Algo se rompió. No funciona más. ¿Lo tiramos? Antes las cosas se arreglaban, ahora no. Ese "antes" es añorado por algunos pero la explicación surge enseguida: es que las cosas antes eran de calidad, valía el esfuerzo de arreglarlas.
El impacto del "usar y tirar" en el medioambiente y en nosotros mismos es tangible. Reciclar es una alternativa cuando las otras dos "r" (reducir y reutilizar) no son posibles. Reparar permite Reducir y permite Reusar.
"El repuesto no existe" o "¿Quién me lo va a arreglar? Ya el service de la esquina no está más", escuchamos. No sabemos coser, no sabemos de carpintería, no tengo herramientas... no vale la pena. Lo que descubrimos el sábado en Parque Rodó es que sí vale la pena.
Bajo la consigna del Club de Reparadores en su primera versión independiente en Uruguay se reunieron personas a trabajar, a intercambiar conocimientos y a reparar sus objetos. Reparadores profesionales y amateurs, gente con habilidades manuales y con ganas de aportar se dieron cita en mesas de trabajo dispuestas por el Club al aire libre y en pleno parque.
La propuesta consistía en inscribirse por Facebook y/o presentarse simplemente con ganas de reparar, con tus propios objetos que necesitaban una nueva oportunidad. La organización proveía de herramientas e insumos que fueron provistos por Mr. Bricolage para facilitar el encuentro. Algunos llegaron con sus propias herramientas, como Federico, que se acercó con ganas de participar y logró reparar una bicicleta de madera, ante la mirada atenta de su pequeña dueña. Pablo, que había llegado a apoyar desde la marca Poxipol aportando pegamentos de varios tipos y enseñando cómo utilizarlos mejor, tomó la responsabilidad para renovar el asiento de esa bicicleta. Lo importante era darse maña.
Fue un trabajo de equipo, como la reparación de un proyector de cine que fue recuperado luego de años gracias al trabajo de Isabel, Nacho y Alejandro. Vika y Leonor de Trama llenaron un perchero con vestidos, chalecos, pantalones, bolsos, todos con una nueva oportunidad. Mientras arreglaban un libro Laura y Agustina enseñaban a unos vecinos cómo reparar papel. "El cubano" se dedicaba a los electrónicos.
Quienes se acercaron a reparar sus objetos tenían un lugar de protagonismo, porque la idea es que el proceso de reparación sea participativo. En algunos casos el dueño o dueña del objeto era su reparador y en otros, tenía ayuda de otros reparadores y voluntarios.
Un vestido que lleva varias generaciones en una familia, 4 libros, una licuadora, 6 collares, 2 paras de caravanas, un bolso, la pantalla de una lámpara, una juguera y una tostadora fueron algunos de los objetos que lograron repararse.
La lluvia primero fue una amenaza, luego una molestia, hasta que los reparadores se fueron apiñando bajo los toldos. El colectivo Liberá tu bici siguió reparando bajo agua. Solo cuando la lluvia era demasiado fuerte, los objetos y los reparadores se fueron a sus casas, con muchas ganas de volver a reunirse y de continuar la reparación colectiva.
Si te interesa estar al tanto de próximas actividades seguí al Club de Reparadores en Facebook. El Club empezó en Argentina, como una idea de Marina Plá y Melina Scioli.
El fin de semana pasado desembarcó en Uruguay para hacer crecer el espíritu con la organización de Alva Labs y el apoyo de gente genial como Santiago Arbondo. Esto recién empieza.
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