Opinión > EDITORIAL

Una reforma apropiada

Un cambio que sería positivo en la sociedad brasileña
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12 de enero de 2019 a las 05:02

El gobierno de Brasil  anunció esta semana una profunda reforma a su sistema de seguridad social en crisis, que, de aprobarse en el Congreso, instaurará un régimen que introduce las contribuciones individuales para la vejez a fondos privados, similar al modelo chileno. Es una gran noticia para enderezar un barco que se hunde y que representa un ancla muy pesada para el avance de la economía, y  una respuesta adecuada, además, para la seguridad económica de los futuros jubilados, especialmente de los que provienen de los estratos más desfavorecidos. 

El comportamiento en alza del poderoso mercado bursátil de San Pablo demuestra que es una decisión acertada para atacar uno de los grandes males que enfrenta el presupuesto público. El tradicional sistema de reparto bajo la administración del Estado no es apropiado para hacer frente a la desafiante tendencia de aumento de las expectativas de vida, que eleva el número de los trabajadores con derecho a la jubilación con la concomitante caída de la fuerza laboral. Una pirámide poblacional más envejecida ejerce mucha presión al financiamiento del modelo de seguridad social en manos del Estado.

Un déficit de la previsión social equivalente a unos US$ 82 mil millones –representa un 3% del PIB-, y que sube a un ritmo de alrededor de 15% anual, es un verdadero agujero negro que impide parar la hemorragia del déficit presupuestal crónico de Brasil.
Creemos que la reforma proyectada, bajo el liderazgo del ministro de Economía, Pablo Guedes, es una respuesta de fondo al problema estructural del financiamiento de las jubilaciones. Es un sistema más transparente –se nutre del aporte de cada trabajador en una cuenta individual- y permite obtener más recursos genuinos por los rendimientos financieros que genera el capital acumulado a lo largo de la vida laboral del cotizante.

No es descabellada la estimación oficial de que la aprobación del proyecto en el Congreso –a estudio desde el próximo mes de febrero- permitirá un crecimiento económico de al menos del 3% anual y que tenga un impacto favorable en el ahorro interno. Como dijo el jefe del gabinete Onyx Lorenzoni, el plan previsional de Bolsonaro es un arreglo a un “barco que se hunde llamado sistema de pensiones, el cual tiene un agujero en la cubierta”, con la expectativa de crear las condiciones para que pueda navegar por un largo período de 20 o 30 años.
En Chile, donde funciona un sistema de pensiones similar al que proyecta Brasil, las seis administradoras de fondos privados gestionan casi US$ 200 mil millones en activos, recursos que dinamizan el mercado bursátil, contribuye al crecimiento del PIB, además de dar más seguridad económica a los jubilados. 

Una reforma de tal magnitud necesita tiempo de maduración. Se estima que, de aprobarse, el nuevo régimen se universalizaría en unas dos décadas. Pero sus efectos económicos en el mercado de valores, en las inversiones y en el PIB se podrán observar este mismo año.
“¡Con salud fiscal y libertad económica, vamos a rescatar la confianza en nuestro país!”, ha dicho un eufórico Bolsonaro ante el entusiasmo que despertó la reforma en el mercado bursátil brasileño. Y sí, el presidente de Brasil tiene razón.

 

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