo quinoa y semillas de lino en una ensalada).
Si amás el pan para el desayuno no tenés por qué dejarlo, todo se trata de elegir calidad, las combinaciones que te hagan mejor y moderar las porciones; así si sos un poquito adicto-al-pan lo podés disfrutar sin riesgos…
Una excelente forma de elegir un pan saludable es ver si tiene semillas de lino – lo ideal es que sean abundantes. Que un pan sea rico en semillas, si son varias mejor, puede ser mejor señal de que es nutritivo y balanceado que si es sólo integral.
Si lo hacés en casa, ¡mucho mejor! Vas a estar evitando aditivos y conservantes, y podés sumar un extra de estas semillitas superpoderosas.
Un plus: Si no tenés un pan con semillas no importa, podés espolvorearle unas semillas sobre tu tostada. Queda muy bien tanto con una mermelada de frutos rojos, o con palta untada. Cuando lo usás con palta tiene un beneficio extra – es anti-colesterol, es fundamental la mezcla de estas semillitas con grasas buenas en el mismo tiempo de comida para aprovechar este beneficio (por ejemplo con aceite de oliva o coco extra virgen, o con paltas.)
Por más información, TanVerde www.tanverde.com
*Maren Torheim, autora del libro “Como comer sano para adelgazar”, trabaja desde hace más de 30 años en policlínica y piso en uno de los sanatorios más importantes del país. Se formó en Uruguay y también en el extranjero, profundizando en la dieta cetogénica para el control de epilepsia.
Siempre ha priorizado el trabajo en equipo, trabajando desde hace más de dos décadas en un equipo interdisciplinario con un cardiólogo y psicólogas para el cambio de hábitos, y con neurólogos y neuropediatras en la dieta cetogénica.
Más recientemente Maren se dedica a un emprendimiento familiar de alimentación detox y saludable, ofreciendo cursos online con coaching nutricional en TanVerde.
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