Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ESTE VIERNES

Lisandro Aristimuño, una guitarra de doce cuerdas y el recreo en un folclore con aire pop

El músico argentino se unió a su amigo, el folclorista Raly Barrionuevo, para un proyecto en el que interpretan canciones propias y clásicos de la música regional
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20 de junio de 2019 a las 05:01

Cuando Lisando Aristimuño y Raly Barrionuevo se aburren de ser, justamente, Lisandro Aristimuño y Raly Barrionuevo, son Hermano Hormiga. La dupla de músicos argentinos, uno que se mueve en los mares de la canción de estructura pop sin demasiada definición de género, el otro abrazado al folclore más tradicional, se refugian en ese proyecto conjunto cuando tienen ganas, pero también cuando sienten el impulso.

Hermano Hormiga es un descanso, son vacaciones compartidas entre dos amigos que decidieron dar el salto de los asados a los escenarios hace tres años, y que en 2019 plasmaron su colaboración en un disco, que es la razón por la que este viernes tocarán en Montevideo.

Hermano Hormiga es también el nombre del álbum, en el que interpretan canciones propias –incluidos dos temas inéditos, uno de cada artista– además de versiones de canciones que se cuentan entre las predilectas de ambos, desde clásicos del folclore como El Surco hasta Ojalá que llueva café, el hit de Juan Luis Guerra. Con ese repertorio (más canciones de ambos), es que transcurre esta gira.

En el medio de ese tour, Lisandro Aristimuño habló con El Observador sobre este proyecto. “Casi siempre coincidimos con el hecho de descansar del proyecto solista y del ego de ser vos, el que está a cargo de todo, de que todo pase por vos. Hermano Hormiga son las vacaciones compartidas, nos hace bien espiritualmente y sentimentalmente. Lo hacemos cuando lo decidimos, no hay mucha regla detrás de esto”, definió.

Yendo del asado al living

Hermano Hormiga nace de una amistad. Mejor dicho, de una hermandad. “Surgió de visitarnos, de cuidarnos, de llamarnos, de saber cómo está el otro con sus proyectos, de mostrarnos cosas, canciones nuevas, de invitar al otro a tocar, y así surgió esto. Nos fuimos haciendo muy, muy amigos, y ya en nuestras casas siempre en cualquier comida o asado agarrábamos las criollas y nos poníamos a cantar. Y a cantar sobre todo canciones de otros, de autores que nos gustaban. En esos momentos siempre estábamos rodeados de gente, de amigos, y nos decían ‘¿Qué van a hacer con esto? No puede quedar en una mesa’”, recordó Aristimuño.

Ambos lo pensaron y se dieron cuenta de que era cierto. Que además de la relación entre los dos se complementaban bien por las diferencias en las voces y en la forma de tocar la guitarra. Barrionuevo desde un lado más “llenador” y Aristimuño con un estilo “más volado, más de la armonía”, se generaba una química y un vuelo compartido que los entusiasmó.

Primero hubo una gira, que tuvo uno de sus puntos altos en el festival folclórico de Cosquín, el más relevante de Argentina. Barrionuevo es un habitué del evento, pero para Aristimuño era una novedad. “Nos tocó cerrar la noche, con dos violas nada más”, rememoró. “Era medio raro, pero fue increíble, un silencio en toda la plaza (Próspero Molina, donde se realiza el festival), fue recontra emocionante. Es fuerte que toda esa gente haga silencio y disfrute de eso. Nos marcó mucho ese concierto”.

Después de esa primera gira las preguntas del público eran constantes. Tanto a Aristimuño como a Barrionuevo les preguntaban una y otra vez cuándo volvía Hermano Hormiga. Entonces Aristimuño propuso dar el siguiente paso, y puso como condición para la vuelta que se grabara un disco, para que la unión quedara registrada. “Escucharlo de viejitos y decir 'mirá lo que hice con mi amigo'”.

Y como nació en los encuentros domésticos, así se grabó, para mantener esa esencia. La residencia Barrionuevo en Unquillo, Córdoba, fue el sitio, y el equipamiento fue llevado por Aristimuño en su auto desde su estudio propio en Buenos Aires. Los dos músicos corrieron a un lado la mesa y el sillón del living, y listo. Grabaron con los animales de fondo, para que se note el ambiente casero.

Aristimuño con su guitarra de doce cuerdas, Barrionuevo con una criolla con cuerdas de nylon, y las voces. Eso es todo lo que suena en el disco de Hermano Hormiga. “Raly tiene siete músicos en su banda y yo ocho. La idea era descansar de eso, y poder mostrar la canción como cuando la tocás en un asado. En el asado no te llevás a las cuerdas o la batería”, dijo Aristimuño con una carcajada. “El hecho de que yo toco diferente a él también influyó. Se creó otra cosa. Los espacios que él dejaba yo los ocupaba y al revés. Yo soy el mediocampista y Raly el delantero, le doy el pase para que haga el gol. Y viceversa”, comparó.

La comodidad en ese formato se sumó a influencias compartidas que también intentaron reflejar. “Nos gustan mucho James Taylor, Paul Simon, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, tenemos muchos gustos musicales en común. Y tenía esa impronta al principio, volver a cantar con la guitarra y desnudar la canción, tal como fue creada”, contó Aristimuño.

Lo que sonaba en casa

El padre de Lisandro Aristimuño, el director teatral Hugo Aristimuño, es amante del folclore. Al Lisandro adolescente le parecía “una cagada”, y como buen teenager prefería lo suyo: Soundgarden, Nirvana. “Y de grande me di cuenta que el folclore es increíble, incluso en mis discos solistas hay canciones con un ambiente de folclore en las letras o en el ritmo. Todo eso me empezó a volar la cabeza, escuchar a Raúl Carnota, Peteco Carabajal, Mercedes Sosa, y ahí te das cuenta que fuiste un tonto. Ya de grande incluso le robaba casetes a mi viejo para escucharlos yo”, recordó.

El folclore es una de las señas de identidad de Hermano Hormiga. Es una banda de folclore. Al momento de encarar el proyecto se dieron cuenta de que los dos tenían el mismo historial musical, que en las casas de ambos se escuchaba lo mismo y que el folclore era parte de la banda sonora de sus respectivas infancias. A eso le sumaron los temas propios, que luego de un “trueque” están cantados por el otro.

Aunque en el asunto del folclore, Barrionuevo tenía la ventaja como intérprete. Eso es lo que Aristimuño más admira de él. “Siempre escuché folclore pero nunca me animé a tocarlo, porque en Viedma, de donde soy yo, no había mucho. Él es del norte, de Santiago del Estero. Y el folclore es de esos géneros que tenés que mamarlo desde chico, es como el flamenco, esos estilos que tocaba tu abuelo, tu tío, tu padre, y yo no tenía eso. Raly me enseñó mucho, cómo se rasga la guitarra, como se toca, dónde van los golpes y los acentos en la canción. Aprendí muchísimo de él. La forma de cantar una zamba o una chacarera también. Fue mi coach”, contó entre risas. “Me dio técnicas de familia y de tradición. Eso es lo que me encanta y le admiro. Y tiene un cancionero en su cabeza, es un disco rígido de siete terabytes. Le pedís una zamba de tal y la sabe. Es un libro del folclore”.

El show de Hermano Hormiga es el viernes 21 a la hora 21 en el teatro El Galpón. Entradas a la venta en Tickantel. El disco puede escucharse en Spotify y YouTube, además de otras plataformas digitales. 

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