Fútbol > WILMAR CABRERA Y VÍCTOR DIOGO

Wilmar, Diogo y los clásicos de antes: "Te veían conversando con alguien del rival y se complicaba"

Fueron campeones uruguayos, de América y del mundo, uno con Nacional y el otro con Peñarol; también juntos ganaron la Copa América 1983 y jugaron el Mundial de México 86 con Uruguay; dos exglorias desgranan lo que será el clásico de este sábado entre los grandes
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19 de octubre de 2018 a las 15:01

Se enfrentaron varias veces. Los dos fueron campeones uruguayos, de América y del mundo. Uno con Nacional y el otro con Peñarol. También lograron la Copa América 1983 con Uruguay y disputaron juntos el Mundial de México 1986. Wilmar Cabrera y Víctor Hugo Diogo palpitan el clásico que se viene.

En la selección concentraban en la misma habitación en Los Aromos y los dos fumaban. Wilmar lo hacía en el cuarto, pero Víctor se escondía en el baño para que no lo vieran. “¿Tenés 20 años de futbolista y te escondés?”, recuerda Wilmar que le decía.

¿Cómo definen lo que es un clásico?

Wilmar Cabrera: Es parte de la historia, la historia pura de lo que es el fútbol en Uruguay con la particularidad de que acá el fútbol está cerrado a lo que hicieron Nacional y Peñarol en la historia con el 99% de los hinchas.

Víctor Diogo: Es el partido más importante en el año. En aquella época, éramos equipos armados con años de anticipación. Era difícil entrar. A veces definen cosas relevantes y es la mejor manera de meterse en el corazón de la hinchada. Hoy tienen suerte porque se juegan más clásicos que antes.

¿Qué es lo que más cambió de aquella época a hoy?

WC: ¡Puf! Ha cambiado mucho: la gente, el espectáculo, la televisión es un medio masivo. No son aquellos clásicos que jugábamos, casi peleando por las mismas cosas. Salíamos de la cancha y nos saludábamos con otro respeto por el hincha y la gente. Fuimos unos privilegiados porque nos pusimos las camisetas de Nacional y Peñarol. Jugábamos con estadio lleno con récords de recaudaciones. Me tocó vivir las etapas de las hinchadas separadas en la Ámsterdam y luego cada una en una tribuna. Me tocó compartir esa historia con grandes compañeros, disfrutar de lograr un objetivo justo en un clásico. Pero también hubo un montón de gente que se encargó de manchar la historia de este clásico como cuando se suspendió uno porque tiraron una garrafa desde 50 m de altura. Ojo que hubo problemas con gente de Peñarol pero también de Nacional. Son cosas que no deberían pasar, pero pasaron y eso genera preocupación, como genera preocupación que le puedan pegar un tiro a un jugador. Ya sea de Nacional o Peñarol. Eso no debería pasar en ningún clásico, ni en Uruguay ni en el mundo.

VD: Cuando tenés más años en el club, se sienten de otra forma los clásicos porque se iban aprendiendo los códigos, había una mística en Peñarol que no se podía perder, tenías que meter con todo. Hoy le ponen la misma pasión, pero no sienten tanto quizás porque no tienen tanto tiempo en el club. Las camisetas ya solo dentro del campo representan mucho la historia fantástica de los dos clubes y eso te lleva a esa semana previa que es totalmente diferente, se siente diferente. No se va la vida, el fútbol no es de vida o muerte, lo hemos aprendido. Tampoco podemos juzgar por un partido. Antes tenías más exigencia, tenías más tiempo para disfrutarlo porque el otro clásico demoraba más en llegar. Jugué con Mazurkiewicz, con Garisto, con Peruena, y del otro lado Carrasco, (Alfredo) De los Santos, Jorge Villazán. Jugué como ‘8’, como lateral derecho e izquierdo. Wilmar era de los que iba a todas, era de cuidado y un tipo fuerte. Se jugaba fuerte, pero no se jugaba de forma desleal. Hoy el fútbol es menos de contacto que antes.

En sus épocas como jugadores, ¿quién desnivelaba en los clásicos?

WC: Morena y Victorino. Fueron dos goleadores de generaciones diferentes pero que hicieron goles importantes cada uno para sus equipos. Eran desequilibrantes. En mi caso que jugué en todos los puestos menos de arquero, me tocó marcarlo a Morena y trataba de que él no jugara, con las mañas de aquellos años que hoy seguro no pasarían, por la televisión. Con Fernando nos tocó jugar en su mejor momento en la selección cuando se fracturó ante Venezuela. Yo sabía que si lo anulaba, teníamos más posibilidades de ganar. Empaté algunos partidos, perdimos con dos goles de él una Liguilla y un Uruguayo. También me tocó hacer un gol cuando ganamos. El 80% defensivo del equipo era responsabilidad mía cuando lo marcaba. No me ganaba en el juego aéreo, pero él jugaba mucho con el error y eso yo lo trabajaba en la semana. El día que se fracturó con la selección todos recuerdan que lo acompañé en la camilla. Esas cosas te golpean. Yo me acerqué, vi su lesión, traté de consolarlo y él me tomó la mano fuerte y no lo solté hasta que lo llevaron al vestuario. Me pareció que era una forma de acompañarlo en el dolor.

VD: Morena, Giménez que le hizo tres goles en el clásico de la Liguilla que ganamos 5-1. Yo estaba en ese plantel y quedé afuera. Fue un clásico espectacular. En Nacional, Victorino, Revetria, Alzamendi a quien marqué como lateral izquierdo, Alberto Bica, el Pato Aguilera, Moreira que era bravísimo. Al Pato lo conocía de la selección y le dije en broma: ‘Tratá de no hacerte el vivo porque te voy a sacar para afuera de la cancha; andá a hacer piruetas a otro lado. Acá no vengas a hacerte el vivo’. Jugué el clásico de Cerullo que se agachó, como si fuera falta y Morena hizo el gol. Nos conocíamos muchos de la selección, pero en los clásicos no había amistad. Entrenábamos en el Parque de los Aliados, nos cruzamos con el plantel de Nacional y no sé quién se saludó. ‘Esto es Peñarol, vamos a prestar atención a lo nuestro’, gritó alguien después de eso. En esa época te veían conversando con alguien de Nacional y se complicaba.

¿Hoy quién es el más desnivelante?

WC: El fútbol se ha vuelto demasiadas transiciones rápidas, muchas veces hasta sin mirar a los compañeros. Se ha perdido aquel ‘pensante’ que nosotros siempre teníamos, un jugador que pensaba y tenía otro estilo y hoy vemos jugadores con mucha jerarquía técnica y mucha velocidad, y otras futbolistas muy rápidos con poca técnica y a veces el apuro los lleva a errar.  Es un fútbol diferente. Ni mejor, ni peor de lo que viví yo. Tampoco digo que esto es un desastre. Hay momentos interesantes. Por momentos, Nacional tiene un fútbol fluido, muy bien jugado. Aparecieron jugadores nuevos que uno no los tenía y se están proyectando a futuro. Oliva, Corujo, Rogel cuando estuvo, Ocampo, futbolistas que vienen de abajo, con otra dimensión porque no tienen los años de profesional que tienen otros, pero que en líneas generales ayudan y pueden ser un arma de triunfo para un clásico porque es el partido que tenés que ganar. El Cacique Medina ha respetado esa orientación de darle importancia a ellos.

VD: Hay jugadores que andan muy bien como el Toro Fernández, quien parece tosco pero tiene manejo de pelota. Viatri también, el Cebolla es un futbolista que tiene un carácter que contagia a los compañeros, tiene llegada y gol. En eso es importante para el equipo. Va a ser un partido parejo. Han cometido errores defensivos los dos y de posesión de pelota, se las entregan mucho al rival y el que cometa menos errores podrá ganar. Nacional presiona muy bien. Tienen menos jugadores de clásicos. Hay que estar acostumbrado a jugar estos partidos. Tienen los dos mucha juventud. Oliva tiene un buen cambio de velocidad y le pega bien de afuera del área. Castro es rápido y adelante tiene unos cuantos que pueden cambiar, como Viudez o Papelito Fernández. Peñarol cuenta con Canobbio y Giovanni González que son muy jóvenes, a veces cometen errores por apresurados. Son veloces, tienen ida y vuelta, deben tranquilizarse un poco, les tienen que hablar. El que gane el medio tiene grandes posibilidades. Y vuelve Formiliano que le da seguridad atrás.

¿Cuál es el mejor recuerdo clásico que tienen?

WC: ¡Jugarlo! El sábado se motivan más de 2 millones de personas en este país. Estar adentro es donde más se vive, se sufre, se goza y en líneas generales, es el partido que muchos de los que lo van a jugar, se van a acordar toda la vida.

VD: El gol de zurda por la Libertadores de 1983. La levanté con el borde del zapato derecho y cayó al borde de la media luna y la metí en el ángulo. Ahí clasificamos a la final de la Copa. Ganamos 2-0 con un gol de Walkir (Silva).

¿Cómo ven a Nacional y Peñarol de cara al clásico?

WC: A Nacional le ha faltado esa definición que se espera, aún teniendo a Bergessio que es uno de los chicos que más me ha sorprendido, porque en Uruguay el fútbol lo ayudó a convertir. Genera peligro constantemente, va a todas. Me siento orgulloso porque era algo que yo hacía en la cancha. Nacional tiene un juego de mayor fluidez en algunos aspectos que no se vio favorecido porque saben cómo marcarlo y porque tuvo dos o tres partidos que le pasaron factura de no convertir. Peñarol es un equipo más directo, con futbolistas que lanzan muy bien pelotazos de atrás como el Cebolla, con jugadores rápidos por los extremos y que pueden complicar con un delantero pesado y duro (el Toro Fernández) y que seguramente es marcable.

VD: En Peñarol hay mucha irregularidad de un partido a otro. El técnico tiene poco tiempo de trabajo, pero con otros entrenadores pasaba algo similar. La ventaja que tiene le debe dar tranquilidad. Se juega con el corazón caliente y con la cabeza fría. Tiene la tranquilidad que no ganando queda primero y depende de él mismo en el Clausura. No está jugando bien, pero por algo está primero y consiguiendo los objetivos. Lo importante es no perder. A veces se pierde el partido en el primer minuto porque no se entra tranquilo. La inexperiencia y la juventud o el impulso de la gente, te llevan a cometer errores. A los ponchazos no se juega más. No se gana más así. Se gana jugando y haciendo las cosas bien.

De niños, ¿cómo vivían los clásicos?

WC: Me acuerdo de grandes clásicos en la época de Artime y después en la época de Morena, pero no tenía ese estilo marcado hasta que lo viví de adentro. Allí me pareció que aquello era algo increíble por la vibración que viví. Es parte de lo que uno le puede explicar a otro que nunca jugó al fútbol o que nunca lo vibró de alguna forma. Eso te da una magia diferente. De niño, los escuchaba por radio por Solé o Heber Pinto allá en Cerrillos. Eso era como hincha. A los hinchas hay que decirles que los clásicos se juegan con dientes apretados toda la vida, no cometiendo errores. Porque estoy seguro que los 11 que entran, saben jugar. No hay otro misterio.

VD: Los seguía por la radio escuchando en Treinta y Tres, y por los mayores. Vengo de una familia humilde de siete hermanos, mi viejo se murió a los cuatro años y mi vieja peleándola. En el barrio Artigas había un grupo de gente notable. Uno lo tiene que agradecer. Eso a uno lo marca. La satisfacción fue poder traerla y comprarle la casa a mi vieja, eso me llena de orgullo. No tenía radio, ni luz, escuchaba a alguna radio de un vecino. De ese barrio salió una murga, se iban a pescar, se hacía una olla podrida, primero comían los niños y después los grandes, todo ejemplo de buenas costumbres y principios que me transmitieron. Estoy muy agradecido a Treinta y Tres porque te transmitió valores. No hay que olvidarse de los orígenes.

¿Cómo definen a las hinchadas?

WC: La hinchada de Nacional siempre fue de mucho apoyo conmigo. Tengo un respeto muy grande por el hincha, una satisfacción muy grande por serlo y que mis hijos también lo sean, y por disfrutar el club día a día, porque eso es lo que hacemos los hinchas, por encima de alguna desazón que te entristezca. Yo lo viví de adentro. Vi a Atilio García caminar por 8 de Octubre porque vivía cerca del Parque Central donde a su vez vivía yo. En la sede teníamos a Eugenio Galvalisi, quien fue parte de la historia del club y lo tuvimos siempre ayudando a algún técnico. Nosotros la mamamos de adentro, entonces sabemos todo lo que le costó al club lograr las hazañas que consiguió.

VD: La hinchada de Peñarol a uno siempre lo alentó, lo acompañó en los primeros pasos y uno tiene una afinidad recíproca porque en los momentos difíciles es lógico que pueda haber una crítica. Son las reglas del juego. Pero siempre estuvo allí y siempre está. Eso lo siente el futbolista y trata de hacer lo mejor porque es un gran apoyo.

¿Piensan que el fútbol que jugaban ustedes es mejor que el de ahora?

WC: Hay equipos que hacen  un fútbol espectacular que seguramente es el que a mucha gente le gusta, pero no sé si es el fútbol uruguayo. Seguramente nosotros no jugábamos tan bien, teníamos mucho corazón, jugadores desequilibrantes, y por ciertas actitudes estábamos a la altura de los partidos que eran fundamentales.  Le pasó a Peñarol y a Nacional. Vivimos una etapa de 1980, 1981, 1982 y 1983 con Nacional, Peñarol y la selección que para mí desbordó el vaso de lo que podíamos ganar a nivel de fútbol. A medida que los equipos brasileños y argentinos se fueron esforzando por hacer lo mismo, empezamos a desaparecer nosotros. Ahora, desde 1989 no ganamos nada y eso se siente. El único cambio fue la selección de 1995, la de 2011 y las clasificaciones a los Mundiales que para nosotros es como salir campeones de América. Es lo más difícil. Hay gente que no lo entiende así.

VD: Hoy es muy dinámico. El anterior era más bonito técnicamente. Rocha, Spencer, Abbadie, Joya, Schiaffino, jugadores notables. Era más lento, pero yo me quedo con el fútbol de antes.

¿Quién gana el clásico?

WC: Yo quiero que gane Nacional. Porque me parece que ha hecho un trabajo meritorio, el domingo perdió mal (ante Boston River). Viene jugando con un estilo de fútbol interesante. Los dos están en condiciones de hacer un buen partido. Ojalá que pueda ganar Nacional.

VD: Voy a decir Peñarol como hincha. Va a ser un partido parejo y el que cometa menos errores va a ser el que va a ganar. Esto no es negociable, que va a ganar, va a ganar. Y si gana, se da la vuelta. Pero primero hay que cazar el oso antes de vender la piel.

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