Los agricultores necesitan que la campaña de cultivos de invierno, en pleno desarrollo, “tenga un buen final, precisamos ese estímulo, lo precisa el país”, reflexionó Edgardo Rostán, presidente de la Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarios (CUSA).
Explicó que, por un lado, eso es necesario para que cada empresario logre un margen de ganancia, aunque sea leve, para dejar atrás tres ejercicios al hilo con números en rojo, ir cubriendo deudas y tener un mejor ánimo “con la mirada en el largo plazo”, es decir, con el foco en el área de 2019/2020.
Remarcó que, además, “que el área crezca sería bueno agronómicamente, los campos están castigados, el monocultivo no es bueno pero para una adecuada rotación precisamos que sea atractivo hacer cultivos de invierno”.
En líneas generales, los trigos y las cebadas lucen bien, mucho mejor que lo que sucedía a esta altura en zafras anteriores. Eso se percibe sobre todo en los trigales.
Los cultivos sembrados en la fecha óptima están muy bien y han ameritado inversiones razonables en los tratamientos. No obstante, los que han sufrido son los más tardíos, considerando que su emergencia inicial coincidió con episodios de lluvia excesiva.
De todos modos, “ya tenemos una pequeña sequita, llovió un poco el fin de semana pasado pero estamos precisando 20 mm más”, expresó a El Observador.
En algunos campos donde hay cebadas aparecieron problemas de mancha y hubo que recurrir a fungicidas.
“El potencial de rendimiento es interesante, estamos ilusionados porque se precisa un buen año, pero falta” admitió, aludiendo a que las cosechas se activan en el segmento final de noviembre, dentro de seis o siete semanas, por lo cual “octubre es el mes bisagra”, necesitándose días de buena luminosidad y sin exceso de humedad.
Señaló, sobre ese aspecto, que “los problemas que se han originado a nivel foliar se han ido solucionando, pero si surgen a nivel de la espiga es más complicado”. Por eso hoy el agricultor está contento con el estado de los cultivos, pero a la vez con la preocupante inquietud en relación a que no haya un contratiempo climático.
En relación a la campaña de verano, explicó que hoy quienes recorran las áreas agrícolas del país podrán observar la alternancia de chacras que lucen un verde intenso en campos con trigos y cebadas y otros con el tono característico de las chacras donde se quemaron los puentes verdes para dar paso, en próximas semanas, a las siembras sobre todo de soja.
Finalmente, “el productor que no solucionó sigue buscando la financiación para lo que debe pagar (tras una zafra de verano con pérdidas) y para poder volver a sembrar y seguir”, mencionó, citando que esa es hoy la gran preocupación en el sector.
El área de cultivos de invierno se ha ido achicando tras estar en 490 mil hectáreas en 2015/2016 (a inicios de este siglo superaba las 700 mil has). En la campaña pasada se ubicó en 419 mil has y este año, cambiando la tendencia, se expandió para llegar a 460 mil has, según datos oficiales, relevados en la Encuesta Agrícola Invierno 2018, realizada por técnicos la Dirección de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. En la misma, comparando los ejercicios de 2017/2018 y el que está en curso, al influjo de valores por los granos que se han recuperado en los mercados, el trigo avanza de 193 mil a 204 mil has, la cebada de 153 mil a 172 mil has, la colza se mantiene en 53 mil has y la avena pasa de 20 mil 25 mil has, por mencionar los rubros principales.
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