Edificio sede del Banco Central del Uruguay.

Economía y Empresas > Analistas escépticos

Las expectativas de inflación no cedieron pese a señales del BCU

Los aumentos de tasa del Banco Central no surtieron efecto inmediato sobre las expectativas de los analistas; además los encuestados esperan a fin de año un dólar a $ 46,4 y un crecimiento del PIB de 3,2%
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20 de enero de 2022 a las 05:01

Este miércoles el Banco Central (BCU) publicó los últimos resultados de su Encuesta de Expectativas de Inflación mensual. Los agentes privados aumentaron levemente sus proyecciones para 2022 y 2023, de 6,9% a 7% y de 6,5% a 6,6%, respectivamente, según la media de respuestas.

Además, por primera vez la encuesta recogió opiniones acerca de la inflación esperada para 2024. Las respuestas apuntaron a una mediana de 6,2% para esa fecha, lo que indica que los analistas no prevén que la inflación de ningún año calendario entre en el rango meta en este período de gobierno. El rango inflacionario que se propone el BCU va de 3% a 7% y a partir de setiembre próximo el techo del mismo descenderá a 6%.

A diferencia de los encuestados, las autoridades estiman un aumento de los precios al consumo de 5,8% para este año, 4,7% para el que viene y 3,7% para 2024.

Los resultados obtenidos mostraron que los agentes consultados se mantuvieron escépticos respecto a las estimaciones del equipo económico. Los anuncios de suba de la tasa de política monetaria (TPM) no obtuvieron de inmediato el efecto esperado en los analistas para alinear sus expectativas con los objetivos del BCU.

El 5 de enero el Comité de Política Monetaria (COPOM) subió la tasa de interés en 75 puntos básicos (0,75%) hasta llevarla a 6,5% y adelantó "incrementos de magnitud similar en las dos próximas sesiones del Comité, lo que implicará alcanzar una tasa de interés neutral al comienzo del segundo trimestre de 2022".

El presidente del BCU, Diego Labat, explicó el jueves pasado que lo que ha costado en el último tiempo "es influir en el canal de las expectativas: (las de) los analistas y los mercados financieros reaccionaron muy bien desde el principio y ahora se han quedado quietas o han subido un poquito. Notoriamente las expectativas de los empresarios son el núcleo duro", admitió en entrevista con Búsqueda. 

La última encuesta para los empresarios tuvo lugar antes del último Copom, pero mostró que esperan una inflación de 8% para el horizonte de política a 24 meses que tiene como referencia el BCU: dos puntos por encima del techo del rango meta que estará vigente desde setiembre próximo (3%-6%). A pesar de ello, Labat se mostró confiado en cumplir con los cometidos del BCU y aseguró que la inflación se colocará dentro del nuevo rango meta este año. "Nuestras proyecciones dan eso, claramente", afirmó.

Anteriormente, el jerarca explicó en radio Carve que durante 2020 y hasta 2021 toda la política monetaria estuvo al servicio de que la economía siguiera funcionando, lo que implicó que la misma fuera "muy, muy expansiva". En cambio, el economista afirmó que ahora es el turno del Banco Central de "dar señales" para alinear lo que esperan los agentes con las metas inflacionarias del organismo oficial y pronosticó llegar a una tasa "de 8% en el segundo trimestre" de este año.

En el horizonte de política a 24 meses —que es el que más interesa a la autoridad monetaria— si bien las expectativas no han descendido a la velocidad deseada, sí han mostrado una tendencia a la baja que permite a las autoridades ver con más optimismo la posibilidad de alcanzar una inflación máxima de 6% durante la administración actual. Sin embargo, las previsiones —que estaban en camino a converger con el techo del rango meta— subieron en noviembre un escalón cercano a tres décimas que no han vuelto a bajar hasta el momento.

¿Qué quiere decir que el Banco Central suba o baje la tasa de interés?

La lógica implícita en los dichos de Labat alude a que la fijación de una tasa de interés baja por el BCU (lo que se conoce como una política monetaria expansiva) estimula el consumo y el crédito, de la mano de una mayor circulación de dinero en la economía, con dos efectos simultáneos: por un lado empuja la actividad económica en el corto plazo, pero por otro alimenta el fenómeno inflacionario.
Por otra parte, fijar una tasa de interés alta (es decir, adoptar una política monetaria contractiva) incentiva el ahorro y el retiro de dinero de circulación, con resultados inversos a los mencionados anteriormente: puede enlentecer la marcha de la economía en el corto plazo pero alivia la inflación.
Esto justifica el uso de una política expansiva como amortiguador en épocas de recesión económica. No obstante, si se hace un uso desmesurado de la herramienta, esta puede volverse cada vez menos efectiva y se corre el riesgo de acelerar un proceso inflacionario que deprecie la moneda nacional. Un escenario así conlleva consecuencias perniciosas para la economía, tales como la pérdida del poder adquisitivo del salario o la disminución del valor real de los ahorros en pesos uruguayos. Por eso el titular del Banco Central habló de una política monetaria "muy, muy expansiva" cuando era necesario apoyar la recuperación de la economía, mientras que ahora que las autoridades percibieron una mejora, el organismo está decidido a retirar los estímulos (subiendo la tasa) para no prolongar las presiones inflacionarias.

 

Aguas divididas sobre la política monetaria

Algunos especialistas no coinciden con la resolución de aumento de tasas del BCU.

En oportunidad de los anuncios del Copom de este mes, el exdirector de la OPP durante la administración de Lacalle Herrera, Javier de Haedo, se mostró crítico con la efectividad de la política monetaria para combatir la inflación: “Algunos analistas seguiremos esperando una inflación más alta porque no sólo vemos la política monetaria, que poca fuerza tiene, sino el conjunto de las políticas económicas”. El economista Martín Vallcorba, coordinador del programa de Inclusión Financiera en los gobiernos del Frente Amplio y asesor del senador Mario Bergara, se declaró “de acuerdo” con De Haedo.

En cambio, otros expertos consultados por El Observador no coincidieron con un enfoque negativo sobre el uso de la tasa de política monetaria por el BCU en las actuales circunstancias. El socio de Vixion, Aldo Lema, defendió la efectividad de la política monetaria para bajar la inflación. “No es que los salarios y la política fiscal ni los empresarios determinan las expectativas de inflación, es al revés: incorporan las expectativas de inflación en función de lo que creen de cómo se va a mover la política monetaria a futuro”, aseguró. 

El especialista sintetizó: “La inflación es un fenómeno monetario, es la contrapartida de lo que le pasa al dinero en el largo plazo; en el corto plazo, los agentes conforman sus expectativas según lo que esperan que haga el BCU”.

Por su parte, el economista del CED Ignacio Umpiérrez interpretó en consonancia con Lema que “el aumento de la tasa de interés viene por el lado de anclar expectativas que han estado bastante desalineadas”, y añadió que deben apuntalar “principalmente las de los empresarios, que en definitiva son los que marcan precios”.

Con los resultados de la encuesta publicada este miércoles, de Haedo volvió a cuestionarse el rumbo tomado por la autoridad monetaria. "Más suben la TPM y más suben las expectativas de inflación. Parece que no es sólo cuestión de política monetaria...", sostuvo.

El dólar y el PIB

Simultáneamente con la encuesta sobre inflación, el Banco Central publicó su Encuesta de Expectativas Económicas, en que consulta mensualmente a colaboradores privados acerca de sus perspectivas sobre el crecimiento del PIB y la evolución del tipo de cambio.

Los agentes consultados prevén una cotización del dólar de $ 45,5 para junio y $ 46,4 al cerrar el año. Además, los consultados vaticinaron al billete verde rozando los $ 50 para 2024 (precisamente, $ 49,8). La actual política de aumento de tasa de la Fed en Estados Unidos está dirigida a calmar la inflación en ese país, lo que desacelera la reducción del poder de compra de la divisa y, en el proceso, puede abrir la posibilidad de atraer algunos capitales financieros de países emergentes como Uruguay.

Por otro lado, la mediana de los analistas estimó que en 2021 la economía uruguaya tuvo una expansión de 4,2% y pronosticaron 3,2% para 2023 y 2,8% para 2024. El número de 2021 representó una suba de dos décimas con respecto a la cifra obtenida el mes pasado, cuando los encuestados anticiparon 4% de crecimiento anual. 

 

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