Opinión > COLUMNA/EDUARDO ESPINA

Un lustro sin el escritor de lustre

Se cumplieron cinco años de la muerte del último gran novelista latinoamericano
Tiempo de lectura: -'
27 de abril de 2019 a las 05:03

Era una muerte anunciada,  para entonces, ya lo era. Amigos y familiares decían que la salud del escritor venía en picada, por lo tanto, lo que podía pasar pasó. A quien hasta entonces no había muerto, le llegó su turno. Fue hace cinco años, en el abril de entonces, el 17 de ese mes, en 2014. El certificado de defunción menciona como causa del fallecimiento “neumonía”, eufemismo que, lo mismo que “paro cardiaco” o “insuficiencia respiratoria”, suele usarse para referir al fin cuando el final ya llegó con otro nombre, poniendo al cuerpo entre la debilidad y la extinción. El autor de tantas supervivencias y muertes literarias, tuvo una muerte igual a la de millones de su edad. Gabriel García Márquez tenía 87 años. Le faltó poco para llegar a los 100, que en su caso no hubieran sido de soledad, pues fue un hombre de vida gregaria que vivió rodeado de familiares y amigos. La suya fue la última muerte literal y literaria que ocupó las primeras planas de los diarios. Las rotativas se detuvieron para hablar del fallecimiento. 

"Esta es, incrédulos del mundo entero, la verídica historia de la Mamá Grande, soberana absoluta del reino de Macondo, que vivió en función de dominio durante 92 años y murió en olor de santidad un martes del setiembre pasado, y a cuyos funerales vino el Sumo Pontífice”. A los funerales del fundador de Macondo no vino el Sumo Pontífice, pero asistió una cantidad de gente de la que el mundo, y sobre todo el periodismo, suele considerar “importante”, entre ellos los presidentes de Colombia y México, países ubicuos en la vida de GGM: en el primero nació, en el segundo vivió y murió, en el mes en que también falleció Octavio Paz, penúltimo de la misma estirpe. Su muerte no solo detuvo a las rotativas; las detuvo para siempre. La revista que tenía a Paz como fundador y editor, Vuelta, dejó de imprimirse.

La muerte de García Márquez, cinco abriles atrás, fue una coincidencia creada por el destino, como si hubiera dispuesto que muriese en ese mes, lo mismo que otros tantos escritores de fuste que  han alcanzado la posteridad

Abril es el mes en que más actividades literarias y celebraciones se realizan en el mundo. En otra ocasión me voy a referir al tema, pues nadie sabe con certeza por qué ha sido elegido, por ejemplo, como “El mes de la poesía” (en la Unión Americana son infinidad las actividades que se realizan al respecto, en todos los niveles de la vida social y educativa), aunque también es el mes en el que se realizan otros eventos literarios de envergadura, como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en cuyo seno tiene lugar el festival internacional de poesía, de los mejores a nivel mundial, que dirige Jorge Monteleone. Por otra parte, el pasado 23 de abril se celebró en más de cien países el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, promovido por la Unesco desde 1996. ¿Por qué abril es, digámoslo así, el mes de celebración de la literatura? ¿Será porque en ese mes han muerto, por pura coincidencia, decisión divina o del destino, varios de los escritores de mayor originalidad de todos los tiempos? Es posible.

En abril ha muerto gran cantidad de escritores. En el mes también llamado “de las flores” fallecieron: Séneca, Alfonso X El Sabio, Jorge Manrique, Fernando de Rojas, sor Juana Inés de la Cruz (ya mencionada), François Rabelais, Lord Byron, William Wordsworth, Francis Bacon, Jean La Fontaine, Graham Greene, Max Frisch, Rómulo Gallegos, Saul Bellow, Isaac Asimov, Kahlil Gibran, Günter Grass, Simone de Beauvoir, César Vallejo, Jean-Paul Sartre, Gabriel Celaya, Primo Levi, Corín Tellado, Alexis de Tocqueville, Yasunari Kawabata, Ralph Ellison, Jean Racine, Ralph Waldo Emerson, Mark Twain, Willa Cather, Daniel Defoe, George Duhamel, Jean- François Lyotard, Kurt Vonnegut, Muriel Spark, Alejo Carpentier, Eduardo Galeano, y no hace mucho, el pasado 1º de abril, Rafael Sánchez Ferlosio. 

A esa lista hay que sumar a dos bastante conocidos y muy leídos: Miguel de Cervantes Saavedra, fallecido el 22 de abril de 1616 (por eso el Premio Cervantes, que días atrás le dieron a la poeta montevideana, se entrega en este mes), y William Shakespeare, quien murió al día siguiente de Cervantes y en el mismo año. ¡Y hay quienes no creen en coincidencias! Hay un escritor que le gustaba tanto abril, que en ese mes vino y se fue: el segundo de los mencionados en este párrafo. En un pasaje clave de El coronel no tiene quien le escriba, leo lo siguiente: “Nació en 1922 –dijo–. Exactamente un mes después de nuestro hijo. El siete de abril”. No es la única vez que el mes de abril aparece mencionado en la obra de GGM. Ningún otro mes –conclusión a la que llego tras haber realizado una extensa y para la mayoría, supongo, inútil investigación– tiene mayor protagonismo en la literatura universal. Son centenas, aunque usted no lo crea, el número de poemas en diferentes idiomas que tienen a “abril” como protagonista. 

La muerte de García Márquez, cinco abriles atrás, fue una coincidencia creada por el destino, como si hubiera dispuesto que muriese en ese mes, lo mismo que otros tantos escritores de fuste que han alcanzado la posteridad. Aunque en varias ocasiones, y de manera intencional diría, el escritor colombiano flirteó con el mundo artificioso y engolado recreado por las telenovelas, nunca cayó en la cursilería, mal común en la narrativa hispanoamericana de todos los tiempos, incluso aquella que practican escritores consagrados. Son pocos los que logran salvarse.

Hace cinco años, la despedida física de este mundo de GGM generó un derrame impresionante de cursilería, hagiografía barata de segunda mano, y adulación post-mortem, características que dejaron al desnudo las enormes carencias de la cultura hispana a la hora de escribir el obituario de alguien famoso, en este caso, de alguien que cuando le tocó hacerlo supo redactar muy buenas despedidas de gente igualmente célebre. Como muestra basta un botón. El escritor veracruzano Jordi Soler evocó al muerto colosal diciendo que García Márquez fue “un gran tímido saliendo a flote… Un tímido que se había dedicado a escribir para no salir de su cuarto”. La inexactitud hizo acto de presencia desde el vamos. ¿Cómo puede decirse semejante bobería (por delicadeza no dije “tremenda idiotez”), cuando GGM fue un escritor y periodista con vida internacional y un desarrollado instinto gregario, que viajó por muchas partes del mundo –fue corresponsal periodístico–, por lo que se pasó saliendo de “su cuarto” (y del clóset que este tenía), de la amplia recámara matrimonial de su casona ubicada en la calle Fuego 144, del barrio El Pedregal de San Ángel de la capital mexicana, no en un pueblito ignoto y perdido en las afueras del mapa, alguien, además, que de tímido no tuvo nada? 

En el capítulo “El pachuco y otros extremos”, primero de El laberinto de la soledad, escribió Octavio Paz: “El mexicano, fácil a la efusión sentimental”. Al día siguiente de la muerte de GGM la compatriota de Paz, Ángeles Mastretta, tocó la cima del Popocatépetl en cuanto a “efusión sentimental”, al afirmar en su artículo “Nube viajera”, supuestamente fúnebre, lo siguiente: “Lo recuerdo muchas veces acercándose a la mesa. Un día puse unas servilletas azules, dobladas no sé cómo sobre el plato. Tenían un bies amarillo. ‘Estas servilletas parecen la envoltura de un regalo’, dijo y se puso a agitar la suya. Decía cosas así, que ahora no recuerdo sino como un consuelo. Siempre tenía algo bueno que decir. Habían venido a comer los Sabina. ‘¿Cómo estás?, Gabo’, le preguntó Joaquín. ‘No sé –respondió él–, hace tiempo que no me hago caso’”.

En su obra extensa, García Márquez recurrió con frecuencia a la parodia y al absurdo. En sus funerales, ambos ingredientes figuraron entre los grandes ausentes, aunque sobraron situaciones de humor involuntario, como las aquí consignadas, seguramente auspiciadas por el mes en el que tantos han debido abandonar este mundo. 
 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...