La escena la hemos visto ya mil veces. El aspirante del concurso realiza un plato complicado, de varios pasos. Lo presenta con tensión, con nerviosismo, frente a un jurado –que suelen ser o tres o Gordon Ramsey– quienes ponen caras circunspectas por un rato y luego hay un 50% de probabilidades de que estallen en gritos humillantes o aclamaciones conmovedores. Parecería que la cocina o el mundo de la comida en TV sólo ha encontrado un nicho a nivel competitivo, donde cocinar es antes que nada una habilidad para conseguir algo: un premio, un delantal blanco o una plaza en alguna escuela de cocina importante.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá