Llegó a jugar un partido de handball con las piernas embarradas en las canchas de la Organización de Fútbol del Interior (OFI). Pablo Repetto estuvo a punto de promoverlo a la Primera de Cerro. Fue dirigido una semana por Juan Ramón Carrasco. El tiempo lo convirtió en el máximo goleador uruguayo en mundiales de balonmano. Su nombre, Federico Rubbo. Su pasión, el deporte.
Rubbo, que ahora tiene 35 años, es de La Paz y ahí creció dividiendo su tiempo entre el Club Social La Paz jugando al handball y al mismo tiempo haciendo la escalerita del baby fútbol, primero en Juventud River y luego en La Paz Wanderers.
Por aquellos tiempos, su prioridad era el fútbol. Con 15 años empezó a jugar en Abayubá, en la Liga Regional Sur. En sub 15, sub 18 y también en Primera.
Con dos años de experiencia, un amigo de la familia que estaba vinculado a la Sexta y Séptima de Cerro lo invitó a probarse al villero. "Llegué a la sub 16, hice Quinta, los dos años de Cuarta y Tercera", recordó en diálogo con Referí.
"Siempre fue delantero y goleador. Mido 1,82 m y los técnicos querían que jugara de 9 porque tenía buen salto, pero a mí siempre me gustó más jugar por afuera", agregó.
"Pablo Repetto me iba a subir para hacer pretemporada en Primera en 2010, pero me esguincé mal un tobillo y no se dio. Después no me ofrecieron viáticos para seguir en Tercera y me fui a buscar minutos a Wanderers La Curva de Minas", dijo.
En todo ese ínterin, Rubbo siguió jugando el handball.
Es más, con 14 años hizo una temporada de básquetbol en formativas de Defensor Sporting.
Los minutos que sumó en su segunda experiencia en el fútbol de OFI no los capitalizó para potenciarse en el fútbol sino en el handball. Porque a través de Pablo Marrochi, uruguayo que juega por la selección de Italia, llegó al ascenso del pallamano (handball) italiano, para defender a Romagna.
"Tuve cuatro pasajes por el handball de Italia. Todos en diferentes cuadros y en el ascenso porque para jugar en Elite (Primera) tenía que renunciar a mi nacionalidad", contó.
"Ahí conocí al handball internacional, al principio fue duro y ni picaba en las prácticas, fue un golpe de realidad; luego, con trabajo de gimnasio y agarrando ritmo, terminé jugando de titular casi todos los partidos", rememoró.
Al volver de su primer pasaje en handball por Italia se fue a jugar a Liverpool de Canelones, otra vez al fútbol de OFI.
Su vida estaba literalmente dividida entre los dos deportes.
De esa época recuerda jugar los sábados en un deporte y el domingo en el otro. "También me tocó jugar partidos el mismo día, llegar con las piernas embarradas del fútbol. Al handball solo iba a los partidos a jugar con Unión La Paz". Ahí era una de las figuras del equipo junto a Santiago Rodríguez.
Volvió a Italia para jugar en Chietti al handball y luego lo hizo en Goes en Uruguay.
Pero el bichito del fútbol lo volvió a picar. Liverpool de Canelones lo volvió a convocar. Primero se curó de una pubalgia y luego su amigo Jesús Benítez, que hizo formativas en Nacional y luego defendió a Miramar Misiones y Tacuarembó, lo recomendó en Torque.
"Me fui a probar. El entrenador era Juan Carlos Carrasco. Y quedé. Una semana nos dirigió Juan Ramón. Fue espectacular, la mejor experiencia que tuve en el fútbol. El tipo estaba para jugar si quería. Un monstruo. Esa fue mi única experiencia en el profesionalismo en Primera".
El equipo estaba en la Segunda División Profesional, ya se había ido Jonathan Álvez y todavía no habían desembarcado los capitales extranjeros que convirtieron al club en sociedad anónima deportiva en 2017.
"Me quedaron debiendo y me fracturé el quinto metatarsiano. Me desanamoré del fútbol, me ganó la angustia porque esperaba otra cosa", confesó.
Dos pasajes por Vicente López de Argentina y nuevas salidas a Italia para defender a Cingoli y Manfredonia lo hicieron cerrar el capítulo del fútbol para dedicarse de lleno al handball.
En 2015 pasó a jugar en Scuola Italiana y desde entonces es jugador fijo en la selección uruguaya que en 2021 y 2023 disputó sus primeros mundiales de la historia.
En el primer torneo, Rubbo hizo seis goles pero en el segundo marcó 36 tantos enfrentando a potencias mundiales. Eso lo dejó como el máximo anotador celeste en esas citas (42), por delante de Máximo Cancio que es un producto del balonmano español.
"Me gusta el handball, pero cada vez que puedo me prendo a algún picado de fútbol. Ahora estoy jugando la Liga Montevideo, me invitaron mis amigos", contó.
En Cerro jugó con Emiliano García, Gastón Pagano, Manuel "Toto" Fernández, Emiliano Díaz, Andrés Ravecca y un joven Mathías Cubero.
Recuerda una tarde en que le hizo dos goles a Peñarol cuando en el aurinegro jugaban Gastón Ramírez y Jhonatan Ramis, entre otros.
En Torque lo hizo con el Rulo Denis, Mathías Saavedra y su amigo Jesús Benítez.
Rubbo trabaja hace cinco años en el depósito de un importante supermercado. "Me queda lejos, gano un sueldo base, pero estoy a gusto. Cuando salgo a jugar por la selección, cuando defiendo a Uruguay internacionalmente me tengo que pedir licencia sin goce de sueldo. En los mundiales me quedé un mes sin trabajar. Eso te hace apretar económicamente y es algo que casi no se ve en el deporte uruguayo".
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