Espectáculos y Cultura > Centenario de Ida Vitale

100 años de Ida Vitale: la poeta mayor del Uruguay llega al centenario y hay razones para celebrarla

La ganadora del premio Cervantes alcanza el centenario en un año que, además, la ha celebrado por todo lo alto
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02 de noviembre de 2023 a las 05:02

La poeta vuelve a Montevideo en 2017. El esqueleto de su apartamento en Malvín está desnudo, los libros se amontonan sin orden en los anaqueles en formación. Ella, mientras, empieza a amoldarse a las nuevas paredes del último tirón de la vida. Tiene 93 años. No da muchas entrevistas porque, en realidad, no se las piden. No todavía. Es invierno y una punta del Río de la Plata se ve por la ventana. Ella está entera: mastica versos y literatura, trae los años de Austin y México en la espalda, trae también una poesía macerada en la erudición, en la lectura, en la percepción del mundo y el asombro ante sus brillos diarios. Ya es la poeta mayor, pero sus libros no se encuentran. O sí: uno busca y aparecen. Pero no es tan fácil. Hay usados, ediciones foráneas carísimas. Para leerla hay que saber dónde revolver. Hay que saber.

Los años pasaron rápido. La poeta, sus circunstancias, los premios, la recuperación de su obra, todo eso quedó en el centro: Ida Vitale, en 2023, suena fuerte. Ya era la poeta mayor, pero ahora todos lo saben. Si faltaba más: el Max Jacob, el premio de la FIL de Guadalajara, el Cervantes (!), el Gran Premio Nacional a la Labor intelectual. Todos la imprimen en sus respectivos palmarés. Hay un fenómeno —Idamanía le pusimos—, hay libros suyos en las librerías —muchos, recuperados por Estuario—, hay un documental reciente, está su propia presencia recurrente en la ciudad, en las ferias, en una sala de cine de Pocitos, ella está ahí, se mueve: cumple cien años este jueves 2 de noviembre y todos lo saben. Su vigencia en la conversación cultural es total. En seis años y medio, Ida Vitale se terminó de convertir en una estrella nacional. Un ícono centenario a celebrar.

Varias actividades tendrán al centenario de Vitale como centro, entre ellas la más importante es una celebración que se desarrollará en Cinemateca este mismo jueves, donde se proyectará el documental Ida Vitale de María Arrillaga y se harán dos lanzamientos simultáneos: el disco de la banda sonora de esa película con la música de Sylvia Meyer, y el libro Palabra por palabra, el mundo se hace mundo, un homenaje a la poeta publicado por Estuario, la casa uruguaya de las palabras de Ida.

Pero hay otras celebraciones internas, como las que proponen los cinco invitados de esta nota, que reflexionan cada uno desde diferentes lugares las razones por las que para ellos la figura de Vitale es inevitable y paradigmática en la cultura uruguaya. Una poeta, un editor, un periodista cultural, una cineasta y un académico e investigador; todos tienen razones para situar a este centenario entre los mojones culturales del 2023, y lo hacen de esta forma.

Regina Ramos, poeta y profesora de literatura

Celebrar a Ida Vitale es celebrar la poesía uruguaya. Tenemos el privilegio de compartir con una de las referentes de nuestra literatura. Ya conocemos la resonancia de su figura y de su labor, pero insiste en consolidar algo en lo que considero se viene trabajando en los últimos tiempos: honrar a tiempo. En el caso de Vitale acompañan destacados premios que visualizan el valor de nuestras letras en el mundo.

Su poesía es un desafío al tiempo y a las estéticas pujantes. Es un arte tenaz que cultiva la riqueza de nuestra lengua y hace de la creación poética con precisión un vehículo para pensar lo complejo, lo humano. Como todo lo complejo, implica comprometerse con una lectura que desafía, incomoda e interpela. Una poeta que puede servir de ejemplo de que la autenticidad y el rigor bastan, que la escritura basta y que una escritora nunca deja de serlo.

Su escritura rechaza la etiqueta ansiosa y el lector que intente resumir su universo quedará muchas veces perplejo, como nos sucede al apreciar la naturaleza, a la que evoca casi constantemente. Puede ser un gran ejemplo para la escritura de mujeres a las que todavía se las carga de lugares esperados y de urgencias. Una poesía que embelesa por su conocimiento, inteligencia, curiosidad, contemplación, humor y fe en la palabra.

Nuestras poetas destacan, siempre destacaron, en una vida que no les fue propicia, aunque algunas menos atendidas que otras, todas hacen al valor del que goza nuestra literatura.

Hoy poder escribir estas líneas de celebración pensando en las que fueron, son y serán desde la escritura me fortalece a seguir el camino en el que hay que:

Andar lo más posible sobre trébol.

Tropezar prueba la cercanía del cielo.

Vitale durante la entrega del Premio Cervantes en 2019

Martín Fernández, director de Hum / Estuario

En lo personal conocía su obra en prosa más que su poesía en verso. Su legado literario, como el de otras tantas, no podía pasar desapercibido en su propio país —un país que, ya sabemos, es muy ingrato con sus artistas—. Como Amanda, Idea, Selva, Circe, Silva Vila, Cristina y un puñado de otras escritoras, su obra no podía (no podía) ser difícil de conseguir en librerías. Fue un acto de justicia; la publicamos desde antes que obtuviera el Cervantes y las ganas se intensificaron tras el Premio García Lorca y el Max Jacob. Todavía restan títulos suyos por rescatar. Larga vida a su arte y al de esas grandes autoras uruguayas.

Fernando Medina, periodista cultural y conductor de Oír con los ojos (Radiomundo)

"Cien años" es el nombre que elegimos para su excepcionalidad, ¿no? Y por supuesto que los lectores y la cultura toda hacen bien en celebrarlos. Ida Vitale es una de las figuras más grandes de nuestra literatura. Junto con Onetti, que no habrá sido tan grande como su admirado Faulkner pero sí escribió novelas muy grandes. Y lo mismo Ida, que como poeta camina un poco a la sombra de su admirado Borges, pero que en muchos de sus poemas confirma ser por lo menos igual de magistral versificando, igual de erudita, igual de profunda en sus emociones.

Los cien años de Ida hay que celebrarlos por raros y porque son una de las explicaciones del valor de su obra y su palabra. Las del 45, las de México y Austin, las de este 2023 nuestro. Porque vivió cien años maravilló a José Bergamín (que había nacido en el siglo XIX), leyó con atención a César Aira y lo vio consagrarse, celebró en 2014 ese otro centenario importantísimo para la poesía, el de Nicanor Parra, en fin, fue la protagonista de una excelente película hecha por una especie de nieta suya. Sus cien años significan que fue contemporánea de Alexander Lernet-Holenia, de Ángel Rama y Enrique Fierro, de Octavio Paz, de Fernanda Trías. Significan que colaboró con Marcha y con Vuelta, que fue profesora en el prestigioso Colegio de México, que tradujo a Gaston Bachelard para el Fondo de Cultura Económica (en el 63 ya estaba preocupada por la IA, según queda claro en su artículo Del eterno traducir), que le dio varias notas (¡perdón!) a Oír con los ojos. A propósito de eso y a propósito de "dominar esa ambiciosa forma del lenguaje", como ha dicho, en una de esas notas nos dijo que si de algo estaba segura era de haber buscado mucho y descartado mucho, refiriéndose a palabras, a versos, a poemas enteros. Ahí otra razón para celebrar sus cien años: Ida (que también nos dijo que "vuelve a Machado, a Juan Ramón, a Gabriela, a Dante”) necesitaba ese tiempo para su búsqueda y ese tiempo propició bellezas como:

Asistir a esas frases que se disparan / como dichas por seres / que en una playa hablan a solas / seguros de que nadie los oye / (y ardería el agua / de aceptarlas o de refutarlas) / Que se cruzan / como bajo un viento de desierto / de inmediato cubiertas con la arena / que las inmoviliza / Y quedan en la franja / de los acertijos a resolver / en la última tarde / cuando ya lo sabías y así se queman las velas.

Vitale con el premio a la Gran Labor Intelectural

María Arrillaga, directora del documental Ida Vitale

Ida descubrió el pasaje. Fragmento a fragmento, descompone el tiempo en detalles, su atención se centra en lo infinitesimal. Lee el mundo letra a letra y en voz alta. Esa lectura compartida invita al viaje, a quién la escuche. Recorrer una cuadra, un jardín, con una poeta que nos recuerda cómo mirar, qué atender, es vaciarse y volver a crear cada sentido. Ida cultiva el asombro, en una búsqueda constante de ver con ojos nuevos. Al nombrar, hace aparecer.

Néstor Sanguinetti, investigador de la Biblioteca Nacional

Los aniversarios de los escritores son buenas excusas para releerlos o para acercarnos por primera vez a su literatura. Ir hacia el encuentro de los textos de Ida Vitale es la mejor manera de celebrarla, descubrir su prosa y su poesía, llenas de lucidez y perspicacia. 

El lector no saldrá ileso de esa experiencia de lectura y, afortunadamente, cuenta con una extensa lista de títulos para descubrirla, libros en los que la procura de lo imposible o la reducción del infinito serán una constante. Porque en ese intento de asir el mundo con el lenguaje, ella misma nos ha enseñado que palabra por palabra, el mundo se hace mundo. No faltarán a la cita la luz de (su) memoria, los recuerdos de los años en Montevideo, en Austin o los mosaicos de su vida en México.

En sus jóvenes cien años, Ida ha demostrado ser una gran oidor(a) andante. Curiosa y atenta al mundo que la rodea, ha escrito sobre plantas y animales; supo crear un léxico de afinidades en el que se podrá reconocer más de un lector. Pero el rigor que gobierna su escritura exige a un interlocutor que encuentre en esa palabra dada todo el asombro que la generó, que sea capaz de leer entre líneas porque "lo importante está debajo de las superficies".

Que estos cien años, tiempo sin claves, sean la excusa para festejar, entre resurrecciones y rescates, su vida y su obra.

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