Algunos ahora la llaman una "guerra mundial de información". No se sabe aún si Rusia influyó en la elección de Donald Trump en 2016. Pero ya no es posible negar que el Kremlin está librando una guerra de información multidimensional contra las democracias occidentales. El problema no se limita a EEUU. Otras democracias, como el Reino Unido, los Países Bajos e Italia, también han estado en la mira del presidente Vladimir Putin. Pero el electorado estadounidense sigue siendo el objetivo más consistente, y presumiblemente más maleable, de los esfuerzos propagandísticos rusos hasta la fecha.
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