Gabriel Pereyra

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Sendic y unos ladrones de banco

Será interesante ver a todos los que patearon al ex vicepresidente y generalizaron una presunta actitud de corrupción como si fuera exclusiva
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23 de marzo de 2018 a las 05:00
Leer en detalle el informe que elaboraron legisladores oficialistas en base a la información brindada por el Banco República (Brou) sobre el uso de las tarjetas corporativas da, por lo menos, bronca. Bronca porque el informe destaca que entre 2000 y 2005 el Brou fue un jolgorio corrido en materia de gastos a través del uso de tarjetas corporativas.

En el año 2002, mientras el país entero penaba bajo los efectos de la mayor crisis económica de su historia y había gente que comía salteado, al menos cuatro directores blancos y colorados del Brou usaban el dinero público para comprar joyas, alojarse en hoteles cinco estrellas en viajes de dudosa necesidad, regalaban flores, artículos para el hogar, ropa, y un montón de cosas de lujo que nada tenían que ver con las funciones del cargo.

En tren de cuestionar, primero por casa. ¿Me pregunto hoy por qué si a varios de esos ex directores los precedía la mala fama no fui a buscar lo que habían dejado tras de sí luego de que se supo que el uso de tarjetas era una joda? Justamente yo, que pienso que la corrupción en este país es endémica, solo que a la uruguaya. Todos más o menos lo sabemos pero nadie se mete mucho en la casa del vecino, ni siquiera cuando están matando a golpes a una mujer.

¿Y el gobierno actual? ¿No correspondía una auditoría en cada organismo que recibió de manos de otro partido? Puede quedar la duda de si alguno no revisó mucho para atrás para poder hacer él lo mismo que sus antecesores. ¿Será que aprendieron la lección y de ahora en más habrá más más pasión en indagar el pasado?

Las cosas que hicieron los exdirectores blancos y colorados son similares a las que llevaron a la fiscalía a pedir el procesamiento del ex presidente de Ancap, Raúl Sendic, por peculado por la forma en que usó la tarjeta corporativa del ente.

Será interesante ver a todos los que patearon a Sendic y detrás de él generalizaron una presunta actitud de corrupción en la izquierda, casi como si fuera exclusiva. Algunos ya empezaron a diferenciar porque en Ancap hubo una pérdida millonaria y bla bla bla. Esa es una mirada típica de un compinche de aquellos corruptos. Pablo García Pintos, exdirector blanco del Brou, ex secretario de la presidencia de Luis Lacalle, dijo que usaba el dinero de la tarjeta corporativa para financiar al Partido Nacional. ¿Cuántas veces se lanzó la sospecha de que los partidos se financiaban con dineros non santos? Bueno, parece que también era verdad.

La fiscalía indaga pero es casi un hecho que esos delitos prescribieron. Lo que no prescribió es la actitud inmoral, corrupta, de quienes representaron a los partidos tradicionales nada menos que en el Banco República. .

La imagen de la clase política se sigue deteriorando. Si hay un fantasma que recorre el mundo hoy es la corrupción. Y sobre el carril de la corrupción, como decía un insigne policía, corre de todo, incluso el delito común.

Pero guay de comparar a estos delincuentes que se salvaron de la Justicia solo porque no los descubrieron a tiempo con los delincuentes comunes que cada día llenan la crónica roja.

Si los que viven bien, los que hacen las leyes, los de "arriba", se llevan plata que no es de ellos y lo hacen incluso cuando el país se desangra en una crisis monumental, ¿qué dejamos para los que viven mal, los de abajo, los pichis? Se debate mucho cómo penar a los rapiñeros pero muy poco sobre los otros delincuentes, al punto que hace años que el país está en el debe y no tipifica como delito, por ejemplo, el enriquecimiento ilícito.

Estos casos infames del uso de los dineros públicos deberían llevarnos a reflexionar cómo los bandidos de cuello blanco tienen más facilidades para escapar a la ley, quizás porque quienes tienen que controlarlos son otros señores de cuello blanco. Sea por lo que sea, es injusto y en esa injusticia se está debilitando la confianza en el sistema. Si una banda de delincuentes asaltara el Brou y se salva de ir a la cárcel seguro se abriría un debate sobre cómo y por qué fallan los mecanismos de prevención y de represión. Si la banda lo asalta desde adentro, el debate es más bien otro, y por eso los organismos de contralor y todo lo que sea vigilar a los jerarcas públicos es débil. Así pasa con el Tribunal de Cuentas o los recursos de la Junta de Transparencia o los detalles de la ley de partidos, llena de agujeros para trampearla en cuanto a cómo se financian esas organizaciones.

Sendic se encamina a ser procesado por el uso indebido de esas tarjetas. Estos señores del Brou no lo serán aunque hicieron lo mismo. La vida no es justa, ya lo sabemos. Podríamos hacer un poco de fuerza para que no lo sea tanto.

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