Las opiniones de los medianos y grandes empresarios son un buen termómetro sobre cómo se percibe la marcha de un país, por parte de los responsables de las empresas privadas. Los ejecutivos están atentos a la actitud y reacción de los gobiernos ante un desafiante contexto local, regional y mundial. También a los vaivenes políticos porque de ello depende las condiciones de sus compañías para hacer negocios en el mercado interno y de poder competir en el exterior. El punto de vista de los ejecutivos termina teniendo una enorme incidencia en la inversión y en el mercado de trabajo, y, por tanto, en el crecimiento de una economía.
Es por eso que valoramos como muy preocupante el pesimismo que reina entre los gerentes de las compañías, que surge del estudio de la consultora Deloitte, realizado en octubre pasado, titulado “Visión crítica del clima de negocios y perspectivas poco auspiciosas para 2019. Encuesta de Expectativas Empresariales”.
La decimoctava edición del sondeo, realizado entre empresas grandes y medianas que operan en Uruguay, mostró un deterioro significativo en las valoraciones respecto a la evolución de la situación económica y el clima de inversiones en el último año. Los representantes de las compañías consultadas tuvieron juicios muy críticos respecto al clima actual de negocios, con sólo el 8% calificándolo de “bueno” o “muy bueno”. Esa opinión empresarial negativa, muy preocupante por cierto, también se refleja en las expectativas sobre el mediocre desempeño de la economía para el próximo año, con la preocupante proyección de prever una expansión muy moderada para un horizonte de tres o 4 años que se ubica en promedio en un pobre 2% anual.
El pesimismo empresarial tiene una basa en la marcha de las propias empresas que, según los gerentes consultados, han sufrido un deterioro en todas las dimensiones relevadas: producción, rentabilidad, inversión y empleo. Más del 70% de los ejecutivos piensa que su empresa se verá afectada por el declive observado en el marco regional y, por tanto, proyectan menos contratación de personal.
El gobierno es uno de los principales responsables del mal estado de ánimo del sector privado. Los juicios sobre la gestión del Poder Ejecutivo han empeorado, trepando a un 75% de desaprobación, el nivel más alto desde que se comenzó a realizar el relevamiento hace ocho años.
El estudio dice que las evaluaciones más severas fueron en tres temas donde es notorio el fracaso de la administración: seguridad, educación y manejo fiscal. Pero también hubo cuestionamientos al manejo oficial en la promoción de la inversión, inflación, crecimiento, evolución de la pobreza, inserción externa, desempleo y competitividad.
Es muy difícil que se considere a Uruguay como un país atractivo para el desarrollo de la actividad privada -uno de los grandes motores de la economía de un país- si lo único positivo, según los ejecutivos, es el desarrollo de la infraestructura.
La encuesta de Deloitte es un insumo de gran valor sobre los problemas de fondo que presenta Uruguay. Es una radiografía de los asuntos que hay que encarar desde ya, pero que, por la actitud pasiva que muestra el gobierno, que no ha estado a la altura de las circunstancias, lo más probable que sean todas asignaturas pendientes para la futura administración.
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