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Un español ejemplar que hizo de Uruguay su tierra y corazón

Se cumple un año de la desaparición física de José Arijón Rama, un industrial y empresario reconocido a nivel nacional e internacional
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29 de abril de 2019 a las 05:03

Fue hace un año, pero todos los siguen recordando de la misma manera; el cariño, la entrega,  la innovación y el respeto que José Arijón Rama–“El Gallego”– le imprimió a todo lo que se propuso en vida dejaron marcas grabadas a fuego. Arijón fue muchas cosas, pero en especial se lo recuerda como un emprendedor incansable que logró por el sector automotriz en Uruguay más de lo que cualquiera se podría haber imaginado. A un año exacto de su desaparición física –el 29 de abril de 2018–, Arijón permanece en la memoria colectiva como uno de los grandes animadores de la industria de un país en el que no nació, pero que adoptó con el corazón. 

Don José Arijón Rama nació el 24 de marzo de 1931 en una pequeña localidad llamada Oza, dentro de los límites de la provincia de La Coruña, en España. Hijo de Ramón Arijón Lema y María Juana Rama y  hermano mayor de cinco hermanos, la vocación por lo que luego sería su oficio de mecánico despertó de manera temprana, a los 14 años. Como tantos otros en esas convulsionadas épocas europeas, poco después tomó una decisión clave y contundente: con apenas 17 años se lanzó a cruzar el Atlántico hasta Uruguay, país en el que esperaba encontrar trabajo y futuro. Más allá de esta mudanza, Arijón nunca dejó España; se la trajo dentro de un corazón que en 1967 le haría lugar a su esposa Rosario Margarita Perdomo y más tarde a sus hijas María del Rosario y María Laura, y a su adorada nieta, Cindy María.

Ya en tierras orientales, Arijón continuó con su oficio de mecánico pero rápidamente se fue haciendo un nombre en otros ámbitos. En 1962, gracias a su visión audaz y a su estricta disciplina laboral, logró convertirse en importador de las camionetas Zuzulight y de las motos Suzuki. Tres años después se trajo en la valija desde Suecia a la marca Saab.

Meses después viajó hasta Munich, donde consiguió la representación de la marca BMW con un acuerdo para crear la primera planta de armado de esa empresa fuera de Alemania. Así, “El Gallego” –que en ese momento tenía solo 32 años– llegó a armar hasta 1.500 BMW en Uruguay bajo la firma comercial Camur S.A., empresa que fundó. Entre 1965 y 1992, la compañía no dejó de crecer y en total se armaron alrededor de 12 mil vehículos BMW. Pero además, también fue importador, representante y ensamblador de otras marcas, como Ebro/Nissan, Rover, Mini Morris , Alfa Romeo, Seat, Volvo, Rastrojero Diesel, y ensamblo para terceros Mercedes Benz, International, Austin, Scania Vabis.

En ese momento, para ensamblar vehículos se debía exportar mercadería bajo un sistema llamado “exportaciones compensatorias”, por lo que Arijón abrió dos empresas para hacerlo. Estas fueron la curtiembre Alaska, que tenía más de 250 funcionarios, y una planta de tornillos y tuercas, que dio trabajo a más de 1500 empleados. En 1992, y ante nuevas normas gubernamentales para el armado de vehículos, Arijón comenzó con la importación de vehículos de origen, así como de motos, también de la marca BMW. Además, logró también ser el importador, armador y representante de BMW en Puerto Rico. 

Don José nunca pensó en el retiro como una posibilidad de descanso. Cumplida su etapa en el sector automotriz, decidió continuar sus labores en la estancia Los Manantiales Agropecuaria, donde crió ganado Aberdeen Angus y Hereford y se convirtió en uno de los pioneros en la mejora de la carne a través de la exploración genética.

Un inmigrante ejemplar

Arijón estuvo mucho tiempo en la cocina del sector automotriz, pero también se dio el gusto de ponerse detrás del volante. Más allá de que colaboró de gran manera en el patrocinio de algunos corredores importantes – Héctor Marcial Fojo, Diego Fernández, Diego De Arteaga o Luis Etchegoyen, entre otros–participó del Gran Premio Argentino en 1962 con la marca Saab. En esa carrera se inscribió bajo el nombre de Torres de Oza, un homenaje a la tierra que lo vio partir a los 17.

En ese sentido, Don José siempre se mantuvo fiel y atento a su España natal. Honró a su patria cada vez que pudo y estuvo, de manera permanente, dispuesto a ayudar a la diáspora gallega que llegaba a Uruguay. Entre otras cosas trabajó para reflotar el Hogar Español de Ancianos y fue presidente de varias organizaciones relacionadas a su origen, como Casa de Galicia –a la que sacó de la quiebra– y el Club Español, entre otras muchas. A su vez hizo muchísimo por Uruguay, su país adoptivo.

Por sus méritos, Arijón fue reconocido numerosas veces en su país. Se le otorgó el título de presidente de Mérito del Centro Gallego de Madrid, la Medalla de Honor a la Emigración, la medalla de la Enxebre Orden da Viera y, se lo distinguió con la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel La Católica en 1991, uno de los reconocimientos españoles más importantes. 

José Arijón Rama fue todo esto pero también fue más. Gran parte de su legado quedó en quienes lo conocieron bien, que hoy lo recuerdan a un año de su partida. José Arijón Rama se fue, sí, pero de alguna manera, y gracias a su enorme legado, sigue estando. 
 

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