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El Frente Amplio y sus laberintos

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13 de abril de 2024 a las 05:02

Hay varios Frente Amplio que conviven en el Frente Amplio. Es una obviedad decirlo para un partido político que siempre se jactó de poder amortiguar sus tensiones bajo el manto protector de la unidad de la izquierda. Es en ese sentido que han trabajado cientos de hombres y mujeres desde la fundación en 1971 hasta el presente. Mal no les fue.

A lo largo del tiempo el FA fue incorporando grupos y prácticamente no ha conocido deserciones. Partidos políticos, sectores, columnas: cada uno con su sesgo u orientación de izquierda, conforman un partido aluvional que es tomado de ejemplo en otras naciones latinoamericanas.

Pero pese a compartir nombre e inspiración, en ningún otro país ha logrado ni la trascendencia, ni la cohesión ni el peso electoral que sí tiene el FA en el nuestro. Ese mismo Frente que gobernó Uruguay durante tres lustros se encuentra hoy enredado en algunas contradicciones de fondo que el manto de la unidad no alcanza para taparlas.

Las consignas que pudieron ser muy válidas hace cincuenta años han dejado de serlas en 2024. Seguir abrazado de la forma en que lo hace a la dictadura cubana le genera ruido a muchos votantes de la izquierda que claramente tienen la capacidad de razonar y darse cuenta de que la revolución que infló pechos en los sesenta del siglo pasado, hoy es una triste parodia solo sostenida por el miedo a perder el poder y aceptar la realidad.

Cuando el pueblo cubano abraza la consigna de Patria o Vida popularizada en una pegadiza canción de raperos y la banda Gente de Zona, la mayoría de los frentistas queda en un fuera de juego ostensible.

El izquierdista soñador y demócrata del Uruguay debería ser el primero en tararear la estrofa del pegadizo tema que hace referencia por oposición a la frase «Patria o muerte ¡Venceremos!», acuñada por Fidel Castro en marzo de 1960, cuando triunfó la revolución.

Pero no. Prefieren callar. Le dejan la oportunidad a que desde otras tiendas políticas la reivindiquen. Fue lo que hizo el presidente Luis Lacalle Pou en uno de estos foros donde se reúnen los presidentes a payar sobre la unidad latinoamericana y la integración y todas esas patrañas que solo justifican burocracias internacionales cada vez más alejadas de las ambiciones y necesidades de la gente.

El caso de Cuba parte los ojos y duele. Sobre todo, cuando es de público conocimiento que el pueblo cubano está pasando hambre de alimentos y de libertad.

Ese nudo no es fácil de desatar. Tal vez haya que animarse a ser un poco más coherentes como sí lo hizo el presidente de Chile, Gabriel Boric, cuando refiriéndose a los presos políticos en la isla dijo: “Vengo de una izquierda que es profundamente democrática, que valora y respeta los derechos humanos de manera irrestricta, sin importar quien sea el gobernante”.

En la volada de los cuestionamientos de Boric ―a quien algunos quieren ver como líder de una nueva izquierda latinoamericana― también cayeron los regímenes de pseudoizquierda totalitarios de Daniel Ortega en Nicaragua y Nicolás Maduro en Venezuela.

La relación con la Venezuela actual es otro nudo más del embrollo discursivo en el que se encuentra el Frente Amplio. Hábilmente y como estrategia de comunicación, cuando se le pregunta a los legisladores y candidatos sobre este tema dicen que lo que importa es lo que pasa en Uruguay. Como recurso estratégico para evadir respuestas es hábil, pero no responden el fondo del asunto. ¿No sería mucho más saludable sincerar la cuestión y condenar y que no queden dudas de qué lado se encuentra el FA en relación con Maduro, y pedir elecciones libres sin exclusiones?

La disputa por la sucesión de los liderazgos de Tabaré, Mujica y Astori sugiere una implícita unanimidad incuestionada de que se gana exclusivamente corriendo por la izquierda del FA. ¿Será ese el costo a pagar?

El otro punto que revela el profundo enredo del FA es al que los llevó de la mano el PIT-CNT con la juntada de firmas contra la trabajosa reforma de la seguridad social aprobada. Precisamente, quien hoy lleva la voz cantante es su presidente, Marcelo Abdala, que años atrás se tomó el atributo de saludar afectuosamente a Maduro y agradecerle en nombre del pueblo uruguayo.

Es demasiado lo que está en juego como para que el partido político más grande del país y el de mayor caudal electoral no fije una posición clara: ¿el FA apoya o no el plebiscito para derogar la reforma?

Es sabido que algunos sectores respaldan la recolección de firmas como los comunistas y los socialistas. Otros no, como el Movimiento de Participación Popular y los exastoristas. Pero en su conjunto no hay una posición contundente para el tema más importante del presente de Uruguay. ¿No debería tenerla?

Solo repasando las opiniones de tres de sus principales expertos en materia económica la visión es clara: están decididamente en contra. Por ejemplo, el senador Mario Bergara reiteró en varias ocasiones que es contrario al plebiscito que promueve la central obrera para eliminar las Afap porque entiende que protegen los ahorros individuales.

“Tener las cuentas individuales con nombre y apellido de trabajador permitió que en la crisis del 2002 a nadie se le ocurriera decir ´vamo' a echar mano a esa plata porque estamos en la ruina´, porque estaba claro que esa plata no era del Estado Uruguayo”, justificó.

También se opuso a firmar por la derogación Pablo Ferreri, asesor directo de la precandidata Carolina Cosse. Al igual que Bergara, no le gusta la reforma aprobada, pero coincide cuando sostiene que el plebiscito que promueve el PIT-CNT no es el camino.

Más contundente aún fue Gabriel Oddone, quien perfectamente podría ser el ministro de Economía en un gobierno del FA si resulta electo Yamandú Orsi.

Oddone escribió en el semanario Búsqueda una columna manifestando su oposición al plebiscito derogatorio y para que no queden dudas la tituló: Inadecuada, inconveniente e imprudente.

En voz baja los frentistas hablan de estas contradicciones y las sufren. Muchos callan y unos pocos deslizan apenas tímidos puntos de vistas, pero no al grado de hacer un planteo fuerte como para generar un hecho político con una toma firme de posición.

Parecería ser que no alcanza con el pavor para despertar al mamao.

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