Gabriel Pereyra

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Una proclama muy feminista pero muy poco femenina

El 8 de marzo se perdió la oportunidad de hacer más visibles los problemas más graves y extendidos que sufren las mujeres uruguayas
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15 de marzo de 2018 a las 05:00
El 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer. Era una buena oportunidad para hacer visibles, para reivindicar, para proponer soluciones a los principales problemas que enfrentan las mujeres uruguayas. Pero la oportunidad se perdió.

La proclama redactada por organizaciones feministas dejó fuera de los planteos a miles y miles de mujeres, quizá porque eligieron mencionar lo que a esas organizaciones les interesa destacar en tanto grupos que reivindican una ideología, y algunos de esos grupos están comprometidos con determinadas causas internacionales y en ocasiones son financiados desde el exterior.

Era de esperar que se mencionara los casos de femicidios, quizá la única cifra que contenía toda la proclama y lo que pareció el punto más fuerte de los reclamos planteados.

Treinta mujeres asesinadas por hombres violentos que eran sus parejas. Muertes que se dan en un contexto de creciente violencia social que no solo afecta mortalmente a las mujeres cuando se concreta un femicidio. Esa misma violencia les costó la vida a otras 25 mujeres, asesinadas en otras circunstancias, víctimas de la misma violencia social, pero para las que no hubo ni una mención.
En la agenda de derechos, la pobreza debería figurar en el primer lugar porque permea a casi todos los derechos conculcados.
La violencia de hombres contra mujeres también está registrada en las cifras oficiales en unas 400 violaciones al año. Ni una mención.

La violencia a las que están sometidas las mujeres las tiene a veces de víctimas y otras de victimarias. Uruguay es el cuarto país en Sudamérica en porcentaje de mujeres presas. La población reclusa femenina aumentó 583% en una década en Uruguay. En un seminario sobre presas y enfermas psiquiátricas, la integrante de la Institución Nacional de Derechos Humanos Mirtha Guianze dijo que "en los centros de internación psiquiátrica las mujeres están en condiciones de mayor vulnerabilidad que los hombres", y Judit Kakuk, de la Comisión Nacional por una Ley de Salud Mental, dijo que "pobres, presas y locas" son tres conceptos que se utilizan para hablar de mujeres "muy, muy invisibilizadas". Tan invisibilizadas que en el Día Internacional de la Mujer no hubo espacio para profundizar en ellas, apenas una mención al pasar.


Sí hubo espacio para reclamar por la libertad para acceder al aborto, no solo acá, dijo la proclama, sino en todo el mundo. Pero no hubo espacio para los problemas que tienen las mujeres que sí quieren tener hijos. La ley afectó a cientos de mujeres mayores de 40 años dejándolas fuera de la cobertura del Fondo Nacional de Recursos para acceder a técnicas de inseminación artificial. De eso, nada. ¿Y de los otros abortos? Los espontáneos que se producen, entre otros factores, porque el 50% de las embarazadas toma alcohol durante el embarazo. De eso, nada. ¿Y de las repercusiones sociales del embarazo adolescente? El embarazo adolescente llega al 17% en los barrios más pobres y a cero en los más ricos. De eso, casi nada. ¿De las 700 muertas por cáncer de mama cada año? Nada. ¿Y alguna cifra de que una de cada cuatro mujeres vive en la pobreza mientras que en los hombres la relación es de 1 a 7?

La pobreza femenina supera a la masculina en todos los departamentos del país en las personas de entre 18 y 64 años. De eso, en la proclama, una frase. ¿Y de que la mitad de las mujeres no termina el bachillerato? Nada. ¿Y de los hogares monoparentales? Nada.
Esta no fue una proclama femenina, sino feminista, que es parecido, pero no es igual.
Me parece que se perdió una oportunidad por dos razones. Una, que no termina de asumirse que en la agenda de derechos la pobreza debería figurar en el primer lugar porque permea a casi todos los derechos conculcados. Y la otra, que esta no fue una proclama femenina, sino feminista, que es parecido, pero no es igual

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