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Un Mercosur sin reacción
El pasado 17 y 18 de diciembre se desarrolló en Montevideo la Cumbre 53 del Mercosur, que contó con la participación de los cuatro presidentes de los Estados miembros más la presencia de Bolivia, que se encuentra en su etapa final para ingresar como miembro pleno. Cabe recordar que Venezuela no participó por encontrarse suspendida, debido a la aplicación de la Cláusula Democrática del Mercosur. Previo a la cumbre presidencial, se desarrolló la reunión del Consejo del Mercado Común que es el máximo órgano jerárquico del bloque, compuesto por los cancilleres y el equipo económico de los Estados partes. Los resultados de la mencionada reunión ya adelantaron lo que luego sería confirmado por los presidentes, en cuanto a la estrategia definida para enfrentar los posibles cambios de timón que podrían plantearse a partir del 1º de enero, luego de que Bolsonaro asuma la presidencia en Brasil.
En ese sentido, tanto los cancilleres como los presidentes dedicaron gran parte de sus discursos y debates a destacar los logros del Mercosur, especialmente señalando el dinamismo de la agenda externa debido al importante número de negociaciones en curso (pero no de acuerdos firmados). En ningún caso, se hizo mención a la necesidad de actualizar la agenda interna (avances en la profundización de la legislación en comercio de servicios o comercio digital, el desarrollo de metodologías comunes para la construcción de estadísticas), no se debatió como en otras instancias, sobre la unión aduanera, y sencillamente se olvidó la posibilidad de eliminar la decisión 32/00 que impediría suscribir acuerdos comerciales con terceros de forma bilateral, lo que por cierto ha sido uno de los temas polémicos planteados por parte del equipo del futuro gobierno de Bolsonaro.
Como es habitual, en el marco de la Cumbre se dio aprobación a los comunicados conjuntos de los Estados Miembros y Asociados y se firmó una declaración especial sobre la situación en Nicaragua. Respecto al primer comunicado, si bien se hace mención a la importancia de la defensa y el fortalecimiento de las instituciones democráticas y plena vigencia del Estado de Derecho, no se incluyó la dramática situación que enfrenta Venezuela. De hecho, sólo el presidente Macri hizo referencia a la crisis humanitaria que atraviesa dicho país sudamericano, lo que incluso provocó cierta reacción de Evo Morales. Sin embargo, los miembros y Estados Asociados (en este caso sin Bolivia) aprobaron una declaración condenatoria de la crisis atravesada en Nicaragua.
Parece evidente entonces que una vez que ingrese Bolivia como socio pleno del Mercosur, surgirán nuevamente diferencias profundas respecto a la visión de los socios sobre lo que supone “una plena vigencia de las instituciones democráticas”. Debe tenerse en cuenta que una vez asuma Bolsonaro, es altamente probable que Brasil aumente su presión sobre el régimen de Maduro, lo que generará enfrentamientos crecientes con Evo Morales, uno de los aliados más firmes que sigue teniendo el presidente venezolano en la región. En este marco, una vez más, cabría preguntarse si nuevamente no se está cometiendo un error estratégico aceptando a Bolivia como socio pleno del Mercosur. Las declaraciones conjuntas destacan la firma del Acuerdo sobre Revalidación de Títulos de Graduación de Educación Superior, resaltando a su vez, la profundización de Mecanismo de Movilidad Académica Regional, avances que son destacables y muy bienvenidos para una mayor integración educativa en la región. También hay menciones a la necesidad de proteger a los migrantes debido al contexto actual y se destacan algunos avances en los intercambios judiciales (bienes decomisados) y algunos logros en la integración de frontera.
Más allá de los avances anteriormente mencionados, parte de la Cumbre y del contenido de las declaraciones y comunicados, refirieron a los avances en la agenda externa. En especial se hizo mención a los logros en las negociaciones con la Unión Europea, que de acuerdo al Canciller argentino es el próximo acuerdo a cerrarse, pero también al importante caudal de negociaciones en curso, como el caso del EFTA, Canadá y las lanzadas recientemente con Singapur y Corea del Sur. Además, el comunicado conjunto destaca el acuerdo del bloque con Colombia, los tratados de libre comercio firmados bilateralmente por Brasil, Uruguay y Argentina con Chile y los esfuerzos para alcanzar una convergencia con la Alianza del Pacífico. En esa misma línea, quizás el hecho de mayor destaque de la cumbre fue la firma de un Memorándum con la Unión Económica Euroasiática (bloque liderado por Rusia), con el cual se lanzarían próximamente negociaciones para la firma de un acuerdo de libre comercio. Si bien hay espacio para mejorar las condiciones de acceso a los bienes colocados en Rusia por Uruguay en la actualidad, caso de la carne, lácteos, pescado o frutas, cabe preguntarse si el Mercosur no debería centrar sus esfuerzos en el avance y cierre de las negociaciones en curso, especialmente si se tiene en cuenta el posible cambio de posición de Brasil podría cambiar el curso de las mismas.
Parece entonces que la opción estratégica de los gobiernos del Mercosur y en particular del uruguayo a cargo de la presidencia que traspasó esta semana a Argentina, fue sencillamente ignorar las señales vertidas por el próximo presidente de Brasil y parte significativa de su equipo de gobierno, en cuanto a su visión más proteccionista y posibles propuestas sectoriales, su lógica más bilateral así como el planteo realizado sobre la necesidad de flexibilizar y modernizar algunas de las disposiciones de los tratados originarios del bloque.
Resta esperar el inicio de 2019 y que se tomen las primeras acciones de política internacional de Brasil, augurando que la falta de reacción de los gobiernos actuales del Mercosur, no lleve al quiebre definitivo del aletargado proceso de integración.
